Ciudad del Vaticano/AFP
por Catherine Marciano
El papa Francisco pidió «paz para Jerusalén y toda la Tierra Santa» y un «diálogo sereno» en Venezuela, al pronunciar su mensaje Urbi et Orbi de Navidad en la Plaza de San Pedro.
Ante unas 50.000 personas que escuchaban su tradicional discurso, el papa argentino dijo esperar que «prevalezca la voluntad de reanudar el diálogo» entre las partes implicadas para «alcanzar una solución negociada, que permita la coexistencia pacífica de dos Estados».
Tras la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de reconocer la llamada Ciudad Santa como capital de Israel, el papa ya instó recientemente a «mantener el statu quo» de Jerusalén, conforme a las resoluciones de Naciones Unidas.
El controvertido anuncio, hecho el 6 de diciembre, ha provocado manifestaciones casi diarias en los Territorios Palestinos, y ensombreció las fiestas navideñas para los cristianos palestinos.
En la plaza del Pesebre, en Belén, el domingo reinaba un ambiente más bien alicaído, a pesar de las canciones navideñas que sonaban en los altavoces.
Varios cientos de palestinos y turistas extranjeros desafiaron al frío para contemplar un desfile de jóvenes, cerca de la iglesia de la Natividad donde, según la tradición cristiana, María dio a luz a Jesús. «Es triste», «la gente sale poco», dijo a la AFP Nahil Banura, un palestino cristiano.
En su mensaje navideño, el papa Francisco también hizo alusión a Venezuela y pidió un «diálogo sereno».
«Confiamos Venezuela al Niño Jesús para que se pueda retomar un diálogo sereno entre los diversos componentes sociales por el bien de todo el querido pueblo venezolano», dijo el pontífice desde el balcón de la basílica de San Pedro.
El papa argentino también habló de los niños sirios, «marcados aún por la guerra que ha ensangrentado ese país en estos años», esperando que Siria se comprometerá a «reconstruir el tejido social con independencia de la etnia o religión».
También hizo hincapié en los niños de Irak, un país que «todavía sigue herido y dividido por las hostilidades» de estos últimos quince años, y los de Yemen, «donde existe un conflicto en gran parte olvidado».
En referencia a la situación entre Corea del Norte y Corea del Sur, Bergoglio instó a rezar «para que en la península coreana se superen los antagonismos y aumente la confianza mutua por el bien de todo el mundo».
Francisco también tuvo unos palabras para los migrantes, un tema que ya abordó en su homilía de Nochebuena, la víspera.
«Vemos a Jesús en tantos niños obligados a abandonar sus países, a viajar solos en condiciones inhumanas, siendo fácil presa para los traficantes de personas», afirmó.
Entretanto, en Belén, en Cisjordania, territorio palestino ocupado por Israel, la misa de medianoche tampoco escapó a las tensiones del momento en la región.
Pierbattista Pizzaballa, uno de los más altos dignatarios católicos en Oriente Medio, quien celebró la misa, alentó a los cristianos «preocupados y quizás asustados ante la disminución de (su) cantidad», en una región en pleno tumulto.
Y también se desvió de su discurso previsto para criticar la decisión unilateral de Donald Trump de reconocer a Jerusalén como capital de Israel, decisión que fue imitada este domingo por Guatemala.
La Navidad vuelve a Mosul
En Siria e Irak, dos países de donde el grupo yihadista Estado Islámico (EI) fue expulsado en 2017 casi totalmente, las minorías cristianas pudieron volver a celebrar la Navidad.
Es el caso de Mosul, segunda ciudad de Irak, arrebatada al EI en julio. Aunque sólo una pequeña parte de los cristianos de esta localidad han regresado, las canciones navideñas se podían oír este domingo en la iglesia de San Pablo.
El patriarca de la iglesia católica caldea, monseñor Louis Sako, pidió a las decenas de fieles presentes rezar por «la paz y la estabilidad en Mosul, en Irak y en el mundo».
En Siria, en otro exfeudo del EI, Raqa, reconquistado en octubre por una coalición de kurdos y árabes, habrá aún que esperar para recuperar el espíritu navideño: aunque dos históricas iglesias cristianas han sido desminadas, los fieles aún no han vuelto a ellas.
La situación de los cristianos en Oriente sigue siendo precaria, como en Egipto, donde los coptos, que celebran Navidad el 6 de enero, suelen ser blanco de ataques yihadistas.