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Científico argentino Pablo Goldschmint. Tomado de Infobae

Para un prestigioso científico argentino, “el coronavirus no merece que el planeta esté en un estado de paro total”

Tomado de Infobae

Pablo Goldschmint nacido en Argentina y dadicado en Francia, lleva desde hace años una lucha contra el pánico a los virus. Su libro “La gente y los microbios”, donde explica la psicosis que generaron la gripe H1N1 y el SARS, así lo atestigua.

Ahora, este virólogo jubilado del Ministerio de Salud de Francia, que pasa sus días en su departamento de Mónaco, la emprende contra los cálculos que la Organización Mundial de la Salud hizo sobre los alcances del coronavirus COVID-19, que ya contagió a 595953 personas y mató a 27333 (690 y 17 respectivamente en la Argentina) aunque Goldschmidt lo relativizará.

“Estamos todos encerrados. Hay drones en Niza que le hacen multas a la gente desde el aire. Mire donde llegó este control. Hay que leer a Hannah Arendt, mirar cómo fueron los orígenes del totalitarismo. Cuando alguien le mete miedo al pueblo, hace lo que quiere con él…”, sostiene. Y si se le hace notar que por su edad está en el grupo de riesgo, lo asumirá: “Pero claro… todos estamos en riesgo. Pero hay gente de 80 que está fantástica».

– ¿Por qué sostiene que hay una paranoia injustificada con el coronavirus?

– Mire, este tipo de enfermedades no merecen que el planeta esté en un estado de parate total, salvo que haya predicciones que sean realistas.

 

– ¿Y no las hay?

– En el Imperial College de Londres, que tiene un servicio muy bueno de epidemiología y de predicciones matemáticas, hay un profesor, (Neil) Ferguson, que hizo el modelo de las curvas que se achatan, o no, en epidemiología. Y que fue tomado para todas las decisiones políticas gubernamentales por consejo de la Organización Mundial de la Salud, sin discutir ni poner en tela de juicio las ecuaciones. Yo desde el principio empecé a analizar esto y vi que había algo raro. A mi eso no me cerraba. Anteanoche, este señor Ferguson dijo que la proyección que hicieron debía ser masivamente disminuida -tal la palabra que usó en inglés- con respecto a las cifras de muertes.

– ¿Que significa?

– Que, por ejemplo, para los Estados Unidos él proyectó con su modelo -que todo el mundo está utilizando en este momento sin siquiera cuestionarlo-, 2.200.000 fallecimientos; y 500 mil en el Reino Unido si no se tomaban las medidas de achatar la curva y todo lo que significaba eso. Ahora dice que no, que las predicciones no parecen ser exactas. Lo mismo que sucedió con el H1N1. Predijeron muchísimas menos muertes ahora, siempre que se mantengan las medidas de cierre como las que tomaron los gobiernos. Las estimaciones son mucho más bajas.

– Pero por el bloqueo…

– Dice que el bloqueo las va a mantener. Pero el bloqueo para achatar la curva se hizo en función de los primeros cálculos, que daban un coeficiente de transmisibilidad y mortalidad mayor. Pero ahora dice que ya no es como le daba antes, que está en el orden del 3 o 2,5, dentro de los valores de la gripe. Y dijo el miércoles que, por las estimaciones que revisó y las medidas de cierre adoptadas por el gobierno británico, los hospitales van a atender a la gente infectada y morirán más o menos 20 mil personas por el virus… o por la excitación que van a provocar otras dolencias asociadas al virus.

– ¿Qué tipo de dolencias?

