German Rosa, s.j.
La pandemia del COVID–19 o coronavirus ha puesto el mundo al revés. Los países del sur por primera vez cierran sus fronteras a los países del norte, los países del norte han sufrido el impacto directo de la pandemia antes que los países del sur, causando millones de desempleos. La crisis económica ya se está haciendo sentir en el resto del mundo con proyecciones escalofriantes. Después de la pandemia, todos nos preguntamos ¿qué va a pasar con la economía, el medio ambiente y la ecología social?
La primera economía mundial está sufriendo la peor crisis de desempleo jamás imaginada desde que comenzó la pandemia. Los analistas consideran que en Estados Unidos se destruyeron más de 26.2 millones de empleos en este periodo, lo que representa el 16 % de la fuerza laboral, a causa de las medidas para frenar la propagación del coronavirus, que ha forzado al cierre de compañías, tiendas, restaurantes, etc. El índice de paro subió del 3.5 % –el nivel de hace medio siglo– al 4.4 %, y se calcula que ascenderá a un porcentaje que puede situarse entre el 15 % y el 20 %. En la Gran Depresión del año 1929 se llegó al 25 % (Cfr. https://www.lavanguardia.com/economia/20200423/48687086187/estados-unidos-paro-desempleo-coronavirus-crisis-gran-depresion.html).
También Europa necesita un nuevo Plan Marshall para reactivar su economía después de la pandemia. Además del paquete ya acordado de medio billón para el rescate de la zona euro, el Parlamente Europeo está debatiendo sobre la creación de un fondo para re-dinamizar las economías de los estados miembros de la Unión Europea. Bruselas proyecta movilizar entre 1.4 billones y 1.6 billones de euros entre capital público y privado. Una inyección equivalente, como mínimo, al 10 % del Producto Interior Bruto, que Bruselas considera imprescindible para recuperar la economía y reequilibrar la situación del continente y evitar que la crisis deje a algunos socios postrados y sin posibilidad de seguir el ritmo económico del resto (Cfr. https://elpais.com/economia/2020-04-23/el-consejo-europeo-respalda-el-lanzamiento-de-un-plan-de-reconstruccion.html).
Se pretende sanear la economía y restablecer el tejido productivo de Europa. Se están planteando dos posibilidades para la transferencia de dichos fondos: que sean re-embolsados a largo plazo con bajos intereses o que sean declarados como fondos perdidos sin necesidad de re-embolsarlos. La Comisión Europea presentará un proyecto la primera semana de mayo del año en curso.
Por su parte, la economía del gran gigante asiático (China) estaba funcionando al 70 % de su capacidad a la fecha del 23 de marzo de 2020 en pleno desarrollo de la pandemia. Al parecer tomará tiempo recuperar el ritmo de crecimiento económico (Cfr. https://elpais.com/economia/2020-03-22/el-alto-precio-de-vencer-al-virus.html).
Las previsiones del Fondo Monetario Internacional son que el año 2020 la economía mundial descenderá un 3 %. El coronavirus provocará una gran recesión económica comparable o peor a la ocurrida en los años 30s del siglo pasado. Dicha recesión se prolongará durante los próximos años. Esta pandemia podría afectar la economía mundial de tres maneras principalmente: afectando directamente a la producción, creando trastornos en la cadena de suministro y en el mercado, y por su impacto financiero en las empresas y los mercados financieros.
En los países de economías emergentes y menos desarrolladas los costos sociales serán muy altos, sumado a las grandes crisis políticas y a la insolvencia de los Estados para tener inversiones sociales fuertes que puedan paliar la crisis.
Más de noventa países miembros del FMI han solicitado fondos de emergencia a esta institución para responder a la crisis de la pandemia. El FMI y la OMS han pedido que dicha ayuda sea empleada para fortalecer los sistemas de salud, pagar a médicos y enfermeras y comprar equipos sanitarios.
