Fidelina Martínez Castro
En El Salvador estamos, ed nuevamente en otro proceso electoral y en él, cheap como es usual, los partidos políticos están “enamorando” a la ciudadanía con múltiples promesas de las que muchas solo serán eso, promesas.
Los medios de comunicación informan que los dos partidos políticos que correrán en la segunda ronda ven rentable, por votos, hacer compromisos con los grupos religiosos a las que ofrecen espacios institucionales dentro del gobierno como secretarias; acatamientos de mandatos religiosos en políticas públicas sin tener en cuenta que lo que prometen es inconstitucional, porque cuando la Constitución señala en el Art. 85 que somos una República Democrática y Representativa, y en el Art. 86 enuncia que el poder público emana del pueblo, para nada caracteriza al gobierno salvadoreño como una Teocracia en donde preceptos religiosos y políticos se confunden.
En las Repúblicas Democráticas, la laicidad en el ejercicio del gobierno es la garantía para el respeto de los Derechos Humanos de toda la población incluido el derecho a tener o no tener alguna religión, es un error que los candidatos a la presidencia irrespeten el pluralismo ciudadano y se comprometan a gobernar condicionados por preceptos religiosos, que en su mayoría son sumamente patriarcales, para realizar políticas públicas que deben ser para toda la población y no solo para personas creyentes.
La clase política al adquirir compromisos con las iglesias ignora las propuestas legítimas y específicas de las mujeres, no ven la necesidad de comprometerse con ellas en sus reivindicaciones más sentidas, al limitarles sus Derechos Humanos, como por ejemplo, obligando a mujeres y niñas a sufrir embarazos no deseados, etc. Se imaginan que ofreciéndoles las tradicionales asistencias, bastará para que ellas voten y los elijan.
En la sociedad patriarcal es evidente que se confía mucho en que la ideología afín a tal sistema social, al ser de dominio y control para las mujeres; los políticos se sienten seguros de que aun cuando poblacionalmente las mujeres son mayoría, algunas de ellas enajenadas con las ideas impuestas de feminidad estereotipada, sacrificaran sus legítimos intereses en beneficio de los candidatos presidenciales y sus equipos. 25/febrero/2014.