El legado de la paz y la democracia de quienes nunca regresaron a casa y quienes regresaron lisiados de guerra del PRTC
Por: Oscar Martínez
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“Lo que se va a contar ocurre en las dos incursiones militares realizadas por el PRTC a Soyapango durante la Ofensiva del 11 de noviembre de 1989 “Hasta el Tope y Punto… Febe Elizabeth Vive”.
Los hechos muestran el dolor humano de mujeres y hombres nobles con principios y convicciones que marcharon largas horas desde los departamentos de Usulután, San Vicente, La Libertad, desde los refugios de Honduras y otros países de la región y del mundo en donde se encontraba un militante del PRTC y acató el llamado de la Comandancia General del FMLN que deberíamos de ejecutar una contraofensiva estratégica.
El Chele Velásquez contento se alistaba para participar en el gran “socón”; pero no se le permitió y se le dio la orden de ir a tensionar la solidaridad internacional por medio de la Comisión de Solidaridad Internacional (CSI) en Europa.
Así como a Manuel, el papá de Alama y Daysi a quien se le ordeno quedarse en la casa de seguridad que se tenía en unas de las colonias de San Salvador. “No quisimos meter todo al asador”. Manuel como todo compañero disciplinado acató la orden y se quedó lamentándose que no iba a la línea de fuego y decía “aunque sea llévenme a hacer trincheras o acarrearles agua”.
Bueno, estaba claro que el esfuerzo mayor fueron las principales ciudades, entre ellas, la capital salvadoreña, entonces la concentración mayor de las fuerzas guerrilleras fue en el Cerro de Guazapa -la retaguardia de San Salvador- y la focalización o el focus como dicen algunos de las fuerzas militares y políticas sociales del PRTC fueron las colonias de Soyapango.
Meses antes del 11 de noviembre se desarrollaba una gran movilización de logística, reuniones, encuentros, desencuentros, mensajes, contactos, juramentaciones y compromisos entre compañeras y compañeros que estaban preparando las últimas condiciones para recibir a los compas del monte para que se encontraran con los de la ciudad: dirigentes políticos, algunos milicianos y de autodefensa, integrantes del Movimiento Pan, Tierra, Trabajo y Libertad (MPTL), bases del campo y la ciudad con una cobertura simple “una fiesta del casamiento de Ana y Oscar”.
Así trascurrían las cosas: traslado de algunas armas, embutidos, traslado de compas como Juan “el Choco” y Filadelfo Realagueño; Juan “el Choco” se echó las últimas cervezas y llegado el momento cada quien se fue para donde se le había indicado; ya en el año 90 nos dimos cuenta que Filadelfo no encontró la fuerza del PRTC y se incorporo a la guerrilla de la RN con ellos combatió y salió con heridas de gravedad y así lo capturaron y se lo llevaron a mariona, quedando como lisiado de guerra.
En esos días previos a la ofensiva las fuerzas de seguridad, la FAES y Escuadrones de la Muerte incrementaron su política de terror, capturas, asesinatos y desaparecimientos de compañeras y compañeros, su mayor expresión de bestialidad del capital fue masacrar a la dirigencia de FENASTRAS.
Los días se acercaban y las mujeres y hombres que se incorporaron jamás dudaron que podíamos morir; pero que en todo caso lo hacíamos para que nuestras generaciones pudieran vivir de forma diferente; nadie pensaba quedar como desaparecido, enterrado en una colonia, ni dejar parte de sus cuerpos en las colonias de Soyapango, que se convirtieron en verdaderos campos de batalla entre quienes defendían un proyecto reaccionario burgués/oligárquico y quienes abanderaban un proyecto popular enraizado en los intereses de la clase trabajadora: el pueblo.
A cada joven combatiente que se integra a la ofensiva, se le dotaba de unas contadas balas y con armamento viejo M-16 miraban el futuro de victoria política-militar, producto de su entrenamiento, convicción en sus ideales y la justeza de la lucha.
Eran momentos tensos y volátiles, no se sentía el tiempo y ese día esperado llegó y con ello el primer hombre caído en combate, un jefe de columna del pelotón del comandante Raúl Rodas, el arnés y el fusil fue entregado a Chico Martínez, un joven obrero y destacado dirigente sindical de la UNTS. Las colonias de Soyapango llenas de música, pupusas, bailes y compras se transformaron en un verdadero campo de batalla entre un ejército burgués y un ejército popular del PRTC.
