Por Carlos Mario Márquez
San Salvador/AFP
La detención de más de 1.000 pandilleros y la incautación de inmuebles en Guatemala, El Salvador y Honduras esta semana, dejó al descubierto una nueva estrategia de estas bandas, que se asocian a pequeños empresarios que antes extorsionaban para lavar el dinero de ilícitos.
La Policía y la Fiscalía de los tres países que integran el Triángulo Norte de Centroamérica, arremetieron entre lunes y martes contra cabecillas, miembros y colaboradores de la Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18, en el marco de la operación Escudo, que en El Salvador dejó 428 detenidos, en Honduras 450 y en Guatemala 170.
El golpe fue orientado a atacar sus finanzas, por eso en Honduras fueron incautados 35 bienes inmuebles, entre residencias, hoteles, empresas y terrenos, mientras que en El Salvador en el marco de otra operación realizada el 7 y 8 de septiembre se les incautó nueve inmuebles, 70 vehículos y 41 negocios, en su mayoría restaurantes populares y tiendas de comestibles.
En el caso de El Salvador, lo descubierto por las autoridades, «representa una nueva etapa en la relación que se da entre los extorsionistas, en este caso, las pandillas y los extorsionados», declaró a la AFP el investigador universitario, Carlos Carcach.
«Esta relación va evolucionando de una relación parasitaria, a una relación simbiótica», en virtud que los pequeños empresarios han descubierto que «la única manera de operar su negocio es si entran en un asocio de algún tipo con estas pandillas», explicó Carcach.
Para el también profesor universitario salvadoreño Roberto Cañas, en la región hay una «economía paralela» la cual «se nutre» del narcotráfico, las extorsiones, el lavado de dólares, y donde «la frontera de la legalidad y la ilegalidad son muy tenues».
El hecho de que estos grupos se hayan establecido en un lugar por un prolongado período les hace buscar rumbo a centenares de miles de dólares y es por eso que se comienza a ver el tema de lavado de dinero, advierte el analista.
Para Carcach, si la pandilla domina una comunidad, controla las actividades económicas y sociales, por lo que adquiere una característica de «mafia» que también «controla la vida de los residentes de un territorio y por eso es un reemplazo del Estado».
«Hay una brecha enorme en cómo viven estas personas (cabecillas) y como viven los jóvenes miembros de pandillas que participan en los delitos», advirtió por su parte el ministro de Justicia y Seguridad de El Salvador, Mauricio Ramírez.
En Honduras, según la policía y organismos internacionales, existen entre 25.000 y 36.000 pandilleros; en El Salvador 70.000; y en Guatemala alrededor de 10.000.
Con cerca de 16.000 homicidios en 2016, el Triángulo Norte centroamericano se mantiene como una de las regiones sin guerra más violentas del mundo.
Trump presiona
«El combate trinacional es un plan regional que se enmarca en las políticas del presidente Donald Trump de combatir la MS-13 en Estados Unidos donde estaba protagonizando crímenes de gran impacto», advirtió en Tegucigalpa (Honduras), la investigadora de pandillas, Itsmania Platero.
El 9 de febrero pasado, Trump publicó una orden Ejecutiva sobre el cumplimiento de las leyes federales con respecto a organizaciones transnacionales que delinquen en el país, entre las que figura como prioridad desmantelar la pandilla MS-13.
Para dar cumplimiento a la orden de Trump, en julio pasado, el fiscal general de Estados Unidos, Jeff Sessions, se reunió con los fiscales del Triángulo Norte en San Salvador.
En el pasado reciente las autoridades de Honduras habían combatido más a la pandilla Barrio 18, pero en las últimas semanas se han centrado en la MS para capturar a sus cabecillas e incautar bienes.