Caralvá
Fundador
Suplemento Tres mil
Es un libro antológico de las voces por el cambio social, editado por Virginia Barrett y Bobby Coleman; por un extraño evento conocí primero a las personas y luego me encontré con el libro que titula este artículo. La ciudad de San Francisco es un mar de contrastes, una ciudad marítima con una estruendosa arquitectura con sonidos victorianos y rascacielos que en su conjunto es una sinfonía visual que evoca a George Gershwin con su Rapsodia en Azul. Mientras un enjambre de turistas de múltiples nacionalidades recorren las avenidas principales en transportes de alquiler, el resultado es un alucinante juego de imágenes de coloridos grupos internacionales, se les identifica por sus cámaras, distintivos trajes regionales y su estado de placidez al caminar por las calles de esa hermosa ciudad, recorren callejones, iglesias, museos, restaurantes porque en general esa urbe es en esencia un parque de atracciones para todos los gustos y edades.
Se vive una fantasía de realidades entre “su” contexto social y nuestra vivencia latinoamericana, en esencia San Salvador; es doloroso el contraste, no solo por el flujo capitalista que alimenta al organismo vivo del dólar, sino por su funcionamiento institucional, la vida dineraria es una simple operación matemática de sumas y restas, se limita al precio del objeto que puedes comprar, en ese mosaico la opulencia se abraza con la pobreza, el idioma universal no es el inglés sino las tarjetas bancarias, en esa ciudad casi todo tiene precio, en algunas calles son visibles “personas sin hogar”, músicos callejeros, beneficiarios sociales, drogadictos etc., que se aferran a las hermosas calles de la magnífica ciudad, pero en apariencia la paz social es impecable, el ordenamiento municipal es férreo, ahí no existen negocios informales, al menos en las calles que visité. Existe sin embargo el espacio que aún presenta resistencia al absoluto materialismo capitalista, ese ejercicio humano que pronuncia la palabra poesía, amistad, historia, literatura, filosofía que es posible encontrarle en espacios de North Beach, La Misión y Silver, los museos, foros literarios o las reuniones familiares que aún permiten recordar que “a pesar de todo”, existen realidades que no se pueden comprar con dinero, aunque ello suene al peor de los arcaísmo en el siglo XXI, la filosofía es última esperanza para soportar la alienación del dinero.
Un espacio de este nivel se encuentra en el Specs bar, al menos ahí se reúnen poetas que viven más allá de la intemperie económica, son viejos actores literarios que comparten su visión idealista, recitan sus poemas y no claudican a su tradición que lucha contra la destrucción del espíritu, mientras beben vino, cerveza, vodka o fuman, quizás junto a otras libertades tan humanas que son visibles en todas las sociedades del Siglo XXI, son jóvenes mayores de setenta años, que armados de poesía se alimentan de humanidad. El libro Occupy SF les menciona, ellos poseen la respuesta a la destrucción desde sus metáforas, esas que no se compran con dinero.
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