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Octubre rojo

Moisés Gómez

El Fmln ha sido resultado de un movimiento social emancipador, desde su faceta de guerrilla, luego como partido de oposición y hoy, como partido “oficial”. De una manera u otra ha liderado la lucha por construir una sociedad más equitativa. El origen del Fmln, según la página oficial del partido, fmln.org.sv fue así: “En mayo de ese mismo año (1980) el PCS, las FPL, el ERP y la RN integraron la Dirección Revolucionaria Unificada (DRU), con el objetivo de que el proceso revolucionario tuviera una sola dirección, un solo plan militar y un solo mando, en síntesis: una sola línea política-militar. El 10 de octubre de 1980, la DRU dio vida al FMLN, dos meses después se incorporaría el PRTC. El FMLN era resultado de décadas de luchas y organización por hacer realidad las demandas del pueblo salvadoreño: democracia, justicia social y autodeterminación nacional”. El Fmln nació a la vida electoral como partido político, de manera pública y legal, el uno de septiembre de 1992, el Tribunal Supremo Electoral admitió su registro legal y le otorgó personería jurídica el 14 de diciembre de ese año, convirtiéndose así en el instrumento político para la lucha del pueblo salvadoreño. A treinta y seis años de su nacimiento interpelamos a los principales dirigentes de este instituto, han pasado muchas cosas políticas muy importantes: diálogos de paz, negociación para la paz, acuerdos de paz, oposición desde la Asamblea Legislativa, gobiernos municipales, finalmente se obtiene la presidencia del país. Estamos ya en el segundo período presidencial a cargo de un partido sobre el que pesan muchas expectativas de cambio social para las mayorías populares. ¿Hemos tenido avances? Sí. ¿Han sido suficientes? No.

Cuando consideramos al hecho social denominado Fmln desde un punto de vista crítico-trascendental lo ubicamos en determinada coyuntura social, luego analizamos cómo una fuerza social se apropia de unas posibilidades y las realiza o historiza y al mismo tiempo, la otra cara de la moneda, qué posibilidades descartó, no materializó o dejó escapar y qué estructuras de la realidad social históricamente considerada impidió esa apropiación.

Obviamente, el Fmln se ha apropiado de muchas posibilidades de cambio social surgidas desde una amplia base social. Al mismo tiempo cada vez parece que pierde capacidad de materializar los deseos de cambio social, pasó de ser motor de arranque a ser freno, se empiñonó, no sé si fue en las alturas o en las llanuras o en ambas; no sé si la inercia es en la dirigencia o también en las bases. Es una pena pero hay que reconocer que durante los veinte años de gobiernos de Arena el partido Fmln siendo oposición fue incapaz de evitar el programa neoliberal que ahora mata lentamente al pueblo salvadoreño. No solo no evitó el programa neoliberal sino que ahora, como gobierno, en vez de desmontarlo, está tratando de humanizarlo, de reformarlo, de convivir con las políticas neoliberales, es como si el que está a punto de morir ahorcado exija que a la soga la decoren con flores y le unten cremitas para que no lastime mucho el cuello. ¿Cómo volvemos a nuestras raíces? ¿Cómo recuperamos la utopía de la lucha por el cambio social? ¿Cómo se coordina y reagrupa al movimiento social? Tampoco el contexto político y económico ha sido condescendiente con el esfuerzo del Fmln, las élites económico-políticas no van a ceder sus privilegios en las urnas, la resistencia sigue, claramente la estrategia nacional e internacional es que la derecha recupere el gobierno.

A treinta y seis años de fundación del Fmln, qué ha sido del ideario de “hacer realidad las demandas del pueblo salvadoreño: democracia, justicia social y autodeterminación nacional” Evidente e innegable es  que avanzamos en la democratización política, pero no hay avances en cuanto a justicia social (reforma fiscal, mejores salarios, empleos dignos, pensiones justas, etc) y mucho menos en la construcción de la autodeterminación nacional, en este punto la intervención de Estados Unidos tiene la complicidad no solo de la derecha sino del propio Fmln y su tibia y ambigua política de relaciones exteriores (un ejemplo es el apoyo que el Fmln ha endosado al Fomilenio II y al neoliberal Plan Alianza para la Prosperidad, ambos planes de desarrollo solo fortalecerán intereses privados locales y transnacionales, apenas destinan migajas de fondos para políticas sociales humanas)  El Fmln como hijo del movimiento social tiene una responsabilidad histórica y parece que la dirigencia actual y sus cuadros más cercanos no están a la altura del desafío, como dijo Ellacuría “tienen que ser fuerzas sociales las que contrarresten en un proceso de liberación lo que otras fuerzas sociales han establecido en un proceso de opresión” ¿Seguiremos viviendo del recuerdo de los muchachos que se fueron a la montaña? Bueno la mejor manera de reivindicar a los que cayeron es culminado lo que iniciamos en los ochentas, hoy por hoy todo eso está desdibujado y no tiene mucho sentido por los yerros que se han cometido, pero el proyecto liberador debe continuar ¿El Fmln se sumará?

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