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Para dónde va la economía mundial y el capitalismo

Tomado de Carta Económica
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Ha finalizado el 2015 y las decisiones políticas futuras deben tomar en cuenta las tendencias para los próximos años. El año que recién finalizó fue marcado por una economía estadounidense sin mayores variaciones, here ed que motivó una subida de las tasas de interés por parte de la FED, sovaldi a partir de diciembre, healing de 0.25% a 0.50%. En Europa se agudizan las contradicciones entre los países del sur y el norte, con una creciente desconfianza de los pueblos en las instituciones financieras de gestión tecnocrática como el Banco Central Europeo o la Comisión Económica de la Unión Europea; esto se constata con la efervescencia popular en Grecia o el ascenso de PODEMOS como tercer fuerza política en España, tras las elecciones generales en diciembre; esta efervescencia popular producto del fuerte castigo económico que han recibido los hogares por las políticas de austeridad, soporte del salvataje para los Bancos Europeos y el Sistema Financiero Mundial.

Las economías emergentes como China han desacelerado su crecimiento, como parte de la deprimida demanda en sus principales mercados de Estados Unidos y Europa. Sin embargo, estas economías han venido construyendo una estrategia de crecimiento endógeno, fortaleciendo su mercado interno e inversiones en los países cercanos, la inversión ha llegado a representar un 40% del PIB, frente al 20% de promedio en las economías hegemónicas. La creciente importancia de estas economías ha resultado en la incorporación del Yuan en la cesta de monedas del FMI y una capitalización del Banco Asiático de Inversión e Infraestructura por más de 100 mil millones de dólares, incluso con socios occidentales de los Estados Unidos.

Este panorama ha constituido el marco para una producción industrial mundial moderada que ha disminuido el crecimiento de la demanda de materias primas y fuentes energéticas. De este modo, durante el año 2015, los precios de las materias primas se han mantenido bajos con respecto a niveles anteriores, en una tendencia que se mantienen en los últimos cinco años. Esta tendencia a la baja de los precios de las materias primas ha sido resultado no sólo del comportamiento de los mercados en un marco fuertemente especulativo, sino igual ha estado marcado por los movimientos geopolíticos que manipulan los precios, en el caso del petróleo esto ha sido más significativo, llevando a un profundo deterioro en los precios del mismo.

América Latina, con una fuerte incidencia de las materias primas en sus exportaciones, enfrenta el reto de consolidar los avances logrados en materia social y económica en países que han enfocado sus excedentes en la base popular, contraponiéndose al neoliberalismo económico dominante todavía en la economía mundial, no obstante su fracaso. El contexto mundial plantea una prueba para la región, en cuanto a si ésta, ha podido ser capaz de sentar las bases para un cambio estructural que permita aumentar la producción con más valor agregado, a partir de potenciar la producción y el consumo interno como una palanca económica, que le quite a las exportación la supremacía en cuanto a ser el centro dominante de desarrollo de las fuerzas productivas, esto sin duda requiere una política crediticia que favorezca el desarrollo, la cual tendrá que superar los efectos de la subida de las tasas de interés de los Estados Unidos y su efecto en los mercados financieros internacionales.

En general, las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) muestran que las tendencias anteriores se mantendrán en los próximos años. Particularmente, para 2016 el FMI prevé que las economías avanzadas mantendrán el bajo crecimiento, por debajo del 3%. Por su parte, China seguiría confrontando con la desaceleración, con una tasa de crecimiento levemente superior al 6%, luego de tasas entre 10% y 7% en los últimos cinco años.

Parte de esta dinámica se refleja en la desaceleración en el crecimiento del comercio. Esto podría dar cuenta de un ritmo más modesto en la fragmentación  de los procesos globales de producción, fenómeno más relacionado a los mercados emergentes. Una parte de esta desaceleración podría ser cíclica, lo que refleja la disminución del crecimiento mundial desde 2011. De hecho, en las primeras etapas de la recuperación mundial, en el periodo 2009-2010, el comercio mundial repuntó con fuerza para luego desacelerarse desde 2011. A partir de ese punto, el crecimiento del comercio mundial ha crecido entre el 2% y 3% anual, sustentado en las exportaciones de manufactura China y las materias primas en América Latina.

