La madrugada del viernes pasado, la Policía Nacional Civil y la Fiscalía General de la República dieron un fuerte golpe a las estructuras criminales de una de las pandillas en el departamento de Santa Ana, al desbaratar a dos clicas con la captura de cerca de 100 personas, entre pandilleros y colaboradores, incluidos supuestos empresarios, un abogado y dos policías.
No dudamos que la población santaneca podrá vivir a partir de hoy con más tranquilidad, sin el acoso de esas estructuras criminales.
Sacar de la calle a estos criminales ha sido toda una victoria, pero descubrir y golpear esta segunda estructura financiera criminal lo es aún más. De hecho, este golpe a las finanzas que afecta principalmente a los cabecillas de la pandilla es totalmente demoledora contra el crimen organizado, que conllevará, a mediano plazo, a diezmar la pandilla más grande que opera en el país.
En la operación Tecana, la Policía y Fiscalía allanó más de 40 negocios, una decena de inmuebles, y decomisó 15 armas de fuego, 70 vehículos y miles de dólares en efectivo. Es importante que la población conozca que este golpe a la estructura criminal fue dado gracias a las técnicas de investigación y a las escuchas telefónicas de la Policía.
Este golpe, al igual que la Operación Jaque, ha dejado en evidencia que todo el trabajo criminal de las pandillas, como las extorsiones, el sicariato y la venta de drogas, es para que el reducido grupo de cabecillas viva de una forma inimaginable, con las mejores comodidades cual si fueran magnates petroleros o grandes empresarios.
El Gobierno debe iniciar de inmediato la difusión del modo de vida de los cabecillas; mientras centenares de pandilleros, llamados por los cabecillas “perritos”, se juegan la vida cuando cometen las fechorías que les ordenan, y viven en chifurnias, con las dádivas de los cabecillas.
El pueblo debe tener confianza en la autoridad y contribuir con ella, pues, en la medida que la población cifra las esperanzas en la seguridad pública y colabora, en esa medida se acercará la paz y tranquilidad que El Salvador se merece. Sin lugar a dudas el país tiene rumbo también en la seguridad pública.