Javier*
La radio no ha parado de sonar, la emergencia es nacional, se ha decretado la alerta roja. En San Miguel está tan caliente que las personas corren desnudas por las calles, se incendia la maleza, la lluvia ha desaparecido, igual que los cultivos.
La gente llora, el campesino llora, vienen tiempos de escasez, no habrá alimentos. Temen que de pronto se venga una tormenta que arrase e inunde las semillas ya secas y los ranchos a la orilla de la quebrada.
Las enfermedades por el calor, la malaria, el mal de Chagas, el dengue tocan la puerta, se sienten las olas de calor, y nosotros quemando los campos de caña, los rastrojos de milpa, poniendo más duro el suelo.
Roturándolo de tal manera que nada se puede sembrar, la tierra está muerta. Me cuenta Tomás que en el polo norte los glaciares, las grandes marquetas de hielo se están derritiendo, el mar está creciendo.
El agua potable ya no llegará a los pozos, se están secando, como se secará la humanidad, los cultivos. La voracidad de la rapiña del capitalista que quiere quedarse con el agua no tiene límite, están dispuestos a matar.
Y los dirigentes dormidos en sus laureles. Ya las flores serán solo un recuerdo con sus colores que desaparecerán. El mar se recalentó, el cielo está nublado, amenaza con huracanes que destruirán ciudades, cultivos.
Ellos se forman por lo caliente del planeta. Es como el apocalipsis que anuncia sequías, inundaciones y nosotros los humanos cortando los árboles, sacando a los mapuches para cortar los bosques. El Chaco está muriendo.
Y nosotros impasibles, indolentes, incapaces de defender la tierra de nuestros herederos. Ellos no tendrán agua, mis nietos no conocerán las mariposas, tendrán que recurrir a Google para saber de ardillas, osos, leones, animales que algún día existieron en la tierra.
Hoy solo son desiertos, colonias en vez de árboles, las ardillas hacen equilibrio en los alambres de energía eléctrica, descansan en los postes buscando alimento que no hay. Una muere de inanición, pasa un carro, la atropella sin que el chofer se dé cuenta.
En el polo norte los osos polares están muriendo ahogados por el calor. Las aves ya no vuelan buscando la primavera en otras latitudes. Han desaparecido los climas tropicales, solo el calor del infierno nos acompaña. Cada vez hay más alertas de mareas altas, los casquetes polares se derriten.
*Otro ocurrente