Los enfrentamientos permanentes duraron toda la noche, en el día se calmó un poco, la fuerza guerrillera barrió con la presencia enemiga, que reaccionó a los días con un bombardeo indiscriminado y despiadado contra la población, cobrando sus víctimas civiles (el Gobierno. El Alto Mando del Ejército y los grupos paramilitares, la oligarquía, la burguesía y empresarios, siempre vieron al pueblo como sus enemigos).
La jerga militar se va familiarizando, los cercos militares y sus rompimientos son ya una tendencia, penetrar y dar golpe de mano se convierte, casi en un juego para las fuerzas guerrilleras con su contundencia, las maniobras militares están a la orden del día, la guerra de movimientos y la guerra de posiciones dan resultado por la disciplina, la técnica, la táctica y estrategia de la fuerza guerrillera del PRTC que se agrupa y se desagrupa, el caminar en la noche se vuelve una costumbre, la trinchera un hogar, el avión o la avispita una visita frecuente.
Esas hazañas guerrilleras son relatadas de forma aleatoria, por sus protagonistas que sobrevivieron a la Ofensiva del 11 de noviembre de 1989; pero hoy se centran en dolor humano por los compas caídos en combate que en toda guerra se da: muertos, lisiados de guerra y personas con discapacidad.
Recordemos que el FMLN lanzó dos ofensivas políticas militares en una sola década, una ofensiva final, el 10 de enero de 1981 que le permitió constituirse en un ejército guerrillero con sus frentes de guerra, frente político popular y sus estrategias político-militares para enfrentar la política guerrerista del imperialismo norteamericano, la oligarquía y la Fuerza Armada de El Salvador, sus cuerpos de seguridad y grupos paramilitares como los Escuadrones de la Muerte.
El desarrollo de la guerra le permitió al FMLN una destreza militar impresionante de guerra regular y guerra irregular y en esa combinación asestaron golpes demoledores a la FAES, al GOES y al Imperialismo Norteamericano por ser los asesores y los financiadores de la guerra.
Entonces, todo ese periodo de acumulación de fuerza político-militar del FMLN le permitió que en noviembre de 1989 se lanzara la segunda Ofensiva Hasta el Tope y Punto… Febe Elizabeth Vive, que creó condiciones para transitar del diálogo a la negociación política como un medio para finalizar la guerra de doce años e iniciar una nueva institucionalidad en donde la sociedad civil, liberada de la represión institucionalizada, de paso a sus múltiples formas de organización por la lucha de sus intereses del diario vivir y de carácter estratégico: el poder político del pueblo y cuando eso, se de, será al salto de calidad de este pueblo.
Entonces, leamos los relatos, que no son necesariamente cronológicos, tal como sucedieron; sino son testimonios tal como los vivieron y recuerdan los protagonistas del PRTC de la última ofensiva guerrillera del siglo XX quienes asestaron una derrota al militarismo de El Salvador y abrieron una nueva institucionalidad con las reformas a la Constitución.
Miguel Mendoza: antes de salir de Guazapa, dijo: “Mañana va a retumbar, nuestra querida patria”. En la primera incursión guerrillera hacia Soyapango, cayeron en combate Cheyito Roque y Rigo, un franco tirador y radista, los tres de tropa especiales del PRTC. En esta operación cayó en combate Américo, quien iba al frente de una segunda columna, él era del departamento de Usulután, la unidad era de 24 compañeros y quedaron vivos solo once; también cayeron en combate Yamilet de la Periquera; Chepito, el hijo de Elías Abarca, Juancito, hermano de Camilo Turcios y Amílcar el Popo. Marcial dice que muchos nombres se le han olvidado; pero no olvida la disposición y convicción de lucha que mostraban para combatir.
Desde los primeros días de combate demostraron ser de vida o muerte, lo que hacía referencia a la consigna de “Patria Libre o Morir” “Revolución o Muerte… Vencernos”. Tania pronuncia el nombre de la comandante Judith (María Milagro Alvarado Zepeda), quien cayó con Yolanda Edith Santos Santos, en una emboscada enemiga, en Guazapa y que según cuentan, lograron salir de la emboscada Chico Martínez, destacado dirigente obrero del Comité Ejecutivo de la UNTS, el chele Emilio, el comandante Camilo Turcios, Daysi Jaime Alonso, hija de Manuel y hermana de Alma y Víctor Marroquín.
En la segunda incursión militar del PRTC a Soyapango cayeron los compas: Elenilson, hermano de Penacha; compa Aníbal, hermano de Chirajo; Delmy; Nora; Dimas Rivas Cortez, “machetillo, como cariñosamente le decíamos, al momento de la caída en combate era mi radista, dice Marcial, quien también recuerda que salió herido en combate Saúl, de Fuerzas Especiales.