– Infartos, accidentes cerebro vasculares… Porque usted va al hospital y si muere por un infarto, dirán que murió por el virus. El problema es que ahora se mezcla todo. Una persona que llegue por una tentativa de suicidio y que se tomó un remedio por estar resfriada, murió por el virus. Alguien con un ACV mal manejado, si está resfriado, murió por el virus, no por el accidente cerebro vascular. El dice que hay que corregir la cifras porque solo se está considerando eso. Por supuesto, en Oxford hay otro epidemiólogo que dice estar sorprendido porque se haya aceptado de manera tan incondicional por parte de las organizaciones internacionales el modelo de Imperial College. Ellos están haciendo otro tipo de modelo predictivo y dicen que este virus se ha propagado de una manera invisible y descontrolada por lo menos un mes antes de lo que cualquiera hubiera sospechado, y si se empieza a hacer test a la población probablemente la mitad haya sido infectada, y que entonces la mortalidad es mucho más baja y el riesgo también. Si eso es verdad, uno de cada mil infectados sería el que enferme y necesitaría hospitalización, porque el 86 por ciento no tiene síntomas serios. Esto apareció ayer en Inglaterra.

– ¿Qué cambia esto para el sistema sanitario?

– De cada 100 personas que van a consultar, 86 por ciento padecen síndrome gripal. El médico, en ese caso, le va a hacer un análisis de sangre y le pedirá cuatro parámetros, que el laboratorio le puede hacer en media hora o una hora. Ahí se puede saber si la persona tiene o no una infección viral. No le va a decir si tiene coronavirus. Tiene un virus. Influenza, adeno, cualquier otro. Pero se necesitan laboratorios que puedan hacer dímeros, proteínas C reactivas, recuento globular… Si los dímeros positivos dan altos, alguna lastimadura tendrá en el pulmón. Y se hacen enzimas hepáticas y se pide un ionograma para ver como esta el potasio. Si dan, la persona tiene un virus, sea corona o no. Si esas cosas no están alteradas, lo mandan a la casa y le dan tratamiento de gripe. ¿Entiende? Hasta aquí no hace falta pánico, y hablamos del 85 por ciento de la gente. Pasó en Corea, China, y en todo el mundo.

– ¿Qué sucede con el 15 por ciento que sí da infección viral?

– Puede ser grave. La única manera de saberlo es hacer un test PCR, que no es accesible en todas las ciudades, provincias o laboratorios. El costo de cada test es de 30 o 40 dólares y se necesita personal muy bien formado y materiales. Yo justamente estuve en la Argentina en diciembre, y dí una charla sobre cómo desarrollar test de biología molecular casero y que no sea caro. Pero para desarrollarlos hay que esperar por lo menos dos meses. Hay que comprar los de Corea, porque los chinos en este momento tienen un problema bastante serio, mucha gente no los quiere comprar más. Pero inclusive comprando el mejor test de Corea hay un 20 por ciento de falsos negativos.

– ¿Y si el resultado es coronavirus COVID-19?

– Si tiene una infección viral, y dice tengo fiebre (más de 38,5 durante dos días), estoy cansado, tosiendo, siento que me falta el aire y además, por una razón muy rara, pierde el gusto y el olfato, la única salida es una resonancia o una tomografía de pulmón. No hay otra. Una radiografía no siempre da buenos resultados. Si el radiólogo dice que hay infección compatible con neumonía por coronavirus, esa persona tiene que ser internada en terapia intensiva, pero eso es para un máximo del cinco por ciento de las personas. Ahora, si no tiene resonadores o tomógrafos, ¿qué hace? No se sabe, y ahí empiezan los problemas.

– ¿No hay solución en ese caso?

– Lo que hacen los coreanos, y ahora los franceses se atribuyen la paternidad, es dar un antibiótico, como puede ser la amoxicilina con clavulánico y la hidroxicloroquina.

– ¿Sirve la hidroxicloroquina?