América Latina está ante un escenario totalmente condicionado a la evolución de lo que ocurra en las grandes potencias mundiales y a las economías de sus principales socios comerciales. ¿Cómo afectará el coronavirus a nuestras economías? Se prevén estas cinco maneras:
A) Si se hunden las economías de Estados Unidos y China tendremos un impacto en cascada. El desplome económico en Estados Unidos afectaría a toda la región a través del comercio, pero también con la reducción de las remesas. Y la desaceleración económica en China también se está sintiendo de inmediato, porque es uno de los socios más importantes de muchos países de Latinoamérica y uno de los principales compradores de materias primas.
B) La caída de los precios de las materias primas ya se está haciendo sentir por la contracción de la demanda de las mismas, afectando las arcas de muchos países de la región. A la caída de los precios de los minerales -como cobre y hierro- se suma la disminución en el precio de alimentos como la soja, el maíz, las carnes y los cereales. Sin olvidar la caída del precio del petróleo jamás imaginada. El precio del petróleo de Estados Unidos sufrió a la fecha del 21 de abril de 2020 un derrumbe y los contratos de futuros que vencen en mayo se colocaron por debajo de los cero dólares por barril, esto como respuesta a la preocupación de los inversionistas por la falta de lugar para almacenarlo y una baja en la economía global, que en gran medida se han derivado de la pandemia del coronavirus.
C) La interrupción de las cadenas de producción a nivel global ha causado a la vez una interrupción de las cadenas de suministro. Las partes para fabricar un producto se hacen en distintos países. Las distintas empresas constituyen redes de producción que proveen los componentes a quien ensambla el producto final. Cuando esta se interrumpe, muchas de las empresas de un país se quedan sin la posibilidad de seguir produciendo, porque no tienen los insumos que necesitan.
D) Menor demanda de servicios turísticos. La menor demanda -y en algunos casos la nula demanda- de servicios de turismo, está dejando sin oxígeno a países que dependen en gran parte de esta actividad. Es el caso de varios países de Centroamérica.
E) Fuga de capitales y devaluación de las monedas. Latinoamérica ya estaba con altos niveles de endeudamiento antes de que llegara la pandemia. La gente se asusta y busca refugio, llevándose los capitales a lugares más seguros o invirtiendo en activos que le resultan más seguros. Además, la deuda pública de los países ha comenzado a dispararse a medida que la actividad económica se ha ido paralizando. También la recesión está provocando históricas caídas de las bolsas y pánico en los inversores (Cfr. https://www.bbc.com/mundo/noticias-52251104). Ante este panorama, los cuestionamientos que nos hacemos son: ¿producimos lo necesario para vivir con dignidad o vivimos reproduciendo la cultura del descarte como dice el papa Francisco?, ¿queremos recomenzar la carrera industrial a costa del medio ambiente y del desempleo estructural al que estamos sometidos en la economía mundial? Si esto es así, ¿qué va a pasar con los millones de ciudadanos desempleados, sub-empleados o del sector informal rural y urbano que están excluidos de los beneficios de la economía global? También, ¿qué va a pasar con los millones de migrantes que trabajan, hacen crecer y mantienen a flote las economías más desarrolladas ya que no se les reconocen sus derechos, ni tienen las garantías laborales reconocidas por la declaración universal de los derechos humanos?
Podemos enterrar todas las grandes enseñanzas adquiridas dolorosamente de esta pandemia, o podemos renacer a una nueva economía global solidaria y fraterna con quienes siempre han estado excluidos de las grandes ventajas de la carrera económica de este período de la historia. Podemos renacer a una relación justa y amigable con el medio ambiente o podemos llevar al extremo el deterioro y la destrucción de la creación y de nuestra casa común con la carrera industrial.
Estamos ante la disyuntiva de recomenzar para continuar con las grandes tendencias económicas y financieras de la economía global antes de la pandemia o renacer a una nueva economía solidaria en tiempos del pos-coronavirus.