Christina Horsten
Nueva York/dpa
Con su larga melena rubia, sus carnosos labios y un físico de escándalo, Pamela Anderson se convirtió en la sex symbol definitiva de los 90. Enfundada en su bañador rojo de vigilante de la playa, la actriz canadiense se convirtió en el sueño erótico de millones de hombres de todo el mundo.
Desde entonces, Anderson ha protagonizado más de una decena de portadas de la revista “Playboy”. Para la última, en 2016, iba “vestida” tan solo con una cadena dorada al cuello en la que se leía, en letras mayúsculas, “SEX”. Y eso que el sábado, la televisiva actriz y modelo cumplirá 50 años.
Según confesó recientemente a “Harper’s Bazaar”, su tonificado cuerpo es cosa de genes. “Tengo suerte y practico pilates o salgo a caminar con mis perros. Soy muy activa, pero no voy al gimnasio o esas cosas”, contó. Ahora, a Anderson le importa más su faceta como activista. La fundación que lleva su nombre se dedica a la defensa de los animales, combate el comercio de piel y aboga por los productos veganos, la protección de los mares, la ayuda a los refugiados y ahora, además, tan abiertamente por el fundador de Wikileaks Julian Assange que incluso hay rumores sobre un romance entre ambos. “¡Sólo porque estuve en ‘Baywatch’ o ‘Playboy’ no significa que no tenga corazón, alma ni cerebro!”, afirma.
Pamela Denise Anderson nació en 1967 en la pequeña localidad de Ladysmith, en la isla de Vancouver. Según escribe en su web, sus orígenes eran “modestos”. En el colegio se le daba especialmente bien el deporte y, tras el instituto, dejó de estudiar. “Por desgracia”, reconoce hoy en día. No obstante, siempre le interesaron las “artes, inglés, filosofía, psicología, poesía, música, religón y los idiomas”.
Durante tres años, Anderson trabajó como camarera antes de ser descubierta en Vancouver durante un partido de fútbol. Cuando “Playboy” la llamó por primera vez, dijo que no. “Era demasiado tímida”, recuerda. Pero la revista insistió, ella acababa de dejarlo con su pareja y decidió espontáneamente aceptar la oferta. Sus padres también le dieron la aprobación y apareció en la portada de 1989 con un blazer, corbata y sombrero de paja, sin ropa interior.
Después de aquello, la modelo se mudó a Los Angeles a probar suerte como actriz. Y el éxito le llegó en los 90 con la serie de televisión “Baywatch”, en la que daba vida a la vigilante de la playa C.J. Parker junto con David Hasselhoff. Pese a las malas críticas, la serie obtuvo un amplio respaldo del público.
“Habría ido a la playa de todas formas, así que me quedé en shock cuando me lo ofrecieron y encima me pagaban por ello”, relató a “Harper’s Bazaar”. Tras papeles en series como “Home Improvement” o “V.I.P”, debutó en el cine con la película de acción “Barb Wire”, por la que se llevó la Frambuesa de Oro a la peor actriz.
En lo personal, los titulares tampoco fueron positivos. En 1995, la actriz se casó con el rockero de Mötley Crüe Tommy Lee, con el que tuvo dos hijos. Pero apenas tres años después, la pareja se divorció por malos tratos y Lee acabó en la cárcel. Sus tres matrimonios siguientes, uno con el rockero Kid Rock y dos más con el productor Rick Salomon, fracasaron a los pocos meses.
Cumplir años no le importa. “Me gusta hacerme mayor”, dijo recientemente a “W Magazine”. “En mi vida tengo ejemplos maravillosos de mujeres mayores, como mi fantástica madre, que son brillantes, glamourosas y divertidas. Hacerse vieja no es el fin. Hay muchas cosas que aún tengo ganas de hacer”.
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