Por Rodrigo Almonacid/Alina Dieste
Bogotá/AFP
Delegados de la ONU en Colombia visitarán en «las próximas semanas» con representantes del gobierno y de las FARC las zonas donde se concentrará la guerrilla tras la eventual aprobación de un acuerdo de paz, informó el organismo internacional.
«En las próximas semanas se dará una visita tripartita de las zonas veredales para poder establecer exactamente cuáles son los requerimientos de tipo logístico y de preparación de personal», anunció el jefe de la Misión de la ONU en Colombia, Jean Arnault, en rueda de prensa en Bogotá.
La visita a estos lugares de concentración, acordados por el gobierno y las FARC en los diálogos que sostienen en Cuba, permitirá elaborar un informe para el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, bajo cuya égida y a pedido de las partes fue creada esta misión de observación, añadió.
«Es importante para nosotros realizar un reconocimiento de esas áreas», aseguró Arnault, y dijo que la «fecha tope» para la presentación de ese documento al Consejo de Seguridad es el 19 de agosto.
La ONU tendrá equipos permanentes en cada una de las 23 zonas veredales y ocho campamentos donde se agruparán los guerrilleros, con un total de al menos 18 observadores internacionales, militares y civiles, por cada sitio, según informó.
El gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas) negocian desde 2012 en La Habana el fin de un conflicto armado de más de medio siglo.
En el marco de esas pláticas, el organismo internacional formó «una misión política» en enero para verificar el cese bilateral y definitivo de fuego y hostilidades, así como constatar la dejación de armas de la guerrilla.
Esa misión tendrá un número aproximado de 500 observadores militares -sin uniforme y desarmados-, y unos 150 civiles, la mayoría de países latinoamericanos, que empezarán a operar una vez entre en vigor el acuerdo final de paz, según un comunicado de la ONU difundido este martes.
El gobierno y las FARC sellaron el 23 de junio las condiciones del alto al fuego definitivo, el desarme de los rebeldes y el mecanismo de refrendación del pacto de paz, que se espera firmen próximamente.
Tras este acuerdo, la ONU envió un primer grupo de observadores a Colombia para empezar las labores de monitoreo y verificación que se le asignaron como «juez imparcial» del cumplimiento de lo negociado.
Verificación «compleja»
En Colombia ya se encuentran unos 80 observadores de Argentina, Chile, Bolivia, El Salvador, Guatemala, México, Paraguay y Uruguay, que luego de un entrenamiento especial se trasladarán a las ocho oficinas regionales de la ONU que empezarán a funcionar en varios puntos del país, dijo Arnault, quien afirmó que en los próximos días llegarán 100 más.
El objetivo es que la misión «esté lista para operar» cuando entre en vigencia el acuerdo final, que tras su firma deberá ser refrendado por el pueblo colombiano mediante un plebiscito. Arnault no mencionó la posibilidad de que el pacto final de paz con las FARC no resulte aprobado.
«Se está haciendo el intento de asegurar que en el momento en que entre en vigencia el acuerdo de paz, la misión de verificación en su conjunto esté desplegada en el terreno y capaz de cumplir con su función», aseveró.
El diplomático recordó que la misión es transitoria y tiene un mandato de un año, prorrogable a pedido de las partes. «Luego de cumplir su mandato se disolverá», agregó.
Admitió que la verificación de lo pactado será «compleja» por el número de regiones acordadas para la concentración de las tropas insurgentes.
Y también por la «existencia de otros conflictos». En Colombia opera el Ejército de Liberación Nacional (ELN, guevarista), alzado en armas desde 1964, y actúan numerosas bandas criminales dedicadas al tráfico de drogas, entre otros delitos.
«Muchos de los países que están hoy contribuyendo a la misión con observadores nos han manifestado la cuestión de la seguridad», afirmó Arnault.
Colombia vive un conflicto que ha enfrentado durante más de medio siglo a guerrillas, paramilitares y agentes del Estado, dejando unos 260.000 muertos, 45.000 desaparecidos y 6,9 millones de desplazados.
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