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Para lo que las encuestas deberían servir

La semana pasada, el centro de investigaciones de la Universidad Francisco Gavidia dio a conocer los resultados de su más reciente encuesta, en la que todo mundo destacó la nota del presidente inconstitucional Nayib Bukele. Así demuestra que su popularidad y, por tanto, aceptación es muy alta.

Desde nuestro análisis, esa alta calificación, arriba de 8, se debe única y exclusivamente por los resultados en la seguridad. De hecho, de ¿dónde es muy deficiente o excelente la situación del país?

La gente responde que desde la seguridad, al menos un 8.98, en una escala de diez, así respondió.

La ciudadanía, en general, lo que valora es que, al llegar a su colonia o comunidad, no debe rendirle cuentas a nadie o no debe reportarse con nadie. Que ya no están aquellos jóvenes o niños apostados detrás de un poste del tendido eléctrico para vigilar y avisar al jefe de clica o pandilla la presencia de “alguien sospechoso”, o en el peor de los casos un contrario o un agente de policía.

En el tema de la seguridad, si se quiere, se puede decir que hay elementos objetivos que permitan valorar como lo han hecho, de acuerdo con la encuesta.

Lo negativo de aquella valoración es que la gente no se atreve a analizar la forma en cómo el gobierno le está dando esa seguridad. Es decir, la gente no se detiene a pensar de que en tanto que es obligación del Estado garantizar la seguridad, como dice el artículo 1 de la Constitución, éste debe proporcionársela, pero atendiendo las leyes tanto nacionales como internacionales.

Si hiciera esa valoración, de forma seria, sin fanatismo y sin odio caería en la cuenta que el Estado de Excepción, como política de seguridad del gobierno, pese a la seguridad que se vive es una aberración.

Y es aberración porque viola otros derechos y trata a cualquier persona, como sospechoso de ser delincuente (pandillero) hasta que se demuestre lo contrario, y esto puede ocurrir seis meses, un año y hasta más de dos años en prisión. En este tiempo, si es que salen libres, lo hacen enfermos física y psicológicamente, sin trabajo y con pocas posibilidades de encontrar uno por la estigmatización sufrida por la captura. Otros, incluso, han perdido hasta su familia, porque huyeron a cualquier lugar antes de afrontar la vergüenza.

Y lo más grave es que otros no lograrán demostrar su inocencia, a pesar de serlo, porque morirán en la prisión, como los más de 300 prisioneros muertos en los penales, según los registros de CRISTOSAL y de otras organizaciones pro-derechos humanos.

Al ciudadano en general no le importa el sufrimiento de los otros, independientemente de que sean inocentes, lo que le importa es su “bienestar” hasta que no caiga en las garras del soldado o el policía que anda cumpliendo metas. Esta es, por cierto, de las enseñanzas del actual gobierno, que ha metido en el imaginario que “los malos” deben sufrir, y los malos son todos, pues todos son sospechosos. Hay otras áreas que la gente responde desde la esperanza que les inyecta el mesianismo con su narrativa, con sus luminarias, con los mundos virtuales.

A la pregunta ¿Cuál es el rumbo del país? El 42.9 responde que lleva un buen rumbo, y el 36.2% que el rumbo es regular. Un 11.8% responde que es “muy buen rumbo” y solo el 7.9% que “muy malo”. Estas respuestas, las positivas para el gobierno, son respondidas más desde la esperanza que, así como el gobierno “resolvió el tema de la seguridad”, también resolverá los otros temas.

¿Cuáles temas? El del trabajo, la carestía de la vida, el incremento de la pobreza, el estancamiento de la educación, el deterioro de la salud.

Y aunque las áreas de salud recibieron buena calificación, arriba de 7, la verdad es que en esas dos áreas hay tremendos retrocesos tan extensos como la institucionalidad democrática.

Uno de los aspectos graves, y que en los cinco años de gobierno legítimo Nayib Bukele no dio muestras de cómo resolverlo es el tema del empleo, al contrario, ha actuado para profundizarlo.

Por ejemplo, más de 24 mil empleados públicos fueron despedidos, el próximo año se estima que 11 mil empleados públicos serán cesados. Hay persecución policial contra los vendedores ambulantes. De acuerdo con la encuesta un 38.40% está sin trabajo. Es decir, un millón 920 mil salvadoreños están sin empleo. ¿Debería este dato preocuparle a los salvadoreños, al gobierno?, claro que sí, pero no lo están haciendo, porque el gobierno está en su espuma, y los otros esperando que haga los milagros.  Esta es la realidad del país, lo que hace pronosticar un panorama gris para el futuro.

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