Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino
“La conmemoración de la masacre del Sumpul o Las Aradas, como se conoce, es una forma en que las víctimas dicen aquí estamos, que siguen vivas, que son sobrevivientes y, por lo tanto, seguirán exigiendo sus derechos”, reseñó en una entrevista exclusiva con Diario Co Latino, Ana Julia Escalante, directora de Asociación Pro Búsqueda.
La Masacre del río Sumpul, ocurrida al principio del conflicto armado, provocó un éxodo de la población civil proveniente de los municipios San José Las Flores, Las Vueltas y Ojos de Agua, en el departamento de Chalatenango, que huían del ejército salvadoreño. Cuando llegaron al llano Las Aradas, territorio limítrofe con Honduras, ese 13 y 14 de mayo de 1980.
– ¿Cuáles son las expectativas de justicia del Sumpul en la actualidad?
No olvidemos que ese conflicto de 12 años de guerra dejó a la gente lastimada y con heridas que no pueden sanar, y si no quieren cerrarlas, eso al final niega también la existencia de los nuevos procesos de violencia que estamos viviendo en la actualidad y las nuevas víctimas.
Como la desaparición forzada que ha sido una constante en nuestra sociedad, tanto por la delincuencia como el crimen de guerra, y ahora hay otra forma de desaparición, en donde las familias no conocen el paradero de sus hijos, si ellos están vivos o muertos. Es otra forma de desaparición también, violatoria a los derechos humanos.
No negamos tampoco que haya sido necesario luchar contra las pandillas, que era un flagelo contra la sociedad y la gente ya estaba cansada. Y es parte de sus derechos y los nuestros de sentirnos en una sociedad segura, pero la pregunta es ahora ¿A qué costo?, cómo estamos viviendo esa tranquilidad por un lado y de zozobra por el otro.
– ¿Cómo se vincula la Memoria Histórica y la actualidad en estas reivindicaciones?
Es necesario llegar a un equilibrio en que la Memoria Histórica, nos enseñe a superar las cosas o que debe hacerse ante las problemáticas. Como las formas de generar seguridad de la población sin llegar a sobrepasar esos derechos fundamentales que tanto han costado que se reconozcan.
Porque el conflicto armado se dio por una lucha del reconocimiento de derechos y ahora nuevamente estamos en una situación en donde nuestros derechos se ven vulnerados, entonces, la Memoria Histórica es una enseñanza.
Nos orienta como debemos o no actuar frente a las problemáticas y como la sociedad también quiere ser reivindicada. Hemos pasado de un ciclo de violencia a otros ciclos diferentes de violencia -quiérase o no-, la sociedad está cansada, está agotada y lastimosamente este mar de tendencias nos hacen olvidar nuestro pasado y lo que es importante para nosotros.
– ¿Cuáles son las expectativas de justicia con la Masacre del Sumpul?
Últimamente, se han hecho varias exhumaciones, lástima que esos procesos de exhumación no han podido ser acompañados de procesos de verdad y justicia para que la gente vaya cerrando esas heridas con las que viven.
Estos procesos de verdad permiten a las víctimas sobrevivientes y familiares de víctimas saber que pasó, y tener certeza que los restos de sus seres queridos están allí (Las Aradas) , sabemos que esta masacre fue muy grande en donde murieron niños niñas, ancianos y mujeres, que estuvieron en medio de un fuego cruzado.
Esa población civil desarmada sólo quería escapar de los ataques del ejército salvadoreño y hondureño, por eso muchos se ahogaron, lo que significa que hay muchos cuerpos que no se van a poder recuperar lamentablemente. Y estas conmemoraciones son una forma en que las familias sobrevivientes recuerdan no sólo la memoria de sus seres queridos, sino reivindicar sus derechos como sobrevivientes.
– ¿Se podrían retomar como una reparación estas conmemoraciones?
Claro, un proceso también del manejo del duelo. En estas conmemoraciones que Pro Búsqueda participa se llevan a cabo entre los meses de mayo y junio, meses intensos precisamente porque fue cuando se dieron grandes operativos militares en diferentes años contra la población civil.
La masacre del Sumpul fue en los ochenta, luego la Guinda de Mayo. Esta masacre de 1982 se enmarcan en un período duro y cruel, en donde se dieron muchos operativos militares en la zona.
Algunos están registrados y otros no. Recientemente, la gente comienza a reconocer masacres de las que sobrevivieron. Y esto es Memoria Histórica, aquí en Chalatenango, pero también en otros departamentos, y honrar la memoria de las víctimas reivindica a los sobrevivientes.
– ¿Cómo valora el aspecto de aplicación de justicia?
Realmente en el país se ha negado históricamente la justicia. Tenemos el caso de El Mozote, un caso emblemático, que está bien investigado y con pruebas científicas y forenses, pero han buscado diferentes maneras para frenar este proceso que iba avanzando. No permitiendo acceso a la información al Juez de la causa, en los archivos militares que pudiera abonar al caso. Y el cambio de jueces que también ha llevado a una dilatación del proceso penal.
Es decir, el tema de la justicia en nuestro país -no está lento-, simplemente no existe, porque no se ve voluntad de llevar ante la ley a aquellos que perpetraron las grandes masacres. Y hablo no solo quienes las ejecutaron, sino también a quienes las planificaron.
Y está demostrado que esas masacres no fueron al azar, fueron planificados, hubo conciencia de lo que se iba a hacer y toda una estrategia para acabar con los que ellos consideraban aliados, a un bando del conflicto, cuando en realidad eran civiles, gente desarmada porque eran niños, niñas, mujeres, algunas embarazadas y adultos mayores.
– ¿Qué queda para las víctimas sobrevivientes frente al intento de ignorar el pasado de país?
La gente en este proceso se une para conmemorar y participan, pero sabemos que también hay un nivel de desesperanza de que está situación vaya a cambiar sus derechos reconocidos, entonces, creo que es un gran reto para las organizaciones de derechos humanos seguir acompañándolos.
Y también para el Estado, al olvidar o tratar de enterrar el pasado, que no es lo adecuado, puede reconocer esos errores y no volver a cometerlos, reivindicando a las víctimas y apoyando verdaderamente un proceso de paz, que es lo que todos queremos.
El pasado nos alcanzó de nuevo, y este ha sido más evidente, la gente en las comunidades nos ha dicho, que se sienten como en el pasado, que están volviendo a revivir el miedo de quienes dan seguridad y los jóvenes no se sienten libres.
Actualmente, el hecho de tener familiares en cárceles que no han podido obtener procesos justos, demostrar su inocencia y sin saber si sus hijos están vivos o muertos, porque no existe un mecanismo para comunicarse con las autoridades, pues sólo te das cuenta que aquí se han socavado totalmente los derechos humanos.
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