Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino
Carmen es trabajadora de oficios domésticos, e inicia su jornada de trabajo a las cuatro de la madrugada, prepara primero el desayuno y almuerzo de sus hijos, luego debe trasladarse a su lugar de trabajo, en donde enfrenta tráfico y aglomeraciones para llegar a San Salvador, en donde se encuentra el hogar del empleador.
“Tenemos hora de entrada -pero no de salida-, llegamos a preparar a los hijos de nuestros empleadores, y luego, nos quedamos para hacer limpieza de la casa, jardín y patios. Se prepara desayuno a las personas que se quedan en casa, si es un adulto mayor o personas con discapacidad también reciben atención de bañarlos, darles de comer y controlar la medicación diaria”, afirmó Carmen.
“De estas jornadas de trabajo solamente nos pagan el trabajo del aseo de la casa y la preparación de alimentos. No la del cuido de las personas que se quedan en casa o las mascotas a las que cuidamos, alimentamos y aseamos. A veces, almorzamos a las 3 de la tarde y tenemos que esperar que llegue nuestro empleador a pagarnos el día de trabajo y cuando llega tarde terminamos llegando a nuestros hogares a las 9 de la noche y eso no es justo”, reiteró Carmen.
El último censo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) registró en el 2022 la existencia de 170 mil puestos de mujeres trabajadoras domésticas en El Salvador. Esta es una fuerza de trabajo que ha sido invisibilizada históricamente pese a sus labores de cuidados y apoyo a las familias salvadoreñas, y su contribución al desarrollo de la economía nacional.
Alma Yanira Siliézar, de la Secretaría de Organización y Estadísticas del SIMUTHRES, explicó que llevan más de 10 años “luchando para que ratifiquen el Convenio 189” de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que en su contenido reconoce y establece las condiciones que por ley corresponden a todo trabajador o trabajadora en El Salvador.
El trabajo doméstico presenta ciertas características que lo hacen en general más vulnerable con respecto a otras ocupaciones . La principal de estas es la realización de tareas en el seno del hogar -muchas veces-, sin las prestaciones laborales que les corresponden, expresó.
Según la OIT, hay más de 170 mil mujeres que trabajan en oficios domésticos, siendo una de las ocupaciones de peor calidad de empleo por extensas jornadas de trabajo, baja remuneración, escasa cobertura de seguridad social y el alto incumplimiento de las normas laborales.
“Cuando las personas trabajadoras como nosotras no solo atendemos el oficio del hogar, sino el cuido de niños, niñas y adultos mayores o con discapacidad, realizamos tareas para el sostenimiento de los hogares, reiteró Siliézar.
Sobre la situación laboral de las personas trabajadoras domésticas, agregó que continúan siendo invisibilizadas, desvalorizadas y desprotegidas en muchos de sus derechos laborales lo que genera “amplias brechas de desigualdad económica”, por lo que exigen la ratificación del Convenio 189 de la OIT, con el fin de recuperar el “empleo digno”.
El Convenio 189 de la OIT establece una serie de derechos como: un contrato de trabajo por escrito, una jornada de trabajo debidamente establecida, períodos de descanso diario y semanales, y vacaciones. Y contar con un salario mínimo pagado en dinero a la persona y en intervalos no mayores a un mes. Sobre la seguridad social, el Convenio de la OIT reitera el derecho de las mujeres trabajadoras domésticas a contar con seguridad social y las prestaciones por maternidad.
Además,compromete a los Estados Parte a equiparar las condiciones en las cuales las trabajadoras domésticas cuenten con seguridad social, promoción y protección de sus derechos humanos y la protección efectiva contra toda forma de abuso, acoso o violencia contra ellas.
“Sabemos que nuestro trabajo doméstico, porque es llevado a cabo dentro de un hogar, es más difícil de controlar y cuantificar todo este trabajo, lo que lleva a que exista un alto nivel de informalidad salarial. Y todos estos factores unidos a la discriminación, desvalorización y dificultad para la sindicalización nos limita a nuestro desarrollo como mujeres trabajadoras”, alegó.
La situación de pobreza obliga a las migraciones, a someterse a las condiciones de violación a todos los derechos humanos y laborales, que nos obliga a dejar a nuestras familias y estudios, lo que nos deja engrosando las filas del subdesarrollo y la feminización de la pobreza, reafirmó.
“Sabemos de la precarización del trabajo que nos obliga a esta tercerización del mercado laboral que impulsan los modelos neoliberales. Por lo que no contamos con políticas públicas laborales que mejoren las condiciones de trabajo doméstico en nuestro país. Como la falta de ratificar el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)”, reafirmó Siliézar.
De la misma manera, Siliézar exigió la implementación del Convenio 190 de la OIT, que ya fue ratificado por el Estado de El Salvador, sobre la “Eliminación de la Violencia y el Acoso en el Mundo del Trabajo”, que entró en vigencia el pasado 7 de junio de 2023. “Rechazamos todas las formas de discriminación y violencia contra las mujeres trabajadoras domésticas remuneradas, la exclusión, la invisibilización, y la explotación laboral. Y respaldamos las luchas de todas las trabajadoras domésticas remuneradas a nivel nacional y que el Estado nos garantice nuestros derechos”, puntualizó Siliézar.
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