– Es lo único que se puede dar ahora. No hay pruebas contundentes, pero es mejor que nada. Se trata como una neumonía. La diferencia con la neumonía clásica es que, esta vez, se le agrega la hidroxicloroquina, pero solamente si el médico le hace un electrocardiograma y mide el potasio del paciente. Porque cambia la conductividad cardíaca, y al cabo de tres pastillas los electrocardiogramas traen sorpresas. No se le puede dar a cualquier persona. Por eso en Francia hubo una negociación entre Salud Pública y el profesor de Marsella que tomó los procedimientos de Corea (Didier Raoult) y dijeron que eran para todo el mundo… pero no. Es para quienes tienen un médico que los sigue, porque si tienen un trastorno del ritmo cardíaco, si baja el potasio, puede ser peor el remedio que la enfermedad. Pero en definitiva, estamos hablando de que a esa gente hay que internarla. Y acá viene la gran pregunta.

– ¿Cuál es?

– Que tiene que estar en un servicio de terapia intensiva con gente formada. ¿Hay gente formada en todos los países y ciudades para terapia intensiva? ¿Hay suficiente gente que sepa meter un laringoscopio para intubar a los pacientes? ¿Hay enfermeros y médicos a quienes el Estado se hizo responsables de formarlos para hacer frente a eso? La respuesta es “no”. Y tampoco hay suficientes máquinas. En Alemania hay seis veces más respiradores que en Italia. Y diez veces menos muertos por la misma patología. En Europa hay 80 mil camas de terapia con personal formado, un promedio de 12 cada 100 mil habitantes; en los Estados Unidos hay 28 cada 100 mil; en Alemania, 29; en Portugal, 4,2; en España, 10,3, pero el problema es que allí el 78 por ciento de quienes atienden esas camas está entrenado para terapia médico quirúrgica y unidad coronaria, gente que sabe manejar infartos y acv, pero el Estado no formó neumonólogos para hacerse cargo de este tipo de crisis. Entonces, ¿hasta dónde es solamente el virus responsable?

– ¿E Italia, el país donde dicen que se hizo todo mal?

– El problema de Italia e mucho más serio y necesita un análisis aparte. Allí la mortalidad es muy alta, y la gente está cantando el himno, pero no sabe que desde hace 25 años cierran camas y no crean cargos de médicos. Y mucho menos, médicos de terapia intensiva que trabajen en los hospitales. Lo que esto habla es que no es sólo el virus. Hay 75 mil personas diagnosticadas y 7400 muertos, el 9 por ciento de muertos. Algo significa.

– ¿Cómo ve al sistema de salud argentino?

– No lo podría decir. El sistema argentino es complicado. Hay hospitales estatales, privados, municipales, de sindicatos. Cuando estuve el año pasado, en el Hospital Fernández todo funcionaba, pero al Clínicas no puede ir porque no andaba el ascensor. Y en cuanto a los profesionales, no se en este momento cómo está la neumonología. Hay buenas individualidades, gente brillante, pero en lo general, no se.

– Usted dice que no hay que tener paranoia, y está bien. Pero si en China tuvieron que crear hospitales de la nada, esto es distinto a una gripe común, algo pasa…

– Mire. Cualquier persona que tose va a terapia intensiva. El año pasado, en los Estados Unidos hubo 460 mil personas con neumonía, en terapia. Este año no se si va a haber 100 mil. La cosa no es así. La gente corre al hospital por cualquier cosa. Y los enfermeros y médicos no fueron formados, porque hasta hace tres meses no importaba. A los pacientes les ponen máscaras de oxígeno, y sobre 100 ancianos, en un geriátrico del sur de Roma murieron 11 en una mañana. ¿Los mató el virus? Quizás estaban con el corona. Pero, ¿qué hubiera pasado si los atendían correctamente? ¡No tenían ni procedimientos! En China, al principio la mortalidad era del 9 por ciento, y ahora están en el uno. En Italia están en el 9, pero está bajando porque están aprendiendo a trabajar. Que están aprendiendo significa que no los formaron, que no había infraestructura. Está el sentido patriótico, la gente sale a la ventana, pero los médicos no son héroes, son trabajadores que va a poner el lomo pero no están formados. Los ponen frente a situaciones dramáticas, y muchos no saben lo que deben hacer. Los procedimientos no estaban escritos. Recién ahora la cosa se sabe. Por eso yo pregunto ¿es el virus sólo el responsable de estas muertes? Dicen que se acumulan los cadáveres, pero en España, ayer, mostraron que el año pasado hubo la misma cantidad de muertos.

