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Otro temblor sacude Ecuador y provoca alarma entre socorristas

Por Santiago Piedra Silva/Florence Panoussian

Pedernales/Manta/AFP

Un fuerte temblor sacudió a Ecuador este miércoles, shop cuatro días después del terremoto de 7,8 grados que ha provocado hasta ahora 525 muertos y unos 1.700 desaparecidos, causando alarma entre socorristas y sobrevivientes, pero sin que se reporten por los momentos nuevos daños.

El nuevo sismo tuvo una magnitud de 6,1 según el Instituto de Estudios Geológicos de Estados Unidos, pero en lo inmediato no se registraron nuevos daños, de acuerdo con un equipo de AFP.

Su epicentro estuvo a una profundidad de 15,7 kilómetros y se ubicó a 25 km de Muisne y a 73 km de Propicia, poblados de la ya muy afectada costa ecuatoriana sobre el Pacífico. Las autoridades no activaron la alerta de tsunami.

«Son réplicas. Tuvimos dos sismos en la madrugada, uno a las 03H33 (08H33) y otro a las 03H35 (08H35 GMT), de 6,1 y 6,3 grados», explicó a la AFP Mario Ruiz, director del Instituto Geofísico de Ecuador.

«Son de un tamaño muy parecido al del sismo del día domingo», que fue de 6,1, indicó Ruiz, al apuntar que hasta el momento se han registrado 535 réplicas.

De los más mortíferos

El nuevo balance de fallecidos, circunscrito a la provincia de Manabí (oeste), epicentro del sismo, hace temer que se trate de uno de los terremotos más mortíferos de los últimos años en América Latina.

La cifra de muertos solo es superada por las de los terremotos de El Salvador en 2001 (1.142), Perú en 2007 (600) y Haití (entre 200.000 y 250.000) en 2010.

En Pedernales, el estadio de fútbol fue convertido en una improvisada morgue, donde se amontonan los féretros cerca de las carpas en las que se atiende a los heridos.

Allí, expertos en criminalística y de la fiscalía, de uniforme blanco, identifican los cuerpos recuperados entre los escombros de viviendas y hoteles de la localidad de 60.000 habitantes y con un flujo de turistas que puede alcanzar los 40.000 en temporada alta.

Subidos sobre las montañas de escombros, los bomberos siguen sus tareas de rescate, y algunos cuestionan la rapidez con la que algunas brigadas usaron las excavadoras.

«Lastimosamente no permitieron las 72 horas que se debe permitir para que los grupos trabajen en su parte de operaciones. Desde el domingo ya hicieron remoción con maquinaria pesada, reduciendo mucho los espacios de vida en la estructura», declaró a la AFP el teniente Ricardo Méndez, comandante de socorristas de los bomberos de la ciudad colombiana de Pasto.

Escasez

A medida que pasan los días, a la angustia de los sobrevivientes por hallar a sus familiares se suma la preocupación por la escasez de víveres y agua.

«No tenemos agua, ni alimentos. Las tiendas o están cerradas o venden muy caro. Algunas pasaron los precios de uno a cinco dólares», reclama a la AFP Andrés Mantuano, en la ciudad de Manta.

En este puerto pesquero, como en casi toda la costa del Pacífico ecuatoriano, el mal estado de las carreteras (que dificulta la distribución), el temor a saqueos y la inestabilidad de los edificios han llevado a cerrar las puertas de muchos comercios, e incluso algunos pasan las horas protegidos por las fuerzas de seguridad.

Y la ausencia de lo básico, sobre todo agua y alimentos, comienza a irritar a la población de esta localidad que parece una zona de guerra.

El ministro coordinador de la Producción, Vinicio Alvarado, dijo tener información de que «por acción desesperada se llega a medidas de invasión de la propiedad privada y eso obligó a que muchos negocios tengan que cerrar».

«Venimos a pedir comida, pero no hay, ya han repartido las raciones», se lamentó ante la AFP en Pedernales Gema Guillén, una madre de tres hijos que perdió la casa y cuya familia «está durmiendo en la tierra».

En Pedernales se reparte ropa, alimentos y medicinas, papel higiénico y pañales llegados gracias a donaciones públicas y de particulares de todo el país. En supermercados de Quito muchos clientes compran esos productos para mandarlos a las zonas afectadas, constató la AFP.

Según Unicef, unos 150.000 niños fueron afectados por el sismo.

Más de 900 socorristas, bomberos, médicos y especialistas de 20 países, entre ellos Colombia, Chile, México, Venezuela y España participan en las labores de rescate.

Al menos once extranjeros figuran entre los fallecidos del terremoto, según la fiscalía.

El sismo dejó unos 800 edificios derruidos, 600 edificaciones afectadas, y numerosas carreteras reventadas e infraestructuras colapsadas en zonas turísticas, unos daños que Correa calculó en USD 3.000 millones, «dos o tres puntos del PIB», lo cual es otro duro golpe para este país ya severamente azotado por la caída del precio del petróleo.

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