Víctor Manuel Valle Monterrosa
El 9 de enero de 1964, una noticia conmovió América Latina. Unos estudiantes universitarios panameños fueron muertos a balazos por efectivos de Estados Unidos que daban seguridad al enclave colonial de la Zona del Canal. Este hecho fue precedido de una larga cadena de eventos
Desde 1903, bajo la presión de las cañoneras del presidente de Estados Unidos, Teddy Roosevelt, el del “Gran Garrote” en política exterior, el otrora Departamento de Colombia fue nominado República de Panamá que, con base en un ominoso tratado, instaló en su territorio, recién “independizado”, la Zona del Canal, franja de tierra de unos 1,500 kilómetros cuadrados con 15 de ancho y menos de 100 de largo desde el Pacifico hasta el Caribe, aproximadamente.
La intención de Roosevelt era concretar el viejo anhelo de una ruta interoceánica entre el Pacífico y el Atlántico, para lo cual, con base en un tratado espurio, Panamá cedía, a perpetuidad, esa franja parte de su territorio a Estados Unidos.
Durante más de 60 años, entre 1903 y 1964, Panamá hizo esfuerzos para ser una verdadera República, aunque dominada por un enclave colonial de Estados Unidos. Demás está decir que eso causó un permanente descontento en amplios sectores panameños, salvo algunas excepciones que vivían a gusto con la sujeción a una fuerza hegemónica e imperial.
Con el tiempo, Estados Unidos construyó el canal y se encargó de su operación y, en la Zona del Canal, ejercía la autoridad sobre tierra, aguas y espacio aéreo. El país estaba literalmente partido y la ocupación política y militar de la Zona era fuente de descontentos y humillaciones en la población panameña. Me consta, pues en actividades universitarias visité Panamá desde principios de los años 1960.
Permanentemente, sectores patriotas propusieron la revisión del tratado de 1903. Cuando la revolución cubana irrumpió en la escena continental celosa de su soberanía, otros pueblos de la región se movieron en la misma dirección y Estados Unidos comenzó a revisar la calidad de sus relaciones con el fin de “evitar otra Cuba”. Por supuesto, Panamá estaba en la mira.
Por eso el gobierno del general Dwight Eisenhower emitió una declaración, en diciembre de 1959 (la revolución cubana había comenzado en enero de ese año) con instrucciones a sus funcionarios en la Zona del Canal para que, como gesto simbólico, las banderas de ambos países fueran izadas en ceremonias especiales. Con base en ello, en 1962 se dio un acuerdo entre los gobiernos de John Kennedy y Roberto Chiari para concretar dicha decisión política.
A fines de 1963, ya Kennedy asesinado, y como anuncio de año nuevo, el gobernador de la Zona (que era al mismo tiempo el jefe máximo de la compañía del canal, con autoridad sobre militares, policías y jueces en su área y siempre era un jefe militar de Estados Unidos) anunció que, a partir del 1 de enero de 1964, la bandera panameña sería izada junto a la de EEUU en algunos sitios.
Habiendo entrado en vigencia la orden el 1 de enero, el 2 de enero, un policía zoneíta (ese era el gentilicio informal de los habitantes estadounidenses en la Zona) la ignoró e izó sólo la bandera de EEUU en un sitio civil. El 7 de enero, unos estudiantes zoneítas de la Secundaria Balboa hicieron lo mismo. Era evidente que los zoneítas desacataban la orden del gobernador y la tensión surgió para escalarse rápidamente.
Entre el 7 y el 9 de enero la tensión entre partes en conflicto creció y surgió la violencia. Unos estudiantes secundarios de Panamá intentaron que se cumpliera la disposición de las dos banderas; pero fueron recibidos con violencia por los zoneítas. Entraron en acción los uniformados para poner orden y, según hay evidencia, las balaceras resultantes de armas manejadas por soldados y policías de Estados Unidos, provocaron la muerte de más de 20 personas, ahora considerados los mártires del 9 de enero.
La misma noche el presidente conservador Roberto Chiari rompió relaciones con Estados Unidos y anunció que su gobierno las reanudaría siempre que se iniciara un proceso negociador en serio para revisar a fondo los tratados humillantes que violaban la soberanía de Panamá. Se abrió un proceso que duró 13 años y culminó el 23 de octubre de 1977 cuando, el general Omar Torrijos, jefe de Estado de Panamá, y señor James Carter, presidente de Estados Unidos de América, suscribieron en Washington D.C. los Tratados Torrijos Carter
Los tratados, con vigencia plena el 31 de diciembre de 1999, terminaron la dominación de Estados Unidos sobre Panamá que vio menoscabada su soberanía, desde su fundación en 1903 hasta 1999.
Los tratados permitieron que se eliminara la ominosa cláusula de cesión de territorio a perpetuidad, se fueran todas las bases y fuertes militares estadounidenses y se devolviera a Panamá todo el territorio ocupado. Con eso se fueron el Comando Sur de las fuerzas armadas de Estados Unidos y la llamada Escuela de las Américas, que funcionó en uno de sus fuertes, donde el gobierno de Estados Unidos entrenaba en contrainsurgencia a policías y militares de América Latina
El 9 de enero de 1964, según se reporta, murieron 22 jóvenes panameños cuyo martirio al final fue el vencedor, cuando la bandera panameña ondeó en todo el territorio nacional. Sobre esos mártires podría decirse que con su sangre escribieron soberanía.
Una avenida importante que se llamó 4 de julio, fiesta patria de la potencia de ocupación, es ahora la Avenida de los Mártires. Simboliza el principal legado que dieron esos mártires a Panamá: la soberanía plena recuperada. El mejor monumento intangible en su homenaje que nadie podrá destruir es: Panamá soberana en el canal.
A 60 años de estos hechos, rindo homenaje a los mártires panameños del 9 de enero de 1964, como lo hicimos los universitarios de entonces en todo el mundo.