Por Antoine Lambroschini/Valérie Leroux/Múnich/AFP
El primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, hizo este sábado un sombrío balance de las relaciones entre su país y Occidente, minadas por los conflictos en Ucrania y Siria, y afirmó que han entrado en una nueva guerra fría.
«Se pueden decir las cosas más claramente: hemos caído en un nuevo período de Guerra Fría», declaró Medvedev en la Conferencia de Seguridad de Múnich (Alemania), que se celebra cada año.
«Lo que queda es una política inamistosa y cerrada, según nosotros, de la OTAN con respecto a Rusia», afirmó el primer ministro ruso.
«¿Necesitamos de verdad un tercer seísmo mundial para comprender que lo que hace falta es cooperación, en lugar de confrontración?», se preguntó.
Rusia y Occidente mantienen posiciones encontradas en el conflicto sirio, donde Moscú apoya abiertamente al régimen de Damasco, denostado por los segundos.
Las mismas potencias occidentales acusan a Moscú de apoyar a los rebeldes separatistas prorrusos del este de Ucrania en su lucha contra el poder prooccidental de Kiev.
En su intervención, Medvedev criticó en particular la política de la Unión Europea consistente en reforzar sus relaciones con varias ex repúblicas soviéticas, que según él excluye a Rusia.
«Los políticos europeos creyeron que el crear un supuesto ‘cinturón de amigos’ en las fronteras de la Unión Europea era una garantía de seguridad. ¿Cuál es el resultado? No un cinturón de amigos sino un cinturón de exclusión», apostilló.
«Casi cada día nos acusan de proferir nuevas amenazas horribles contra la OTAN, contra Europa, contra Estados Unidos u otros países», agregó.
‘Crear confianza es difícil’
La asociación estratégica de la UE con Ucrania originó el conflicto abierto en este país en 2014, que vivió una rápida escalada con la incorporación de Crimea a Rusia, las sanciones occidentales contra Moscú y el congelamiento de numerosos espacios de diálogo.
Medvedev señaló que «crear confianza es difícil», aunque las posiciones de Rusia y Occidente «no difieren tanto como hace 40 años, cuando en Europa había un muro».
En ese sentido, citó como un «ejemplo brillante» de diálogo el encuentro del viernes en Cuba entre el papa Francisco y el patriarca ortodoxo ruso Kirill.
Por su lado, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, afirmó que la alianza no quiere «una nueva guerra fría», aunque su respuesta «debe ser firme».
«Vemos una Rusia más afirmada, que desestabiliza el orden regional europeo», añadió el secretario general, refiriéndose al caso de Crimea y al conflicto entre Kiev y los separatistas prorrusos en el este de Ucrania.
Ante esa «nueva realidad», la alianza atlántica ha optado por «más defensa», aunque también quiere «más diálogo» con Moscú, aseguró.
El miércoles, los 28 países miembros de la OTAN decidieron reforzar la «presencia avanzada» de la alianza en Europa del Este, con equipamientos pesados y tropas.
Según Stoltenberg, se trata del «mayor refuerzo de nuestra defensa colectiva en décadas, para prevenir toda agresión o intimidación. No para hacer la guerra, sino para prevenirla».
Volviendo a Siria, Medvedev insistió en el compromiso de su país por que se cumpla la tregua anunciada para la semana próxima tras un acuerdo con Washington.
«Es difícil, pero no hay alternativa», aseguró.
Igualmente pidió a los estadounidenses hablar con los militares rusos para coordinar su acción y supervisar la aplicación del cese de las hostilidades en Siria. Según él podrían comunicar «unas diez veces al día».
Estados Unidos, al frente de una coalición que ataca por aire a los yihadistas en Irak y Siria desde 2014, se ha negado hasta ahora a una cooperación militar con Rusia, que opera también desde el aire en Siria desde el pasado 30 de septiembre.
Washington acusa a Moscú de estar bombardeando mucho más a grupos rebeldes «moderados» que a los yihadistas del Estado Islámico, con el objetivo primordial de ayudar al gobierno de Bashar al Asad a recuperar terreno.
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