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Gloria Silvia Orellana
@DiarioCoLatino
La Comunidad de la Cripta de Catedral conmemoró este domingo el aniversario luctuoso del padre Alfonso Navarro Oviedo y el niño Luis Torres, asesinados por paramilitares el 11 de mayo de 1977, a casi dos meses del asesinato de padre Rutilio Grande, en El Paisnal, el 12 de marzo de 1977, a los cuales Monseñor Oscar Romero, en su homilía, reseñó que el padre Navarro siempre estuvo abierto al perdón y al amor de Jesucristo.
“Monseñor Romero nos dijo del Evangelio (6to domingo de Pascua), que quien aceptaba los mandamientos de Dios, aceptaba la palabra de Cristo, lo aceptaba a él como guía”, dijo Teresa Alfaro, de la Comunidad de la Cripta.
“Monseñor Romero afirmó que un Evangelio que no inquieta o levanta roncha, no molesta a nadie por esto conmemoramos a padre Navarro y el niño Luisito Torres, que como ofrenda simbolizan el martirio que sufrieron hace 46 años por su fidelidad a la palabra de Dios y por predicar un evangelio que levanta el repudio de quienes vulneraban los derechos de los pobres”, agregó Alfaro.
Sobre el crimen del padre Alfonso Navarro y el niño Luis Torres, Monseñor Romero, en ese momento Arzobispo de San Salvador, señaló que el padre Navarro era “un ideal que no muere”, y era como la mano tendida de un beduino en el desierto que fue acribillado por indicar el camino.
“No por los caminos del pecado, de la violencia se va a construir un mundo nuevo, sino por los caminos del amor. Y para nosotros queridos hermanos sacerdotes, esta hora es solemne; esta hora ratifica nuestra ordenación sacerdotal” y “Alfonso Navarro, antes de bajar a la tumba su cadáver, mientras su espíritu ya ha ascendido a los cielos, este triunfo del sacerdocio, el ideal que nos hermana con él, es un ideal que no perece”, dijo en su homilía (1977).
El llamado de la Comunidad Monseñor Romero, al recordar las palabras de fe de San Oscar Romero, añaden, “Él dijo aquí está el secreto de la verdadera dinámica y la verdadera fuerza del cristiano”, al exhortar el amor a Jesucristo y pedir no cerrar los corazones cerrados a la ley de Dios, que era el principio de una verdadera transformación espiritual.
“En el mundo hay hombres que tratamos de seguir a Cristo e inspirarnos en él , para nuestra acción. Y hay hombres que viven de espaldas a Cristo aquellos que creen que el Evangelio -nos dicen que no lo conocen- y por esto no nos conoce a nosotros. Hoy estamos llamados a aceptar de corazón y acción ese amor y mandamientos de Cristo”, acotó Alfaro.
