Zúrich/dpa
Organizar un Mundial de fútbol gigante con 48 equipos no está al alcance de cualquiera, así que la FIFA se enfrenta a la posibilidad de un proceso de candidatura para el torneo de 2026 con muy pocos competidores.
La decisión de ampliar la Copa del Mundo de 32 a 48 equipos, tomada el martes por el Consejo del ente rector del fútbol mundial en Zúrich, facilita la entrada en el terreno deportivo, pero la complica mucho en el organizativo, ya que sólo un puñado de países podrán presentar candidaturas sólidas en solitario.
Las restricciones geográficas impuestas además por la FIFA, que prohíben a naciones de Europa y Asia, regiones que recibirán los Mundiales de Rusia 2018 y Qatar 2022, postularse para el torneo de 2026, reducen aún mucho más las posibilidades.
Sudamérica está centrada en una candidatura para 2030, año en el que se cumple el centenario del primer Mundial en Uruguay, mientras que en África no parece que haya una propuesta creíble para organizar un certamen que demandará al anfitrión mucha más inversión en infraestructura que hasta ahora.
China está decidida no solo a organizar el Mundial, sino también a ganarlo, pero Asia tiene esa edición vetada, así que en esas circunstancias, la única alternativa viable parece Norteamérica, donde Estados Unidos se erige como destino principal. El país presentó ya una candidatura para la edición de 2022, pero resultó derrotada sorpresivamente por el minúsculo Qatar.
La redada anticorrupción que el FBI realizó luego entre dirigentes de la FIFA y que provocó una sacudida en la política del fútbol fue ligada siempre por el caído presidente Joseph Blatter a aquel resultado.
“Estaba todo acordado. Vayamos a las dos superpotencias en la votación: vamos a Rusia y vamos a Estados Unidos”, dijo el suizo en una entrevista con el “Financial Times”. La jugada no le salió como planeaba y el tsunami posterior acabó con él derrocado y Gianni Infantino en el trono.
El nuevo mandamás ha puesto las condiciones para que el torneo acabe finalmente en Estados Unidos. Serán necesarios 12 estadios, los mismos que se usaron en Brasil o en Rusia, pero hay que ofrecer alojamiento y zona de entrenamiento para 48 equipos, además de asimilar también un incremento en el número de fans visitantes.
No parece razonable presentar una candidatura rival por parte de Canadá o México, las otras potencias de la zona, así que lo más probable es que los vecinos del norte y el sur unan fuerzas con el gigante norteamericano para presentar una propuesta conjunta.
La FIFA abrió también en octubre la puerta a este tipo de postulaciones, sin limitar el número de países participantes. Hasta ahora, sólo Corea del Sur y Japón organizaron un Mundial conjunto, pero la tendencia parece ser esa. En 2030, los sudamericanos se decantan por un torneo en Argentina y Uruguay.
“Todo esto significa que el número de países que pueden ser sede sin construir grandes infraestructuras y estadios es limitado”, advirtió el jefe de la federación estadounidense, Sunil Gulati.
El canadiense Victor Montagliani, el presidente de la Confederación de Norte, Centroamérica y el Caribe (Concacaf), agregó que “en algunas regiones no sólo tiene más sentido, sino que es el único sentido”. México, por su parte, quiere “formar parte de la fiesta”, según dijo el secretario general de la federación nacional, Guillermo Cantú. “Sí, ese es nuestro deseo”.
La candidatura única de Brasil 2014 enojó a Blatter, que decidió terminar con el sistema tácito de rotación de continentes. Pero su plan de adjudicar dos torneos (2018 y 2022) en un solo proceso para estimular la competición resultó un desastre.
Infantino insiste en que el fútbol debe ser global, pero por si acaso instaló una red de seguridad: si ningún candidato cumple los requisitos, los países europeos podrán también postularse. La elección será en 2020 y, por primera vez, estará en manos de los 211 miembros del Congreso de la FIFA. Es posible, sin embargo, que no tengan mucho donde elegir.