Por Imad Saada/Naplusa, clinic Territorios Palestinos/AFP
Decenas de palestinos incendiaron el viernes la tumba de José, un lugar venerado por los judíos en Naplusa, en el norte de Cisjordania ocupada, al iniciarse una tensa jornada de movilización en los Territorios palestinos.
El incendio de la tumba puede avivar aún más el antagonismo entre ambas partes en este «Viernes de la Revolución» convocado por los palestinos, y darle a los enfrentamientos con los israelíes una peligrosa dimensión confesional.
Sin embargo, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, intentó rebajar tensiones y calificó poco depsués de «acto irresponsable» y «gesto deplorable» este incendio.
En esta jornada, convocada en Cisjordania y en la Franja de Gaza, se prevén manifestaciones de los palestinos ante las fuerzas israelíes, el viernes por la tarde, tras la gran oración semanal de los musulmanes.
Tras dos semanas de violencia, que hace temer una nueva intifada, las fuerzas israelíes se preparaban para hacer frente a nuevos disturbios.
La policía, masivamente presente, ha prohibido a los hombres de menos de 40 años el acceso a la muy sensible explanada de las Mezquitas, en Jerusalén.
Al iniciarse la jornada de este viernes, decenas de palestinos lanzaron cócteles molotov contra la tumba de José, lugar de peregrinación para los judíos. Para éstos, ahí reposa José, uno de los doce hijos de Jacob, vendido por sus hermanos y llevado a Egipto, desde donde su cuerpo fue traído de vuelta, según la tradición bíblica.
Este sitio, donde los palestinos afirman que se encuentra la tumba de un jeque local, ha sido ya escenario de enfrentamientos en el pasado, sobre todo durante la segunda Intifada (2000-2005).
Masivo despliegue de Israel
Las fuerzas de seguridad israelíes se desplegaron masivamente el jueves en Jerusalén y la población judía se armaba con lo que tuviera a mano, después de nuevos apuñalamientos llevados a cabo por palestinos, que sembraron el pánico en la ciudad.
Unos 300 soldados debían sumarse a las fuerzas policiales, desbordadas por el recrudecimiento de la violencia desde inicios de mes, que generó temores de una tercera intifada, o levantamiento palestino.
La última vez que el ejército participó en una operación en las ciudades israelíes data de 2002, durante la segunda intifada, según una fuente de las fuerzas de seguridad.
Los registros a bordos de los autobuses provenientes de los territorios palestinos eran constantes en la autopista que une a Jerusalén con Hebrón, en Cisjordania.
Violentas protestas palestinas se señalaron en Jerusalén este, anexada por Israel, así como en Cisjordania ocupada y en la Franja de Gaza.
Siete israelíes y unos treinta palestinos, incluyendo varios presuntos autores de los ataques con arma blanca, murieron en los incidentes y unos 30 palestinos resultados heridos en los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad israelíes.
Las intifadas de 1987-2003 y de 2000-2005, con enfrentamientos casi cotidianos, costaron la vida a centenares de personas.
Las armerías señalaban ventas récords y los principales diarios israelíes publicaban el jueves fotos de ciudadanos judíos con armas, sprays de gases lacrimógenos, palos de escoba y hasta palos de amasar.
Otros comercios sufren ante el temor a salir a las calles. «El negocio ha caído un 15%» calculaba Aron Silverberg, propietario de una tienda de teléfonos móviles en Jerusalén.
Esfuerzos diplomáticos
En este contexto de tensión, la diplomacia internacional –que hasta ahora parece impotente para resolver el conflicto– sigue buscando la forma de apaciguar tensiones.
El Consejo de seguridad de la ONU se reúne a las 15H00 GMT en Nueva York, a solicitud de los países árabes. El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, prevé viajar «en los próximos días» a la región.
Desde el asesinato el 1 de octubre de una pareja de colonos israelíes, Cisjordania y Jerusalén Este, parte palestina de Jerusalén ocupada y anexionada por Israel, son escenario de disturbios entre lanzadores de piedras palestinos y soldados israelíes, de agresiones entre palestinos y colonos, y de ataques con arma blanca contra israelíes.
Estas violencias han dejado 32 muertos, muchos de ellos autores de atentados, y centenares de heridos de lado palestino, y siete muertos y decenas de heridos del lado israelí. Desde el 9 de octubre, precisamente tras el rezo semanal musulmán, los disturbios se extendieron a la franja de Gaza, geográficamente cortada de Cisjordania por el territorio israelí, y objeto de bloqueos israelí y egipcio.
Ante este «Viernes de la Revolución» unos 300 soldados se sumarán a las fuerzas policiales. El objetivo del llamado al ejército es reducir la violencia pero también tranquilizar a la población, muy nerviosa tras la veintena de ataques con cuchillo desde el 3 de octubre. El martes, por primera vez, se produjo uin atentado con arma de fuego en un autobús en Jerusalén.
Así, las alertas, a veces injustificadas, se suceden y la ansiedad impulsa a los israelíes a armarse. Estas tensiones suscitan también llamados recíprocos al odio en las redes sociales.
El presidente de la Autoridad palestina había abogado esta semana por formas pacíficas de resistencia, pero este llamamiento corre el riesgo de ser ignorado por los jóvenes palestinos hartos de la ocupación israelí y de la falta de avances en las negociaciones con vistas a la creación de un Estado palestino.
Por su lado, Francia expresó el temor de que el grupo Estado Islámico «acapare la causa palestina» lo que tendría «consecuencias en cadena que serían dramáticas», según explicó su ministro de Exteriores, Laurent Fabius.