– ¿Pero muertos por qué causa?

– Por infartos o neumonías. Ahora resultan todos por COVID-19. Pero el año pasado no se ponían a sacarles muestras nasales a todos los muertos.

– ¿Usted quiere decir que lo que llaman muertes por COVID-19 no son por esa causa?

– Por ahí son por COVID-19, pero por ahí había también el año pasado por otros virus respiratorios. Seguro que hubo, porque la influenza mató a muchísima gente en España e Italia. Pero morían de neumonía, sin ponerles etiquetas. Ahora bien. Ya analizamos la falta de respiradores, de formación, personal, médicos y enfermeras, que en Italia gritan todos los días porque no abren cargos en hospitales públicos. Prácticamente no había servicios de terapia en las ciudades chicas. Hasta ahí uno razona, pero empujando el razonamiento al máximo, yo me pongo a mirar las causas de muerte en Lombardía, donde murió más gente. Y lo que le voy a comentar no lo publicó nadie.

– ¿Qué vió?

– En Italia, en Lombardía, es donde más mueren por mesotelioma. Todas las fábricas de fibrocemento que usaban amianto estaban ahí. Hasta 1992, que lo prohibieron, estaba en techos y aislante de fábricas. Las paredes tenían amianto, que larga cristalcitos que llegan al pulmón, que luego puede cicatrizar, o no. El mesotelioma es el cáncer de pulmón producido por asbestosis o amianto. En las autopsias que se hicieron en Lombardía en los últimos diez años, el 85 por ciento eran por exposición laboral. Tumores malignos con localización pulmonar y peritoneal. Y hasta el 92 nadie prohibió el uso. Lombardía tiene diez millones de habitantes, es el lugar que tiene más empleados en la industria del amianto, el lugar del mundo con más asbestosis. Pero además, el amianto se pega a la ropa, a las fibras. La ropa de alta costura del norte de Italia las hacen señoras costureras. Puede creer que entre el 2000 y el 2012 hubo 4442 mesoteliomas malignos (2850 en hombres y 1592 en mujeres), cáncer de pulmón invasivo por exposición al amianto. Y crece más. Este año hubo 3,6 por ciento más que en años anteriores en hombres y 3,3 en mujeres mayores de 65 años. Y hasta el 2030 habrá 20 mil más.

– ¿Qué relación existe con el coronavirus?

– Que en esa región, castigada por falta de medios, el cierre de camas, falta de aparatos de respiración, se encuentra la gente mayor, con pulmones con cáncer o lastimaduras crónicas, que hace que una infección viral se transforme en una infección mortal. Un pulmón agredido por una fibra mineral, tendrá una reacción distinta a un pulmón sano. Y no es casualidad que muera más gente donde están las fábricas de amianto.

– Pero el COVID-19 mata más que la gripe común…

– Todas las infecciones virales pueden ser mortales. La diferencia es que con esta se armó pánico y con las otras no. El año pasado murió mucha gente de gripe y nadie cerró el planeta. Entonces, ¿qué pasa ahora?

– Se lo pregunto a usted, ¿qué pasa?

– No se…

– Pero qué percibe, ¿una conspiración?

– No, eso se detecta enseguida. El año pasado hubo 36 millones de personas con gripe en los Estados Unidos. Fueron internadas 370 mil y 22 mil se murieron. ¿Queda claro? Y nadie cerró ningún aeropuerto. En Francia hay 33 mil casos, pero cuando murieron 23 mil viejitos en los geriátricos por una ola de calor el país tampoco se cerró. Hay algo muy raro aquí.

