Luis Ponce
@DiarioCoLatino
La comunidad católica de Panchimalco, al sur de San Salvador, con fama de tener costumbres y tradiciones muy arraigadas, llevó a cabo con algarabía la fiesta del Corpus Christi, una celebración que inundó con gallardetes, alfombras, vejigas, cortinas y todo tipo de adornos, las calles del municipio. Una tradición antigua en la Iglesia Católica que exalta la presencia física de Dios en la hostia consagrada.
Desde muy temprano, muchas personas se levantaron para trabajar arduamente arreglando, limpiando y preparando las calles del municipio para la tradicional procesión. Panchimalco parece ser un pueblo que no se cansa de estar de fiesta. La música de la banda del pueblo acompañó la celebración que inició con la tradicional eucaristía. Miles de personas llenaron el templo colonial del municipio. No faltaron los tradicionales cohetes de vara para alegrar la mañana que amaneció lluviosa.
Al terminar la misa, dio inicio la procesión solemne. Es el único día en que la hostia consagrada sale del templo para ser venerada y visitar algunas casas donde se han preparado altares. Para los católicos, esto merece un gran respeto pues es el mismo Jesús quien camina por las calles, puesto en una custodia y cargada por los sacerdotes.
Los altares son de elaboración muy pancha. Flores de temporada, colores alegres, muchas velas y sobre todo la devoción y la fe de quienes los elaboran no pueden faltar. Aún la llovizna no fue impedimento para que todos los que acompañaban la fiesta siguieran y acompañaran en el recorrido del palio, un objeto de tela dorada que protege del sol a la hostia y sostenido con cuatro pilares de madera, por las calles.
La devoción de los pobladores de Panchimalco es tal que inundaron las calles con adornos. Palmas adornadas con flores, letras, arreglos de cortinas y hasta hojas donde el sacerdote iba a pasar fueron muestra de ellos. Pese a que Panchimalco es un municipio muy alegre, esta procesión es muy solemne y está llena de cantos populares y devocionales.
La población que participa es muy variada.
Una parroquia alimentada por todas sus cofradías y grupos parroquiales, hacen que niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad se unan en una sola voz cantando. Todo el esfuerzo vale la pena, se nota en el rostro de quienes se levantaron temprano a arreglar cuando ven pasar la procesión. Sin duda, la fe es lo que mueve a todo un pueblo a vestirse de amarillo y blanco en una fiesta no menor que las demás conocidas de Panchimalco, pero sí más solemne y única en el año.