Santiago/AFP
Giovanna Fleitas/Miguel Sánchez
El papa Francisco hizo un llamado a respetar la dignidad e incentivar la reinserción de mujeres presas, durante una emotiva visita este martes a una cárcel femenina en Santiago, en el marco de su apretada agenda en Chile.
En medio de cantos y emocionados aplausos de cerca de un centenar de reclusas, el papa fue recibido en el Centro Penitenciario Femenino de San Joaquín, en el sur de Santiago, donde saludó afectuosamente a las internas, muchas de ellas cumpliendo una condena con sus hijos de corta edad.
«Ser privadas de libertad no es lo mismo que estar privado de dignidad. La dignidad no se toca a nadie, se cuida, se custodia, se acaricia. Nadie puede ser privado de la dignidad», sostuvo Francisco, en uno de los más emotivos discursos de su visita a Chile.
El pontífice pidió no «transformarse en cosas» y pidió a las reclusas recordar siempre que son personas y «no un número», para así evitar que la esperanza en sus corazones se pierda.
Asimismo, destacó los programas de reinserción social para las internas de la cárcel, a quienes llamó a aprovechar esta posibilidad que para ellas significa la esperanza de salir adelante de la situación en que viven.
«Una condena sin futuro no es una condena humana, es una tortura. Toda pena que uno lleva adelante para pagar una deuda con la sociedad tiene que tener horizonte, el horizonte de reinsertarse de nuevo. Eso exíjanlo a ustedes mismas y a la sociedad», aseveró el pontífice, muy cercano y cómodo en este tipo de visitas.
El papa argentino estuvo acompañado por la presidenta saliente, la socialista Michelle Bachelet, quien aplaudió en varias ocasiones el emotivo discurso.
Lejos de allí, en la catedral situada en el centro de Santiago, el discurso del papa fue seguido con emoción por varios religiosos con quienes se iba a reunir posteriormente.
También tiene programada una visita privada al santuario de San Alberto Hurtado, donde mantendría un encuentro privado con los sacerdotes de la Compañía de Jesús.
Vergüenza por abusos sexuales
El papa Francisco manifestó «dolor» y «vergüenza» por el «daño irreparable» causado a los niños por sacerdotes pederastas, durante su visita a Chile, empañada por las protestas que dejaban medio centenar de detenidos.
«No puedo dejar de manifestar el dolor y la vergüenza que siento ante el daño irreparable causado a niños por parte de ministros de la Iglesia», dijo el papa en el palacio de La Moneda, donde fue recibido por la presidenta saliente, Michelle Bachelet, suscitando los aplausos de los asistentes.
En Chile, casi 80 religiosos abusaron de menores desde el 2000, según una lista distribuida la semana pasada por la ONG estadounidense Bishop Accountability.
Uno de los casos más emblemáticos que marcaron a la sociedad chilena es el del sacerdote Fernando Karadima, denunciado en 2010 por varias víctimas. El Vaticano lo condenó a retirarse «a una vida de oración y penitencia».
«Es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que no se vuelva a repetir», dijo el papa, bajo una fuerte presión de las organizaciones civiles para que la Iglesia actúe y destierre esta lacra que tantas víctimas ha causado en todo el mundo.
Pero para las víctimas, pedir perdón «no es suficiente».
«Necesitamos actos concretos que el papa no toma en la Iglesia chilena contra los abusadores», dijo a la AFP Juan Carlos Claret, vocero de la asociación de laicos de Osorno, que lucha para que se expulse al obispo Juan Barros, señalado como encubridor del caso Karadima.
Barros coofició la misa con Francisco, desatando la ira en las redes sociales.
«El Papa pide perdón, pero el encubridor de Karadima está en la misa del Parque O’Higgins, mientras que a las víctimas no las quiso recibir», dice Víctor Pacheco en un tuit.
«Si el papa se va de Chile sin el compromiso de investigar la complicidad de los líderes de la Iglesia, la desconfianza en la Iglesia se va a agudizar», dice Anne Barrett Doyle, codirectora de BishopAccountability en un comunicado.
Protestas
Cerca de medio centenar de personas, según la prensa local, fueron detenidas en las protestas realizadas a la entrada del Parque O’Higgins contra el gasto que está generando para el Estado la visita del papa y contra los abusos de curas pederastas. Las manifestaciones se dieron durante la misa de la paz que reunió a 400.000 personas.
Entre gritos de «morir luchando» y «cómplices pederastas», los manifestantes fueron dispersados por los carabineros con ayuda de camiones lanza-agua.
En la madrugada del martes se registraron tres nuevos ataques contra iglesias, en una comuna de Santiago y en La Araucanía (sur), que se suman a otros cinco que se produjeron el fin de semana pasado.
El papa ha llegado al país más hostil de América Latina con la Iglesia católica y en pleno cambio social: acaba de aprobar el aborto terapéutico y tramita en el Parlamento el matrimonio homosexual tras la adopción de la unión civil de parejas del mismo sexo y la una ley de identidad de género.
«Debemos superar las desigualdades que aún nos atraviesan, asegurar el bienestar de todos y todas, debemos fortalecer nuestra cultura de la solidaridad, exigirle más a nuestra ética cívica, política y económica, debemos acoger mejor nuestras diversidades», recordó la presidenta Michelle Bachelet, que el 11 de marzo entregará el poder al conservador Sebastián Piñera, presente también en el acto en La Moneda.
Indígenas y migrantes
En su primer discurso en Chile, donde permanecerá hasta el jueves para luego proseguir su visita en Perú, el papa abogó por los indígenas, los migrantes, los jóvenes, los niños y el medio ambiente.
Sobre los pueblos originarios, con los que se reunirá el miércoles en Temuco (sur), Francisco pidió que se les «escuche» y se respeten sus derechos y su cultura.
En un Chile convertido en los últimos años en receptor de migración, sobre todo de Venezuela, Haití, Colombia o Bolivia, el papa recordó que los migrantes quieren «construir un futuro mejor para todos».
Sobre los «graves problemas ecológicos y ambientales» ocasionados por la supremacía del poder económico sobre los ecosistemas naturales, pidió que se tenga en cuenta la «sabiduría» de los pueblos originarios para «aprender que no hay verdadero desarrollo en un pueblo que dé la espalda a la tierra y a todo y todos lo que la rodean».
Incendian iglesias
La ciudad de Temuco, en la región de La Araucanía, aguarda la histórica visita del papa Francisco al sur de Chile, donde la pasada madrugada ardieron otras dos pequeñas iglesias católicas en medio de un creciente clima de tensión por los reclamos de indígenas mapuches.
En ataques simultáneos, las pequeñas capillas ubicadas en las afueras de la ciudad quedaron completamente en ruinas a solo horas de que Francisco arribe a Temuco, unos 800 km al sur de Santiago, en la segunda visita de un pontífice a Chile tras la de Juan Pablo II en 1987.
La capilla de Santa Juanita, en la localidad de Cunco -a unos 60 km de Temuco- estaba a punto de ser inaugurada por los fieles que desde hace 12 años trabajaban en su construcción. A pocos metros de distancia, la iglesia del Sagrado Corazón también ardió en llamas, dejando devastada a toda la comunidad católica que se preparaba para ver a Francisco.
«Es muy doloroso, porque uno ama más lo que uno hace (…) no me hubiese gustado nunca ver que se queme, porque acá hay muchas cosas lindas, trabajo y alegrías», se lamentó Rosa Bimba a la AFP, sobre las cenizas del recinto incendiado.
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