Para los próximos 5 años, el crecimiento mundial de las exportaciones se mantiene alrededor del 4%. Esto, con crecimientos mayores en los mercados emergentes, particularmente las exportaciones de América Latina, de cerca del  5%.

Sin embargo, una estrategia de desarrollo por las exportaciones tiene un límite, sobre  todo para América Latina. La desaceleración económica mantiene bajas expectativas para la demanda de materias primas y los bajos precios. Además, la presencia y expansión de las trasnacionales en América Latina tienen doble vía para la inserción en los circuitos globales de acumulación. Por un lado, la inversión en industrias de bienes transables –commodities- permite integrar a la región como proveedora de materias primas y manufacturas de baja tecnificación funcionales a procesos transnacionales de producción, controlados por los mismos conglomerados de capital. Por otro lado, penetran sectores claves no transables, como la banca y los servicios básicos, de modo que construyen mecanismos para captar las rentas que las industrias de los commodities dejan en los mercados internos de las economías locales.

Dados los circuitos globales de acumulación, la construcción de alternativas pasa por desarrollar mecanismos de intercambio y producción desde abajo. Esto es, procesos que se contrapongan a la concentración de los medios de producción y permitan desarrollar economías comunitarias de escala, basadas en la propiedad y trabajo colectivo en un marco de desarrollo de la empresa social. De esta manera se vuelven procesos participativos de producción, donde las comunidades tienen capacidad de decisión sobre los sectores que encadenan la economía. Es decir, que es necesario un proceso de democratización de las economías, es decir, del capital, lo cual implica trastocar las lógicas de concentración y centralización capitalistas.

Bajo estas condiciones de desaceleración, como es posible observar en el gráfico, los precios de las materias primas han iniciado, desde 2011, una clara tendencia hacia abajo. El índice de precios de los metales ha descendido en más del 50% desde entonces: el hierro pasó de cotizarse de 167.78 dólares por tonelada métrica a 55.76 dólares en 2015. El aluminio pasó de 2,400 dólares por tonelada métrica a 1,684.5 dólares, mientras que el níquel de 22,909.14 dólares a 12,158.49 dólares  en su cotización en los mercados internacionales.

En cuanto la energía, el precio del petróleo, gas natural y carbón siguen disminuyendo.  El precio del petróleo alcanzó sus picos máximos en 2012, con precios de 111.96 dólares por barril de crudo Brent y 97.93 dólares por barril de petróleo West Texas Intermédiate (WTI). A finales de 2015, el precio por barril de petróleo en los mercados internacionales era de 53.42 dólares para el Brent y 48.55 para el WTI. En su conjunto, los precios del petróleo han disminuido en casi el 50% en estos tres años.

Con respecto al mercado del petróleo es necesario tomar en cuenta que sigue la tendencia de las demás materias primas. La desaceleración de la economía mundial produce contracción de la demanda  e influye en cuanto a que los precios, que han alcanzado altos niveles producto en parte por mecanismos de control de la oferta,  se ajusten al valor real del petróleo. A esto hay que agregar, que el control del monopolio energético es un instrumento importante en la capacidad de imponer condiciones en la economía global de parte del imperialismo. Así, el petróleo ha sido un commodity utilizado constantemente por los Estados para ampliar su dominio económico, político y social, para lo cual en los últimos 15 años se incrementa el uso del instrumento militar a través de invasiones masivamente destructivas de vidas (millones de seres humanos han muerto, han sido mutilados y expulsados de sus hogares y territorios) y fuerzas productivas, que llevaron a rediseñar el mapa del control político de esta importante materia prima en el mundo, a favor de los intereses económicos y políticos del imperialismo americano y sus aliados europeos.

A manera de ejemplo puede referirse la invasión estadounidense a los territorios de Medio Oriente, bajo la cortina del terrorismo, que le ha permitido controlar tierras ricas en petróleo. También la guerra económica impuesta por los Estados Unidos de Norteamérica a Irán para obligarlo a abandonar su proyecto de desarrollo de capacidades atómicas propias; por otra parte, la organización autodenominada Estado Islámico ha utilizado como estrategia para financiar su actuación la toma de explotaciones petroleras. Esto último deja también en evidencia la lógica de acumulación capitalista. Muchos han sido los líderes de occidente que han dado declaraciones y anunciado acciones condenando la actuación del Estado Islámico, sin embargo, su funcionamiento depende de los negocios que hacen con las grandes corporaciones petroleras de estos mismos países.

