Nueva York/AFP
El Consejo de Seguridad de la ONU adoptó este martes una resolución que ordena a los milicianos chiitas hutíes retirarse de las zonas de Yemen que conquistaron y les impone sanciones, incluido un embargo en el suministro de armas.
La medida fue aprobada por 14 de los 15 miembros del Consejo. Rusia se abstuvo en la votación pero no hizo uso de su derecho de veto.
El proyecto de resolución, presentado por Jordania y los países árabes del Golfo, demanda «a todas las partes» en conflicto negociar en el menor tiempo posible un «rápido cese» de las hostilidades en Yemen.
Pero la resolución no impone a la coalición árabe que combate a los hutíes, apoyados por Irán, suspender los bombardeos aéreos que comenzó a realizar hace tres semanas.
Esta resolución es la primera decisión concreta del Consejo desde el inicio de la ofensiva contra los hutíes lanzada por Arabia Saudí y sus aliados, el 26 de marzo, mientras la situación humanitaria en el país se degrada día a día.
El Consejo de la ONU exige a los milicianos chiitas que cesen las hostilidades «inmediatamente y sin condiciones» y que se retiren de todos los territorios que controlan en Yemen, incluida la capital Saná.
Además, la resolución impone un embargo sobre las armas destinadas a los hutíes y sus aliados. Los Estados miembro, en particular los de la región, estarán a cargo de inspeccionar los cargamentos sospechados de transportar armamento hacia Yemen.
Sobre el terreno, combatientes de tribus locales sunitas se hicieron con la única terminal de gas del país, situada en Belhaf (sur) y la empresa explotadora anunció la suspensión de todas sus actividades.
Causa de ‘fuerza mayor’
Tras haber conquistado la capital, Saná, así como regiones del norte, centro y oeste del país, los rebeldes y sus aliados amenazan las últimas posiciones en el sur de los partidarios del presidente Abd Rabo Mansur Hadi, refugiado en Arabia Saudí.
El martes, la compañía Yemen LNG, en parte controlada por el grupo francés Total, anunció la suspensión de todas las operaciones de producción y exportación» en la única terminal de gas del país, situada en Belhaf (sur), en el golfo de Adén.
La decisión, justificada por causa de «fuerza mayor», fue tomada en razón de una «nueva degradación de la situación de seguridad alrededor de Belhaf».
«Hombres armados de tribus tomaron el control de la terminal de gas de Belhaf (…) después de nuestra retirada», dijo a la AFP uno de los militares de la unidad de protección, una información confirmada por una fuente tribal.
«Los 400 soldados que estaban desplegados en la terminal abandonaron las armas y se retiraron y nuestros hombres entraron en el puerto y en los despachos de Yemen LNG», indicó esta fuente, y añadió que las tribus se comprometen a «mantener la seguridad» de las instalaciones.
Apoyo por favores
La intervención arabo-sunita del 26 de marzo llegó en un momento en que ya se producían combates diarios entre partidarios y adversarios del jefe del Estado. El conflicto tiene dimensiones locales, regionales, políticas, confesionales y tribales.
Generalmente, las tribus locales sunitas del sur son hostiles a los hutíes, rebeldes chiitas del norte, pero debido a los cambios de bando corriente en Yemen, nadie puede asegurar que esas tribus apoyan aún al jefe de Estado en el exilio. Ese apoyo, a menudo se ha basado en favores o pagos.
Los combates proseguían en el sur, en la provincia de Lahj, donde murieron 16 rebeldes y en Adén, segunda ciudad del país.
Desde los altavoces de las mezquitas se lanzaron llamamientos a los hutíes y sus aliados a detener los combates «mortíferos y destructores».
El intento de los rebeldes de llegar a una refinería en la misma ciudad, recibió como respuesta ataques aéreos nocturnos que dejaron siete muertos.
Desde el 26 de marzo, las víctimas mortales se cuentan por centenares y los heridos, por miles, mientras las organizaciones humanitarias luchan por hacer llegar la ayuda a los civiles.
Ante la petición de la ONU de crear un corredor humanitario en Yemen, el jefe de la coalición árabe, Ahmed Asiri, aseguró que esa era una pregunta «para quienes matan a ciudadanos yemeníes», y acusó a los rebeldes de dificultar su tarea a los equipos de salvamento.