Por Kelly Velásquez
Cracovia/AFP
El papa llega este miércoles a Polonia para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), empañada por el asesinato de un cura en Francia y por las reticencias de autoridades políticas y eclesiásticas a su mensaje en pro de los refugiados.
El papa que prefiere las periferias del mundo, que ha visitado los países más olvidados de América Latina, que defiende una iglesia pobre para los pobres, permanecerá cinco días en Cracovia, la diócesis que el cardenal Karol Wojtyla dirigió antes de convertirse en Juan Pablo II.
Antes del baño de multitudes el jueves con miles de jóvenes católicos del mundo entero, que llegaron el martes para la inauguración de la JMJ, el papa encarará su primer encuentro delicado, con el presidente polaco, el conservador Andrzej Duda, en el Castillo Real de Wawel en Cracovia y con los obispos locales, una reunión a puertas cerradas que se desarrollará en la catedral.
El papa, que pronunciará todos los discursos en italiano menos uno en español, llegará a las 16H00 hora local al aeropuerto internacional Juan Pablo II de Cracovia – Balice, donde tendrá lugar una ceremonia de bienvenida.
«Los católicos polacos no van a dar la bienvenida al papa que quieren, pero ante la actual situación social y política, reciben al papa que necesitan», sostiene el veterano vaticanista estadounidense John Allen en el sitio Cruxnow.
Un clero que se resiste a aceptar el mensaje de Francisco
Con un clero ultraconservador, con nostalgia del carismático Juan Pablo II, que reinó del 1978 al 2005, aclamado por su papel en la caída del comunismo, Polonia se resiste a aceptar el mensaje de Francisco a favor de una iglesia más flexible y compasiva.
Por ello la reunión este miércoles con los obispos va a ser el momento «más incómodo» para el papa argentino, escribió el vaticanista Christopher Lamb en una nota.
Muchos de ellos «no han estado de acuerdo con la línea de este pontificado», que insta a abrir las puertas de la iglesia a los «pecadores», a las madres solteras, a los divorciados vueltos a casar, a los migrantes.
Pese a los llamados del papa y a las directivas de la Unión Europea, buena parte de la sociedad polaca, así como las autoridades, se niegan a aceptar refugiados en su territorio.
El gobierno conservador y la primera ministra Beata Szydlo, profundamente católicos, no quieren que Polonia reciba migrantes porque consideran que son una amenaza para la seguridad.
Una seguridad que ha sido reforzada por el ataque dentro de una iglesia de Francia, reivindicado el martes por la organización Estado Islámico (EI), donde un cura fue degollado, un hecho inédito en la Europa moderna y que el papa condenó conmovido y preocupado.
La multiplicación de ataques y las falsas alarmas afecta la vida de los europeos y confirma la visión de Francisco, que suele denunciar lo que llama «la tercera guerra mundial a pedazos» que azota al mundo.
Pese a ello, la fiesta de la juventud católica en Cracovia, donde se espera la participación de al menos medio millón de personas, no se detuvo y una multitud entusiastas de jóvenes, con banderas y camisetas de sus países, se tomó literalmente el imponente casco histórico de la ciudad sin importar la llovizna.
«Estamos todos de duelo. Es inevitable. Hay que convertir la JMJ en la fiesta de la esperanza», comentó la francesa Elisabeth, de 20 años.
Ante la situación, las autoridades polacas no escatimaron recursos para evitar todo ataque durante la visita papal: 20.000 policías, 9.000 bomberos, 800 miembros de servicio de la protección del gobierno y 11.000 guardias fronterizos fueron movilizados para garantizar la seguridad.
Como sus dos predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI, Francisco visitará el jueves el santuario mariano de Czestochowa y el viernes el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, donde alrededor de 1,1 millones de personas, entre ellos un millón de judíos, fueron asesinados por los nazis.
La visita se concluirá el domingo con una multitudinaria misa presidida por Francisco, al término de la cual anunciará la sede de la próxima edición de la JMJ, probablemente un país de América Latina.