Actualmente, los países de la OPEP presionan a Arabia Saudita para recortar la producción del petróleo que se ha visto inundada por la producción estadounidense relacionada al fracking. Sin embargo, Arabia Saudita no se ha inmutado frente a las presiones, en tanto busca defender su posición en el mercado petrolero y las ventajas estratégicas que le otorga con respecto a los Estados Unidos. Esto igual ha contribuido al deterioro económico,  político y social de los procesos políticos como la revolución Bolivariana en Venezuela, el  proceso Boliviano, Ecuatoriano y Argentino, con sus diferencias, todo esto enmarcado en la guerra económica y política que el imperialismo impone a estas sociedades para detener el avance de las trasformaciones políticas, económicas y sociales, por no corresponder a los intereses de las trasnacionales del imperio, ni a sus intereses geopolíticos que se ven amenazados por una mayor penetración de la República de China Popular, Rusia, Irán, etc., en la construcción de una nueva geopolítica y geoeconomía mundial.

Ahora bien, visualizando las tendencias en más detalle, se puede inferir que 2016 será un año que puede marcar un nuevo periodo recesivo en la economía mundial, particularmente por el peso de la economía estadounidense en la economía global. En el cuadro se pueden observar los cambios anuales de los salarios, las ganancias corporativas y el desempleo en los Estados Unidos. Tapia (2016)1  realiza una observación sobre estas variables. Cuando el cambio anual de las ganancias corporativas es negativo, es decir que las ganancias de las empresas son menores que el año anterior, le siguen años en los que los salarios disminuyen y el desempleo aumenta. Esto se puede ver cuando, en 1990, las ganancias cayeron 5.2% y para 1991 los salarios caen 0.6% y el desempleo aumenta 1.2%. En el 2001, luego de una serie de tasas negativas en las ganancias, la caída del 10.1% repercute en una baja de 0.7% de salarios y 1.1% de aumento en el empleo. Lo mismo sucede luego de la caída de las ganancias en 2008, que es sucedida por aumentos del desempleo del 3.5% y disminución de salarios del 5.1%.

El año 2014 muestra de nuevo una leve disminución de las ganancias corporativas, del 1.9%, que seguramente continúa en 2015 (dato oficial aún no disponible), por lo que, dada la evidencia histórica, cabe esperar que 2016 pueda marcar un quiebre hacia la recesión de la economía estadounidense, lo cual no sería más que una manifestación de una recesión de la economía mundial. La caída de las ganancias en la economía de Estados Unidos en el 2014 es muy probablemente una manifestación de la caída de las ganancias empresariales en la economía mundial. Es precisamente la rentabilidad de las inversiones lo que mueve la economía del capital, de modo que mientras una rentabilidad baja aumenta las posibilidades de crisis, los precios bajos del petróleo la reducen. Según Tapia, lo más probable es que la rentabilidad finalmente imponga su lógica y la economía mundial entre en recesión abierta si no en el 2016, no mucho más tarde.

Esto está ya manifestándose en la creciente tendencia de la precarización del empleo. Es decir, que si las tasas de desempleo están disminuyendo, lo hacen a costa de desmejorar la calidad del empleo existente. En Reino Unido, el peso de los empleados temporales con respecto a los permanentes es del 30.5%, un punto por encima del 29.6% del 2008, antes del desarrollo pleno de la recesión en Europa. En la zona Euro la tendencia es más marcada, la recuperación las tasas de empleo son sostenidas por un aumento de más de tres puntos de la incidencia del empleo temporal. Estados Unidos, presenta un ratio de empleo temporal con respecto al permanente, de alrededor del 15%. Estos datos son ya evidencia de la precarización del empleo, sobre todo luego de la recesión que siguió al estallido de la crisis financiera en 2007, pero es necesario remarcar que la situación podría presentar un panorama más desalentador, dado las manipulaciones que se hacen sobre  las estadísticas y sus indicadores, éstas ampliamente documentadas.

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