Fernando Marroquin
De nosotros, cheap como servidores públicos y ciudadanos, depende cuánto y hacia a dónde avancemos. Lo cierto es que en los últimos días la necesidad de poner luz en sectores donde tradicionalmente reinó la oscuridad es cada vez más urgente si queremos tener un gobierno y una sociedad con más transparencia y menos corrupción.
Mañana finalizamos la Semana de la Transparencia 2015 con la presentación de un portal para transparentar las plazas disponibles en el gobierno y el proceso de contratación en cada una de ellas.
Esta acción se suma a las más de 50 medidas a favor de la transparencia, acceso a la información, rendición de cuentas y lucha contra la corrupción que se han tomado desde 2009 con la llegada del primer gobierno del FMLN al Ejecutivo.
Los avances que presentamos en el libro “Abriendo camino: seis años de transparencia en El Salvador” son indiscutibles. Antes de esa fecha no había nada, ni siquiera con quien hablar de transparencia en el gobierno.
Jaime Campos, comisionado del Instituto de Acceso a la Información Pública -creado como parte de las estructuras para favorecer la apertura gubernamental-, decía hace unos días en una entrevista televisiva que “el que no quiera ver los avances en transparencia es porque está ciego”.
Campos tiene razón, les guste o no les guste hemos avanzado en transparencia como nunca en la historia de este país; eso no significa, por supuesto, ni que los créditos de los avances sean totalmente del gobierno ni que no haya camino por recorrer.
La transparencia se baila como el tango: en pareja. Por eso, los más de 73 mil solicitantes de información -desde que entró en vigencia la Ley de Acceso a la Información Pública- y los cerca de 700 servidores públicos que día a día trabajan por abrir la información del Ejecutivo y luchar contra la corrupción desde las oficinas de Auditoría Interna se merecen un reconocimiento especial, por su aporte histórico a este proceso para poner luz a donde tradicionalmente reinó la oscuridad.
Cuando iniciamos este camino era evidente que algunos sectores se molestarían, sobre todo porque cuando estuvieron en el poder no lo hicieron aunque pudieron y tuvieron tiempo suficiente para hacerlo. No lo hicieron porque no querían transparencia.
Hoy les está tocando las puertas y por más que se resistan, los incomode, armen campañas de difamación en medios, tratan de desmerecer los avances, les llegará tarde o temprano como sucedió en el gobierno.
De nosotros -como servidores públicos o ciudadanos- depende cuánto avanzamos y hacia a dónde. Lo cierto es que, en los últimos días ha quedado en evidencia que no solo en el gobierno hace falta más luz, también en la iglesia, en el fútbol, en las empresas, en los medios de comunicación, en los sindicatos y en las organizaciones sociales.
La transparencia, aunque incomode a algunos más que a otros, llegó para quedarse.-