Por Julia Ríos
Managua/AFP
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, asumió por cuarta vez la presidencia de su país, en esta ocasión con su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta, con hegemonía parlamentaria y sin obstáculos para impulsar su agenda.
Ortega fue juramentado en un ceremonia sobria celebrada en la Plaza de la Revolución, por el presidente del Parlamento, Gustavo Porras, quien le impuso la banda presidencial para gobernar los próximos cinco años, junto a su esposa, Rosario Murillo, a quien también el fue tomada la promesa de ley.
Por primera vez en la historia de esta nación centroamericana, un matrimonio asume su conducción, lo que despierta temores de los opositores, que temen que derive en una dictadura familiar.
En su discurso, Ortega prometió «seguir trabajando en unidad con toda la fuerzas económicas, sociales y políticas» para sacar adelante al país, así como mantener los programas sociales que ha impulsado en los últimos 10 años para reducir la pobreza de un 45 a casi un 29%
Aseguró además una mayor estabilidad energética, clave para la economía, tras destacar los avances que su gobierno ha hecho en ese campo con el apoyo principalmente de Venezuela, su principal cooperante, ahora en crisis.
Ortega gobernará hasta 2022 con el respaldo de 71 de los 92 diputados en el parlamento, comandado por el otrora líder de los sindicatos sandinistas, Gustavo Porras.
Más de lo mismo
Algunos observadores creen que el nuevo mandato será igual a los 10 años que lleva Ortega en el poder.
«Será más de lo mismo (…) de todo lo que ha sucedido hasta el 2016: un monólogo, las mentiras (sobre proyectos) que dicen que van ha hacer, la fantasía, la migración de la gente que no quiere meterse en problemas», dijo a la AFP el sociólogo Cirilo Otero, del Centro de Iniciativas Políticas y Ambientales (CIPA).
Ortega renovó su mandato en un cuestionado proceso electoral celebrado el pasado 6 de noviembre sin observadores y tras eliminar a sus opositores mediante fallos judiciales.
Los principales movimientos de oposición no reconocen los resultados de las elecciones de noviembre, y prometen intensificar su lucha en las calles y con denuncias a la comunidad internacional para demandar cambios en el sistema político y unas nuevas elecciones.
«Hacemos nuestro el compromiso de resistencia cívica y organizada contra el régimen» de Ortega y Murillo, el cual «no aceptamos como legítimo», afirmó la dirigente del opositor Frente Amplio por la Democracia (FAD), Violeta Granera, durante un homenaje al periodista Pedro Joaquín Chamorro, en el 39 aniversario de su asesinato.
Ortega recriminó de manera implícita a la oposición por cuestionar los resultados de las pasadas elecciones, que ganó con el 72,5% de votos, y por llamar a la población a desconocer su mandato.
El líder sandinista mencionó que, estando en la oposición, «no se nos ocurría llamar al pueblo a las calles para desconocer esos gobiernos».
Con su tercera elección consecutiva desde 2007, Ortega, de 71 años, se convierte en el gobernante que más tiempo ha ostentado el poder en Nicaragua.
Su primer paso como jefe de gobierno fue en 1979, cuando una insurrección popular derrocó a la dictadura de la familia Somoza, y entregó el poder 10 años después a Violeta Barrios, quien lo venció en las elecciones de 1989.
Taiwán y Corea del Norte
La ceremonia de investidura se celebró en la céntrica Plaza de la Revolución, un punto lleno de historia donde en 1979 convergió el pueblo junto con los combatientes que derrocaron al gobierno de Anastasio Somoza, último miembro de la dictadura que gobernó por casi 45 años el país.
A la ceremonia asistieron cientos representantes de todos los poderes de Estado, del Ejército, la Policía e invitados extranjeros, entre ellos los presidentes de Taiwán, Tsai Ing-wen; de Venezuela, Nicolás Maduro; y de Bolivia, Evo Morales.
También asistieron los mandatarios de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén; y de Honduras, Juan Orlando Hernández; y una delegación de Corea del Norte encabezada por el vicepresidente de la Comisión de Asuntos de Estado, Choe Ryong Hae.