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Feligreses católicos y habitantes de San Esteban Catarina, en San Vicente conmemoraron el cuadragésimo aniversario del asesinato del joven sacerdote Alirio Napoleón Macías a manos de miembros de la Guardia Nacional el 4 de agosto de 1979. Foto Diario Co Latino/ Ricardo Chicas Segura.

Padre Macías: signo de la iglesia martirial salvadoreña

Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino

“Catarina es el nuevo Calvario y en su tierra se levanta una cruz, junto al pueblo del cuerpo del padre Macías que murió por seguir a Jesús”, canta un grupo de feligreses en procesión, previo a su ingreso a la parroquia, para conmemorar el cuadragésimo aniversario luctuoso del joven sacerdote, quien fue asesinado por miembros de la extinta Guardia Nacional (GN), que llegaron disfrazados de “comerciantes de ganado” y ametrallaron el templo y la sacristía, un 4 de agosto de 1979.

El padre Alirio Napoleón Macías nació en San Vicente, un 10 de noviembre de 1941, y fue un gran impulsor de las Comunidades Eclesiales de Base, motivo de su asesinato, como registra el libro “Testigos de la Fe en El Salvador”, que ha documentado la vida y trabajo pastoral de diez sacerdotes y seminaristas diocesanos, considerados mártires por las circunstancias, entre 1977 y 1983.

“El padre Macías me bautizó un hijo, era amable, sencillo, una gran persona. Le gustaba cantar en la misa y tocaba la guitarra. Yo no pude venir a su entierro; en esos tiempo, nosotros los de los cantones no podíamos venir al pueblo porque éramos señalados de guerrilleros. Teníamos miedo, es por eso que venimos hasta doce años después”, narró María Tomasa, del cantón San Jacinto La Burrera, San Esteban Catarina, San Vicente.

Sobre su asesinato, reflexionó: “Algunas gentes le dijeron ‘Padrecito, lo andan buscando’, pero creo que él no entendió que era una amenaza y lo mataron; muchos dicen que en los brazos de la madre iglesia, y allí están sus restos”, agregó.

Integrantes de las Comunidades Eclesiales de Base ingresaron a la parroquia San Esteban Catarina; al lado derecho de la nave del templo, se encuentra la tumba del padre Macías, que en su epitafio da reconocimiento de su feligresía a su pastoral: “Infatigable evangelizador, constructor de las comunidad y del templo: abnegado en el servicio hasta caer abatido como los antiguos profetas, entre el vestíbulo y el altar. El Buen Pastor que da la vida por sus ovejas”.

Elena Angélica Soriano, prima hermana del padre Alirio Napoléon Macías, señaló que fue un hombre comprometido con el Evangelio y así fue con la familia, fácil de hacer amistad y siempre pendiente de los más pobres.

“Como hombre de iglesia, se dedicaba mucho a Dios, le gustaba visitar las diferentes comunidades. Y como familiar era también extraordinario, siempre nos dedicaba tiempo y alegría -eso lo recuerdo muy bien-, siempre estuvo en las buenas y en las malas, él fue muy especial. Recuerdo que yo tenía 22 años y estaba trabajando en ese momento, cuando llegaron a avisarle a mi mamá que lo habían matado en el templo; ese 4 de agosto nos pusimos tan mal, porque nunca imaginamos que tendría esa muerte tan violenta, tan dura, tan cruel; porque él siempre fue dedicado a Dios, no sabemos porqué nos pasó esta tragedia… Pero nos conformamos con que lo recuerden como lo que fue, un joven alegre, dinámico, espiritual y alegre”, manifestó.

En la homilía, el padre Edis Antonio Platero felicitó a los asistentes por ser un “pueblo que no renuncia a su memoria histórica”,  y recordó cómo el padre Macías llegó un 16 de abril de 1973 a la parroquia de San Esteban Catarina, en un contexto de violencia generalizada, en las primeras manifestaciones del conflicto armado, que duraría doce años, en la década de los años ochenta.

“Era una época en que en el parque (central) se organizaban los operativos militares y masacres, y es por esto que este pueblo nunca va a olvidar al padre Macías, porque él estuvo con el pueblo cuando atravesó esos momentos difíciles. La primera fiesta patronal que celebró el padre Macías fue en los Cerros de San Pedro, lugar que es símbolo de la guerra, símbolo de la pobreza extrema, que aún no cuenta con servicios básicos y él, como un padre de familia que quiere a todos sus hijos, pero en especial al más vulnerable, los protegía. Y recuerdo que cuando fue asesinado el padre Macías se presentó a levantar su cadáver el otro gran mártir, nuestro San Óscar Arnulfo Romero; entonces, asumir nuestro compromiso social debe ser nuestro deber”, concluyó.

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