Comité de Solidaridad con Cuba, de Antiguo Cuscatlán
Los cubanos tenemos experiencia en vencer dificultades. Tanta, que pudiera decirse que nuestra historia ha sido un recurrente saltar sobre obstáculos y empeño en convertir el revés en triunfo, cuando no hemos saltado bien a la primera. Tenemos maestría o doctorado en eso, no por interés o voluntad propios, sino por imperativo de las circunstancias; como ahora mismo, por ejemplo.
Se supone que es así, imponiéndose a las adversidades, como se hacen las naciones y logra desarrollarse la humanidad, sin que el desarrollo implique siempre –ya sabemos y no concordamos con que tal sea– la justicia y el bienestar para todos.
La reflexión es a propósito de la coyuntura nacional actual, provocada por la falta de divisas y de combustible, y del impacto de ambas carencias en la economía y en la sociedad; en todo y en todos.
El incumplimiento de los ingresos por exportaciones durante la mitad inicial del año, principalmente por disminuciones de precios, es la causa del primer problema, mientras la del segundo es la contracción del suministro de petróleo pactado con Venezuela, país que enfrenta una guerra económica dirigida a derrocar su revolución bolivariana.
De toda esta situación, sus implicaciones y las medidas para afrontarlas, se habló en detalle a principios de julio, en la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Fue ese el tema principal del discurso de clausura, pronunciado por Raúl, y de una intervención de Marino Murillo, vicepresidente del Consejo de Ministros.
Destacan la claridad y concreción con que fueron planteadas por ambos, tanto las dificultades como el modo en que se plantea enfrentarlas, según los análisis en el Consejo de Ministros –o sea, el Gobierno–, en el pleno del Comité Central del Partido, y luego puestos a la consideración de los diputados.
Se agradecen la franqueza, la objetividad y el realismo, aunque se trate de malas noticias, o precisamente por eso, porque no son buenas. Se comprueba, otra vez, en una circunstancia como esta, la importancia de la información, cuanto más oportuna y clara, mejor, pues movilizar a todos para enfrentar esta u otra coyuntura similar, pasa primero por enterar bien a todos.
Mueve a preocupación el reconocimiento de Raúl de que “pueden presentarse afectaciones, incluso mayores que las actuales”, pero al mismo tiempo tranquiliza y conforta oírle asegurar que “estamos preparados […] para revertirlas”, mejor que en la fase aguda del período especial, al cual la rumorología mal intencionada empezó enseguida a decir que ya estábamos de vuelta.
Alienta, también, su aseveración de que “no hay espacio para la improvisación y mucho menos para el derrotismo”, y de que de una situación coyuntural como esta se sale victorioso “actuando con mucha energía, ecuanimidad, racionalidad y sensibilidad política”, estrechando más la coordinación entre el Partido y el Gobierno, “y sobre todo con mucho optimismo y seguridad en el presente y en el futuro de la Revolución”.
Por supuesto, no son solo palabras, citas que pudieran vaciarse de significado con repetirlas y no cumplirlas, pues no se ganaría, no se superaría la adversidad. Energía, ecuanimidad, racionalidad, sensibilidad,optimismo, seguridad, son, más que términos, conceptos, actitudes acerca de los cuales meditar, para ver cada uno, en lo que le corresponde y donde le toca, cómo hacer, del mejor modo posible, lo que debe hacer.
La ecuanimidad y la racionalidad –tan poco atendidas a veces, sobre todo la segunda, so pretexto de la urgencia o por causa de la guerrilla y el maratón–, son muy importantes ahora para decidir con el mayor tino, dónde exactamente reducir el consumo de combustible o el gasto de divisas; qué inversión posponer; cómo asegurar que el salario esté de veras acorde con el resultado productivo y que el control interno no sea solo un plan de papel.
El árbol espinoso de la presente coyuntura no debe hacernos perder de vista el bosque hacia el que –por consenso nacional– nos proponemos ir. Esto es: el país y la sociedad que queremos ser, y que juntos perfilamos hoy, no debe desdibujársenos a causa de la eventualidad presente (un ciclón más, que superaremos).
Garantizar las actividades principales que aseguran la vitalidad de la economía, minimizar las afectaciones a la población y continuar los programas de desarrollo, son básicos en el plan de contingencia. Haga cada uno bien lo que debe de ese plan, y venceremos, otra vez venceremos.