Herson Isaac Vázkez
Enfoque de Relaciones Internacionales
La crisis del pueblo palestino no es ajena a la opresión del imperialismo ni a la expansión de la hegemonía de los grandes capitales que dominan la fluctuación de las finanzas mundiales. El conflicto palestino-israelí va más allá de una confrontación de nacionalidades, troche religiones o etnias. Ni debe apreciarse como un derecho legítimo que el Estado israelí bombardee salvajemente a miles de personas inocentes, diagnosis porque el territorio palestino históricamente había pertenecido tanto a palestinos como a las tribus de los moabitas, amoritas, edomitas y cananeos, entre otros que habitaron ahí desde hace más de cinco mil años.
Hoy en día, los pueblos se enfrentan a muchas guerras finamente diseñadas. Los actuales acontecimientos genocidas perpetrados por el gobierno sionista de Israel envían un mensaje de irrelevancia y violación a todo lo que se denomine Derecho Internacional. Para estas acciones bélicas parece que no existen leyes que puedan detenerlas ni organismos independientes que las apliquen con rigurosidad, entonces, cabe preguntarse: ¿dónde está la justicia internacional y los organismos que resguardan “la paz”? Resulta extraño que actualmente el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y Estados Unidos principalmente, aun no se pronuncien respecto al holocausto palestino causado por Israel, tal como lo exige la Carta de las Naciones Unidas en el capítulo 7, articulo 39 que textualmente sostiene: el Consejo de Seguridad determinará la existencia de toda amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión y hará recomendaciones o decidirá qué medidas serán tomadas… Es importante aclarar que el conflicto palestino-israelí amenaza la paz internacionales, no precisamente porque el pueblo palestino se defienda con morteros artesanales y proyectiles, sino por la deliberada agresión que el ejército de Israel, financiado principalmente por el gobierno de EE.UU., implementa en la Franja de Gaza (Diario Co-latino, suplemento Perspectivas), lo cual desestabiliza toda la región de Oriente Medio.
No obstante, este capítulo de la Carta si lo aplicaron en Iraq el año 2003, durante la administración del presidente Sadam Husein, con el pretexto de la existencia de “armas de destrucción masiva” (las cuales hasta la fecha no se han encontrado) y, por crímenes de lesa humanidad perpetrados contra la etnia de los kurdos (contexto político muy similar al actual conflicto palestino-israelí). Además, según el Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo (SIPRI) junto a otras fuentes de información que estudian el tema de la carrera armamentista, Israel alberga un aproximado de 200 bombas nucleares (armas de destrucción masiva), aparte de ello, durante la actual operación “Barrera Protectora”, el ejército israelí ha quitado la vida a 2.143 palestinos, de estos más de 540 son niños, luego, más de 25.000 casas destruidas; más de 11.000 palestinos heridos; más de 40.000 desplazados sin hogar en la Franja de Gaza; y… qué… es esto o no un genocidio; crimen de lesa humanidad; limpieza étnica; holocausto; ¿acaso cuando se bombardearon las tres escuelas de la ONU donde solo habían niños inocentes, no fue una violación a los protocolos de la guerra como lo establece el derecho humanitario internacional?
Realmente necesitamos diseñar la arquitectura de un nuevo sistema internacional. A estas alturas de la civilización no es posible que el poder mundial resida solo en cinco potencias, donde tres (Francia, Inglaterra y Estados Unidos) tienen ventaja sobre las otras dos (Rusia y China) en la toma de decisiones que determinarían el rumbo del actual sistema internacional hegemónico y unipolar. Sobre este punto, resulta importante el aporte del presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, cuando en su viaje a América Latina, propuso que debemos construir un sistema internacional poli-céntrico o multipolar, donde el poder político mundial se distribuya articuladamente en toda la comunidad de Estados que componen las Naciones Unidas. Cuando demos ese gran salto de calidad hacia una democracia mundial transparente y limpia, entonces se erradicará todo intento de hegemonía racial, económica, política y cultural como hasta hoy en día se impone sobre los intereses pacíficos de algunas naciones.
No obstante, el pueblo palestino resiste a esta arquitectura mundial unipolar, desfavorable para el logro de la paz y la autodeterminación soberana de los pueblos a elegir su propio sistema y modelo económico político. Palestina se enfrenta no solo al ejercito sionista, sino a un conglomerado de actores transnacionales influyentes que buscan expandir, mundializar y consolidar el imperio más poderoso de toda la historia, encabezados por EE.UU. (que posee más de 800 bases militares alrededor del mundo, cinco Comandos Militares que controlan cinco regiones del planeta, además de financiar el ejército israelí con más de 3.500 millones de dólares cada año), seguido de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) con 28 países miembros y fundada en 1948, símbolo anacrónico de la Guerra Fría, así como de otras potencias económicas y militares que conjuntamente impulsan el imperialismo del Siglo XXI.
El pueblo palestino es víctima de este imperialismo en expansión, pero mañana, podrá ser cualquier otro pueblo que busque ser libre, soberano e independiente. Pero nuestra solidaridad continuará con las miles de familias palestinas que están luchando en defensa de su patria contra la invasión del ejército israelí, contra la limpieza étnica, la segregación racial, el genocidio, la constante violación a los Derechos Humanos y la resistencia al muro de más de 700 kilómetros de largo y 10 metros de altura, que al igual que el Muro de Berlín en Alemania y el Apartheid de Sudáfrica en el siglo pasado, éste representa la opresión racial y el expansionismo de la política exterior del Gobierno de Israel.
Para evitar que estas acciones genocidas se repitan en cualquier parte del planeta, es importante que la comunidad internacional exija que el derecho internacional debe respetarse y cumplirse por todos los Estados miembros de la ONU, para que ningún país decida arrogantemente pasar por encima de esa legislación. Estamos en pleno inicio del Siglo XXI, es tiempo oportuno para hablar de paz y armonía entre las naciones; es tiempo de decir no a la guerra del nuevo imperialismo, si al dialogo y a las negociaciones para solventar los conflictos que nos avecinan como raza humana, sino, el día de mañana seremos nada más la historia de una civilización que existió en la tierra y que se esforzó por sobrevivir a la adversidad, pero sucumbió ante la debilidad de sus propias pasiones individualistas nunca satisfechas…
Debe estar conectado para enviar un comentario.