Otro compa que cayó en combate en movimiento fue Nelson, un radista a quien la situación operativa en el terreno de combate, le era adversa y enfrente de la fábrica INCO le dieron un roquetazo, dice Marcial.
“El negro” Bladimir recuerda que “a Elenilson lo dejamos muerto en el hoyo donde nos acorralaron los roqueteros, recuerdo que también se tiró al barranco el tico Daniel, él y yo cubrimos la retirada y encontramos a Delmy, quien había caído en combate, que era mi prima, la hermana de Víctor, y después cargamos a Saúl, su radista nos avisó que estaba herido, fuimos los últimos que salimos de ese barranco.
Lo dicho por Bladimir hace recordar a Marcial que “la Unidad del Chucho Milton estaba en el bordo del barranco, esperando que el enemigo se acercar hacia el hoyo con los “Yataganes puestos en los fusiles AK; pero el enemigo no avanzó y un helicóptero sobrevoló la quebrada para dejar caer unos roketazos”.
El comandante guerrillero, Elsio Amaya dice que también fueron los últimos en salir de Soyapango, pues los últimos enfrentamientos fueron librados solo por la fuerza guerrillera del PRTC. El comandante Elsio Amaya, quien caminó días antes de la ofensiva, hasta Guazapa y desde ahí caminar con su unidad guerrillera a Soyapango, recuerda “que Elenilson lo encontramos y con el compa Adiolio, el Hermano de Maldonado, lo llevamos a la casa de un señor para que lo enterrara, ese señor se quedó abriendo la sepultura, mientras nosotros nos retirábamos” a la línea de fuego, al campo de batalla.
Elsio tiene sus recuerdos de Roberto Ruiz de Usulután, “Roberto metro” un barbudito que quedó en calidad de desaparecido en la zona de Soyapango. También recuerda al “Tío Pío”.
El comandante Elsio, quien estuvo al frente de la última batalla en Soyapango, dice que estar en el campo de batalla con tropa guerrillera es muy moralizadora para mantenerse luchando.
Bladimir habla en silencio de los muertos y los vivos “Debemos estar orgullosos, yo por mi parte lloré ese día, porque creí que era el final -en ese hoyo solo bastaban una dos o tres granadas y nos mataban a todos- el tico Daniel traía consigo una botella de smirnof y brindamos. Cuando cargamos a pisadera le dimos la otra mitad de la botella porque lloraba del dolor que le ocasionaba el tobillo destrozado, estaba “hecho añicos” por el balazo, así lo llevamos hasta un cerro y después nos ayudaron los compas que nos encontraron hasta llegar al campamento.
En Soyapango las fuerzas especiales del PRTC dieron varios golpes de mano y realizaron varias maniobras militares sorprendentes que les permitió mantener el control por unos días.
El chucho Milton reflexiona “Definitivamente tenemos un cúmulo de recuerdo de grandes victorias y fuimos capaces de enfrentar y derrotar muchos planes de un ejército bien entrenado por los gringos. Nuestra generación de hombres y mujeres ya dimos la vida útil, ya que muchos compañeros están muriendo por diferentes causas y creo que aún nuestro relevo de jóvenes aún no lo tenemos para que continúe con este proyecto. En la ofensiva llamada hasta el tope y punto le demostramos al imperio que no estábamos derrotados. Ustedes ya recordaron varias anécdotas. La mía es cuando les dejé ir el carretón de paletas”.
“Yo, cuando le dejé ir el camión al portón de la INCO”, replica Bladimir y “cuando les di de comer chicharrones de venado en plena ofensiva guerrillera”.
¡Cuántas cosas que no se olvidan jamás! ¡Y cuanta lucha que nos espera por hacer!
Ya en la retirada, Miguel Mendoza nos reúne en una quebrada en la noche en donde unos compas heridos reposaban también, sentados en unas peñas, nos hace un análisis político-militar, “vamos ganando la guerra y nos retiramos para irnos a preparar para otro esfuerzo militar de otras dimensiones que obligará al enemigo a sentarse a negociar con nosotros” se refería al esfuerzo militar de diciembre de 1990 en donde la fuerza del PRTC se bajó en Usulután un aparato aéreo y con ello cambió el rumbo de la guerra porque le quebramos la guerra área a la FAES, al GOES y al Imperio Norteamericano.
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