Marlon Chicas – El Tecleño Memorioso
Desde su fundación Santa Tecla, se convirtió en sede de varias congregaciones religiosas que, desarrollaron y desarrollan una labor pastoral encomiable en favor de los sectores más desposeídos del municipio, una de estas es la Compañía de Jesús o Jesuitas como es conocida mundialmente.
Entre algunos de sus miembros, destacaron unos por su bondad, don de gente y servicio al necesitado, por lo que dejaron huella en el corazón y mente de muchos tecleños que tuvimos la oportunidad de conocerlos. Tal es el caso de un religioso jesuita que se caracterizó por su espiritualidad, carácter afable y solidaridad al necesitado.
El Padre Jaime Martínez S.J. (+), quien nació en España un 2 de febrero de 1908, de complexión delgada, cabellos plateados, ojos verdes y peculiar tono de voz; se convirtió en el confesor y mentor de muchos parroquianos en el municipio, allá por la década de los 70s, los que ávidos de conocimientos, buscaron entablar amistad con él.
Retrocediendo a mis años de monaguillo en la entonces Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, hoy parroquia El Carmen, viene a mi memoria, las múltiples ocasiones en las que, tuve inquietudes sobre temas relacionadas a la fe, encontrando siempre en dicho sacerdote la siguiente invitación “Vamos a la biblioteca”, a fin de encontrar en ella las respuestas a mis interrogantes, ésta se ubicó en la extinta casa cural destruida por el terremoto de 7.7 grados, que azoló Santa Tecla en 2001.
El padre Jaime Martínez, nunca mostró incomodidad en aclararme tales dudas; invitándome a escudriñar la riqueza de aquellos libros, que a pesar del paso de los años se mantenían en buen estado; gracias a él supe que los monaguillos tenían su santo patrono, siendo estos San Dominguito del Val y San Tarsicio, de acuerdo con el santoral católico.
Otra anécdota con el padre Jaime, fue su espiritualidad que vivía intensamente, especialmente cuando desarrolló los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola; tanto así que solía expresar la siguiente sentencia “Cuando estoy en retiro, estoy muerto al mundo”, dicha espiritualidad se sentía fuertemente al estar a su lado.
Se caracterizó siempre por ser un hombre dulce y comprensivo, con capacidad de escucha y consejo, daba gusto conversar con él; era ingeniero de profesión, políglota (hablaba varios idiomas), exprofesor del Seminario San José de la Montaña, entre muchas virtudes. En ciertas ocasiones le acompañé a recorrer la ciudad, por lo que siempre me consultaba sobre alguna cosa que le causaba extrañeza o asombro.
El padre Jaime Martínez, ocupa un espacio en mi corazón, ya que, nunca se guardó nada de sus conocimientos, para ilustrarme que en la vida nada es fácil, pero que de la mano de Dios todo es posible. Este ilustre religioso jesuita falleció el 16 de septiembre de 1985 en Santa Tecla, a la espera de la resurrección prometida por nuestro Señor Jesucristo.
¡Requiescat in pace, padre Jaime Martínez S.J.!
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