Por Kelly Velásquez/Rodrigo Almonacid
Villavicencio/Medellín/AFP
El papa advirtió el viernes del riesgo de que la paz fracase en Colombia sin una sincera reconciliación entre víctimas y las fuerzas que han desangrado a este país, que intenta extinguir el conflicto más prolongado del continente.
Desde Villavicencio, una zona castigada por la violencia, adonde llegó en su tercer día de visita a Colombia, Francisco puso en el centro de su prédica a quienes han sufrido el enfrentamiento entre Estado, guerrillas, paramilitares y narcotraficantes.
«Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación siempre será un fracaso», afirmó el jefe de los católicos en la segunda misa a cielo abierto que oficia tras reunir a 1,3 millones de fieles en Bogotá.
El papa, que ha llamado a huir de la venganza y el odio, apoyó el acuerdo que condujo al desarme y transformación en partido político de los rebeldes de las FARC. La Iglesia católica, que ha perdido a dos obispos y 89 sacerdotes en medio del conflicto, también acompaña los diálogos que con el mismo fin emprendió el gobierno con la guerrilla del ELN.
«Cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz», expresó.
Ante centenares de miles de creyentes, Francisco beatificó al sacerdote colombiano Pedro María Ramírez y al obispo Jesús Jaramillo. El primero fue asesinado a machetazos en 1948, y el segundo a balazos en 1989, en episodios de la dilatada violencia en Colombia.
Faltan «los huesos»
Al llamar a las víctimas al perdón, el papa aclaró que «el recurso a la reconciliación concreta no puede servir para acomodarse a situaciones de injusticia».
Francisco viajó a Villavicencio justamente para encontrarse y escuchar a verdugos arrepentidos y sus víctimas, en su mayoría campesinos, indígenas y negros.
En la tarde elevó una gran oración por la paz y el perdón en un acto en el que se vio la imagen del mutilado Cristo de Bojayá.
Sin brazos ni piernas, la efigie quedó semidestruida por un artefacto explosivo lanzado por las FARC contra una iglesia donde se refugiaba una comunidad negra en medio de un combate: 79 personas murieron.
En una carta pública al pontífice, Rodrigo Londoño, también conocido como Timochenko, jefe del ahora partido político, suplicó «perdón por cualquier lágrima o dolor» que causaron sus hombres.
«Más que el perdón falta que nos entreguen los huesos. Eso es lo que le pido a Timochenko, para tener donde ir a rezar por nuestros familiares», dijo a la AFP Jesús Corrales, representante de un grupo de víctimas del Valle del Cauca (suroeste).
Vestido de blanco, este hombre de 52 años aseguró haber sido víctima tanto de la guerrilla como de los paramilitares: de los primeros porque lo creían informante del gobierno y de los otros porque llegó desplazado a una zona.
Francisco, ‘verde’
Desde Villavicencio, el papa volvió a abogar por «una reconciliación con la naturaleza». «No es casual que incluso sobre ella hayamos desatado nuestras pasiones posesivas, nuestro afán de sometimiento», reprochó.
Alcides Mejía, un indígena del pueblo zenú, ubicado en el noroeste del país, recorrió Colombia de un extremo a otro para «reclamar» ante Francisco los derechos de los pueblos aborígenes.
«Tenemos muchos indígenas desplazados desde hace 500 años y (somos) discriminados por el pueblo colombiano», explicó este guardia indígena con bastón de mando en mano.
«Los indígenas nunca serán arrodillados ante el papa», remató Mejía, cuyo territorio en el departamento de Antioquia ha sido por años zona de disputa de «todos» los grupos armados.
Unos 1.500 indígenas llegaron a Villavicencio, a 70 km de Bogotá, para encontrar al papa. Representantes de etnias le hicieron un pasillo de honor su ingreso a la misa y subieron al altar.
«Queremos que el papa ayude al mundo a que se proteja el agua, a que se proteja a los pueblos indígenas», dijo Luis Alfredo Acosta, coordinador nacional de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).
Papa se prepara para misa multitudinaria en Medellín
Francisco visita este sábado Medellín, la otrora capital del narcotráfico, para su tercera misa multitudinaria en Colombia en la ciudad que marcó la historia de la Iglesia católica latinoamericana.
Cientos de jóvenes con guitarras, en un clima alegre con cantos y alegría, provenientes de diferentes localidades, pasaron la noche entera a cielo abierto para asistir a una misa en honor de santo San Pedro Claver, el defensor de los derechos de los esclavos, que festeja su día.
Después de pronunciar contundentes homilías y mensajes para defender la paz, Francisco visita el bastión político del expresidente Alvaro Uribe, gran enemigo del proceso de paz, para hablar de otras temáticas que afectan a los colombianos.
Se trata de la segunda visita de un papa a Medellín después de la de Juan Pablo II en 1986.
Francisco honrará la memoria del pontífice polaco santificado con una misa en el Aeropuerto Internacional Olaya Herrera, el mismo en el que más de un millón de personas se congregaron hace 31 años.
Las autoridades de la ciudad, históricamente rival de Bogotá, esperan esta vez congregar cerca de dos millones de fieles y superar el 1.300.00 de Bogotá, entre las mayores de su historia.
El papa argentino dedicará buena parte de su quinta jornada en Colombia a dialogar con religiosos y estudiosos del Seminario del Sagrado Corazón de Jesús.
La visita a Medellín tiene un fuerte significado personal para el pontífice argentino, porque fue el lugar donde la jerarquía de la iglesia de América Latina decidió en 1968 comprometerse con la causa de los sectores populares, la llamada «opción preferencial por los pobres», que es hoy en día la prioridad de Francisco, el primer papa latinoamericano.
El legado de Medellín, que Pablo VI reconoció con su visita a Colombia, la única a la región en 1968, por décadas fue negado y de alguna se revitalizó con el papa Francisco.
El papa visitará el Hogar de San José donde de nuevo dedicará caricias y abrazos a niños víctimas de la violencia y el abandono.
También hablará con los jóvenes, que le entregarán al papa un mural de gran tamaño en el que expresaron sus preocupaciones por la educación, la corrupción y el embarazo adolescente.
El obsequio fue creado durante las jornadas de Scholas, un programa que creó Francisco en Argentina, cuando no era papa y que se ha realizado en diferentes países.
Curar las heridas del conflicto, ponerse del lado de las víctimas, exigir «verdad y justicia» de manera de lograr reconciliación y una paz duradera tras más de medio siglo de enfrentamiento del Estado con guerrillas, paramilitares y narcotraficantes, han sido el hilo conductor de la visita de cinco días del jefe de la iglesia católica a Colombia.
La capital de Antioquia, que se transformó gracias al sistema de transporte masivo, que incluye metro, teleférico, autobuses y tranvía, se ha movilizado.
«La fe se siente fuerte en toda la área metropolitana de Medellín», contó a la AFP Jhon Jairo Cano, quien pinta y restaura estatuas religiosas.
«Es una temporada buena porque hace poco se firmó la paz», aseguró.
El papa argentino, de 80 años, que ha tenido una agenda muy cargada durante su vigésimo viaje internacional y quinto a Latinoamérica concluirá el domingo en Cartagena su histórica visita.