Washington/Prensa Latina
La capital estadounidense amaneció el domingo como una zona de guerra, con un dispositivo de seguridad sin precedentes con vistas a la toma de posesión del presidente electo, Joe Biden, el 20 de enero. En toda la historia de la nación norteña nunca se vio un operativo similar para la inauguración de un mandatario, y el de esta ocasión solo puede compararse con las medidas adoptadas cuando asumió la presidencia Abraham Lincoln (1861-1865), en medio de la Guerra Civil, destacan expertos citados por medios de prensa norteamericanos. En las medidas implantadas en los últimos días se destaca la presencia de casi 25 mil efectivos de la Guardia Nacional, ante recientes advertencias de las agencias policiales y de seguridad acerca de una posible acción terrorista masiva contra instalaciones federales y en las capitales de los 50 estados.
En los alrededores del Capitolio de Washington, Distrito de Columbia (D.C.), creció la presencia policial tras el ataque protagonizado contra esa instalación el pasado 6 de enero por miles de seguidores del presidente Donald Trump, patrocinados por este, quien vio frustrados sus deseos de reelegirse en los comicios del 3 de noviembre pasado.
Las autoridades colocaron barreras de dos metros de alto alrededor de la sede del Legislativo, sus edificios de oficinas anexos y la Corte Suprema, ubicada en el área aledaña.
El Servicio de Parques Nacionales cerró todo el National Mall, una panorámica de unos tres kilómetros de largo que se extiende desde el Lincoln Memorial en el extremo oeste hasta el Capitolio en el este, destaca este domingo el diario USA Today.
Más de una docena de estaciones del metro ya cerraron y el centro histórico de la ciudad se dividió en una ‘zona roja’ solo para vehículos autorizados y una ‘verde’ que solo permite vehículos de los residentes de la zona.
Las tropas de la Guardia Nacional desplegadas en el área están armadas, y muchos de sus efectivos fueron fotografiados por medios de prensa durmiendo en casi todos los rincon El Servicio Secreto coordina la presencia de seguridad más grande en la historia del Distrito de Columbia, no solo por el ataque, sino por la posibilidad de que ocurran nuevas acciones caóticas, impulsadas por elementos supremacistas blancos.
El director del FBI, Christopher Wray, destacó este fin de semana que esa agencia interceptó ‘una gran cantidad de conversaciones en línea preocupantes’ sobre planes de acciones extremistas antes y durante el evento.
Matthew Miller, el agente especial a cargo de la Oficina de Campo del Servicio Secreto en Washington, dijo que el aumento de sus efectivos en el área capitalina es resultado directo de esas amenazas.
Hay una gran cantidad de charlas muy preocupantes, y es para lo que nos estamos preparando, dijo Miller en una conferencia de prensa el viernes con la alcaldesa del D.C., la demócrata Muriel Bowser.
‘No le estamos pidiendo a la gente que venga a la ciudad, porque hay una gran amenaza a la seguridad, y estamos trabajando para mitigar esos peligros’, dijo la semana pasada el jefe de policía capitalina, Robert Contee.
Pero las medidas de seguridad no se limitan al gobierno, por ejemplo, la compañía de alojamiento Airbnb cerró su servicio de alquiler dentro de la capital norteamericana en los días cercanos a la inauguración.
Esto se debe a que directivos de la entidad descubrieron que ‘numerosas personas asociadas con grupos de odio conocidos o involucrados en la actividad criminal en el Capitolio’ estaban haciendo reservas a través del sitio.
Todo este operativo tiene lugar en momentos en que Trump se enfrenta al proceso de juicio político aprobado recientemente por la Cámara de Representantes, aunque todavía está por determinar en qué momento el Senado iniciará los procedimientos, situación que añade un elemento de tensión adicional a los preparativos para la toma de posesión de Biden.