Washington/AFP
Un alto oficial retirado de la Marina estadounidense, quien habría sido elegido por Donald Trump para ser su Consejero de Seguridad Nacional, rechazó el puesto, informaron medios estadounidenses.
El rechazo del exvicealmirante Robert Harward a ocupar ese cargo deja a la administración de Trump sin remplazo para Michael Flynn, quien fue obligado a dimitir a principios de esta semana tras la revelación de conversaciones telefónicas que mantuvo con el embajador de Rusia en Washington durante la campaña electoral.
En un comunicado leído en la CNN, Harward dijo que rechazaba el puesto porque «no podría comprometerse».
«Ese trabajo exige [dedicación] 24 horas al día, siete días a la semana y un compromiso para hacerlo bien. Actualmente no puedo comprometerme», dice el comunicado de Harward, alegando motivos familiares y financieros.
No obstante, varios medios estadounidenses, como CNN y Politico, dijeron en la noche del jueves que la decisión de Harward se había debido a que no tenía garantías suficientes de que el Consejo de Seguridad Nacional (CSN) fuera a ser el verdadero responsable de definir la política.
A diferencia de lo que ocurría durante la administración de Barack Obama, Donald Trump nombró a su consejero estratégico Stephen Bannon miembro permanente del CSN, una especie de pequeño ministerio de Exteriores en el seno de la Casa Blanca.
La reorganización de este influyente círculo, que aconseja al presidente en materia de seguridad, supuso que el jefe del Estado Mayor del Ejército y el director de la inteligencia estadounidense quedaran en parte excluidos, y ya no siempre participan en las reuniones del CSN.
Harward, de 60 años, pasó gran parte de su carrera en los Navy SEAL, la unidad de operaciones especiales, y dirigió una unidad especializada en Oriente Medio. También colaboró estrechamente con el general ahora retirado James Mattis, el actual secretario de Defensa.
El rechazo de Harvard coronó una jornada muy agitada para el presidente estadounidense, de 70 años, que este jueves arremetió contra los medios y los políticos en una tensa rueda de prensa en la Casa Blanca que duró una hora y 16 minutos.