Álvaro Darío Lara
Este 15 de junio, el poeta José Jaime Núñez (1964-1991) cumple 32 años de haber entregado su vida por esos ideales revolucionarios que animaron su apasionada juventud.
A pocos meses del final de la guerra y de la firma de los acuerdos políticos, Jaime cayó en una acción urbana junto al compañero Noel Ulises Hernández Padilla en la colonia Vista Hermosa de San Salvador. Sus cuerpos ensangrentados quedaron tendidos en la calle. Ambos eran alumnos de derecho de la Universidad de El Salvador y pertenecían al Movimiento Estudiantil Alternativa, y, desde luego, eran parte de esa generación comprometida política y militarmente con la causa popular.
Como he referido en otras ocasiones, conocí a Jaime en el Instituto Cultural “Miguel de Cervantes”, colegio capitalino donde fuimos condiscípulos, y donde nos graduamos como bachilleres académicos, opción humanidades, en 1983. También por esas fechas compartí con él y con sus hermanos, especialmente con Ricardo, una alegre y despreocupada bohemia.
Años después nos reencontramos en la Universidad de El Salvador, donde Jaime estudiaba y animaba el Taller “Letra Inédita”, del cual había sido fundador. La literatura, la poesía nos siguió uniendo. Jaime tenía una fresca sonrisa, un trato afable. Callado, observador, de gran sensibilidad humana le dolía la pobreza, se indignaba ante la injusticia que imperaba, y todo esto tuvo como incontenible cause de expresión vital: la poesía y su adhesión a la lucha revolucionaria de entonces.
El Taller “Letra Inédita” publicó en septiembre de 1991, un boletín en homenaje al poeta Jaime Núñez (pseudónimo: “Caín”) y al compañero Noel Ulises Hernández Padilla (pseudónimo: “Juan”), donde leemos en un fragmento: “Juan y Caín cayeron el sábado 15 de junio del año en curso, en las cercanías de la colonia Dolores, al sur de San Salvador. Cayeron heroicamente, de frente contra el enemigo, hiriéndole de muerte, haciéndole bajas, luego de cumplir una misión de sabotaje contra el mismo sistema. El dolor es grande, pero la urgencia de lucha lo es más. Sus ejemplos son agua fresca que alimenta nuestra convicción de luchar, hasta concretar esta tarea que nos hemos propuesto. Tarea sagrada, sueño de amor, causa justa para borrar la bota del militarismo de nuestra patria y alzar la bandera de los pobres, libre, ondeando al viento sonriente, galante y victoriosa”.
De igual manera, con motivo del primer aniversario de la caída del poeta y de Noel, sus compañeros del movimiento estudiantil “Alternativa” y del Taller “Letra Inédita” organizaron un homenaje, que se llevó a cabo en el Auditorio de Derecho de la Universidad de El Salvador en el que participamos grupos literarios y musicales de la época.
Se refirieron a Jaime de la siguiente manera: “Poeta popular, lo llamábamos ‘el inédito’, por ser poeta de poesía y verbo, poesía de amor, autónoma y abierta. Fundó junto a su hermano Ricardo y el loco Noel el Taller Literario ‘Letra Inédita’. Jaime el de la palabra fraterna, clara y sincera, estará siempre junto a nosotros como el poeta hermano, realista e idealista a la vez, escribiendo de la forma más cotidiana y sencilla. Su amor por nuestros ancestros y lo que es nuestro, pero nuestro de todos, por los niños, campesinos, por todos”.
Ese espíritu rebelde de Jaime, contestatario, inconforme con lo irracional, con lo injusto de la sociedad que le tocó vivir, se testimonia en sus textos, pero también su alma amorosa y su tendencia a contraponer el humor ante lo adverso.
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Veamos: “Amo a una mujer amplificada/ así en plural/ porque el singular/ le quedaría chico. / Ella es hermana de la lluvia/ ella es responsable/ de la cosecha de jocotes/ de esos cholotones/ llamados de corona. / Con su mirada suelo deleitarme/ en mis horas difíciles. / Mi mujer es gregaria, / es decir ama estar/ entre las multitudes/ mi mujer se llama:/ gordita, tamalito, dona, mamacita…/ Ayer me le he declarado/ ahora espera mi primer hijo/ mañana nos casaremos/ ah! se me escapaba/ creo que en este momento/ platica con la luna/ o empieza a olvidarme…”. (“Poema reconstruido”: a Mercedes…).
Estos versos de Jaime forman parte de su libro inédito “Poeta no me robes las palabras”, y lo revelan en su exacta dimensión personal y poética. Una poesía signada por el amor, la muerte, la entrega a los pobres. Su voz nos llega desde ese tono de una época de horror, pero de esperanza. Y nos testimonia sus búsquedas íntimas, sus necesidades expresivas, sus exploraciones con las palabras. Son flores, agitadas por el viento, iluminadas por el tibio sol matinal, que siguen conmoviéndonos más allá del tiempo y la distancia.
Gracias por todo el compromiso, por tu palabra, por la luz que nos dejaste, querido Jaime, Jaime Núñez.