– Por eso insisto, ¿qué ve usted?

– Un error grave de los peritos de la OMS, lo que denuncié desde un principio. ¿Sabe qué quiere decir pandemia? No significa enfermedad grave o severa. Quiere decir que muchos países tienen una enfermedad. ¡Todos los años hay pandemia de resfrío, y nadie cierra nada! ¿No hay que relativizar todo esto?

– Pero el COVID-19 es muy contagioso, doctor…

– Sí, como el resfrío, que es como muere la gente en los geriátricos. Antes no los contaban, ahora si. Hubo más de medio millón de casos de neumonía en el mundo el año pasado. Hay un millón de personas que se pueden agarrar meningitis en África, y se transmite por la saliva, y los aviones van y vienen. Y a nadie le importa nada. Hay 135 mil personas que van a andar con tuberculosis en América Latina, y nadie hace escándalo. A mi, cuando algo hace mucho ruido como con el corona… Se está teatralizando mucho. Desde el primer día dije que las cuentas no daban, como cuando apareció la gripe H1N1.

– ¿Y qué haría usted?

– No soy una autoridad para decir que haría, pero veo que falta formación y materiales. Entonces, primero, formaría al personal para lo que viene. En tres semanas, cuando vean las señas de la enfermedad, ellos van a ser los que inciten las nuevas medidas. Mire lo que pasa en Alemania. La mortalidad es diez veces más baja porque hay especialistas en neumonología y terapia intensiva pulmonar. Bueno, hagamos cursos en la Argentina, y en todo el mundo. A los médicos no los pueden largar improvisadamente frente a una persona que no puede respirar. Cuando esa gente se forme, las cifras van a demostrar que ese cinco por ciento de casos graves va a poder ser atendido en los hospitales. Y que lo demás se va a caer por su propio peso.

– ¿Hay que parar la cuarentena?

– Cuando el sistema esté en condiciones, con personal formado, equipos, medicamentos e infraestructura, sí, no tiene ningún sentido. Como está ahora la situación, no se puede decir nada sobre la cuarentena porque no se sabe cuánta gente va a estar infectada y si las camas de terapia intensiva y el personal alcanzarán para el 5 por ciento de ellos. La medida no es por el virus, sino por el riesgo de no poder hacerse cargo de la gente que está en situación crítica. No sé si está mal, porque no hay cifras objetivas. A lo sumo, está bien que hayan parado porque les forzó la mano la OMS, y una vez que se larga la cuarentena no se puede parar. Pero habría que comparar con las cifras de muertes del año pasado. El pánico es absurdo. Hay 690 positivos…¿a cuantos se les hizo el test? ¿A 30 millones o a mil? Fallecieron 17, yo quiero ver cuantos murieron en geriátricos o en su casa de neumonía por neumococo o hemofilus, que hay muchísima en la Argentina, el año pasado.

– ¿Cómo evalúa lo que está haciendo el gobierno, entonces?

– Dicho lo anterior, a mi me parece que el gobierno actúa muy bien y con mucha cautela. Pero la autoridad internacional les empuja la mano con las cifras de mortalidad que ponen los peritos de la OMS, que hacen cuentas matemáticas. Pero no es mala fe, sino incompetencia. No hay nadie detrás. Pero insisto, en la Argentina están haciendo las cosas bien y con seriedad. Ginés me parece muy bueno. Y Carla Vizzotti es una mujer que sabe lo que hace, es muy competente, conoce, estudia. Cuando usted está con personas que son estudiosas, que no son panfletarias, que son serias, le dan confianza. Charlé con ella y me impresionó. Nunca vi en la Salud Pública ese nivel de formación. Hacen las cosas lo mejor que se pueden hacer con el presupuesto del que disponen.

– Pero no piensa lo mismo de la Organización Mundial de la Salud.

– Para nada.

 

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