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El papel histórico de las mujeres como artesanas de la paz

Carla Arias
Ministra Consejera-Embajada de El Salvador en Chile

Las mujeres, como conglomerado de la humanidad y en cada país, viven momentos re reivindicaciones, rupturas y derrumbamiento de mitos.

Esa mitad de la humanidad ha dicho basta y, de manera creciente, más mujeres se suman a las luchas por la justicia y le necesaria equidad de género.

Ahora que El Salvador recuerda la firma del Acuerdo de Paz, 25 años atrás y alienta la reconciliación, no se debe olvidar el papel que jugaron las mujeres durante el conflicto y en la consolidación de la paz,  así como su rol en la construcción del futuro.

La equidad de género es una premisa fundamental para que las sociedades alcancen un desarrollo inclusivo y justo. Con esta premisa cabe recordar que la comunidad internacional,  por medio de la Resolución 1325 de Naciones Unidas,  reconoce que las mujeres son constructoras de paz. Es así que Chile y El Salvador han propiciado la cooperación y e intercambio de experiencias que propician  la participación plena y equitativa de las mujeres en todas las iniciativas de paz y seguridad.

Esos temas han sido casi siempre masculinos. Pero las cosas han comenzado a cambiar, gracias a la evolución positiva de las sociedades humanas para terminar con discriminaciones, opresiones y marginaciones de todo tipo. Ha habido progresos. No obstante se ha tenido una mirada estrecha ante la complejidad  de los fenómenos sociales como es el tema de género. Así,  aún se tiene que trabajar para garantizar mayores espacios de autonomía e incidencia en la resolución de los problemas sociales y en las reivindicaciones de las mujeres.

En esa línea se debe avanzar en el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos; eliminar las brechas salariarles; permitir un acceso igualitario al trabajo remunerado y a una vida libre de violencia; seguir trabajando por el reconocimiento al cuidado doméstico de las mujeres; superar los distintos estereotipos y arquetipos; garantizar mayor acceso al financiamiento de estudios y emprendimientos; garantizar mayores cuotas de género en el estamento publico así como en el ámbito empresarial. Como se ve, la tarea pendiente es enorme y el camino por recorrer es largo.

Por lo tanto, como mujeres, debemos organizarnos e informarnos, no solo para reclamar la  inclusión de nuestros derechos, sino también para propiciar el empoderamiento político y la construcción del país que queremos tener.

En este sentido me viene a la mente la cita que hace Enrique Duseel,  en su libro de Economía Política,  sobre la terminología entre emancipación y liberación. El  explica que  se emancipa el hijo para ser como su padre, ser lo que ya era; por lo tanto el esclavo se libera para estar en un mundo nuevo en el que nunca estuvo. Y haciendo una analogía podríamos decir que la mujer tiene que liberase de una construcción social que nos ha definido lo que somos y lo que deberíamos ser,  por lo tanto debemos seguir un camino que nos lleve a la liberación, es decir a la autodeterminación y auto trasformación, siendo nosotras quienes definamos en lo que podemos devenir, sin ataduras. Porque somos mujeres de cambio, somos mujeres constructoras de paz, y mujeres ávidas de un mundo igualitario y justo. Por eso, debemos ser artesanas de la paz nacional y mundial.

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