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PARALELISMOS PREHISPÁNICOS CON LA ASTRONOMIA Y LA COSMOLOGÍA DE LA GRECIA ANTIGUA
Por Eduardo Badía Serra,
Miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua.
El Sol nace, combate
Y muere todos los días.
Cultura náhuatl.
Es sorprendente el paralelismo existente entre las visiones del mundo existentes en los pueblos prehispánicos de América y la astronomía y la cosmología de la Grecia antigua. Miguel León Portilla, el gran historiador mexicano, se planteaba la reflexión de como los tlamatinime nahuatl llegaron a hacerse las mismas preguntas y a plantearse los mismos problemas que en otras partes del mundo habían sido objeto, o continuaban siéndolo, de la reflexión filosófica: La divinidad, el origen, ser y destino del hombre y del mundo…. En la tercera categoría de las cuatro fuentes de estudio de las culturas prehispánicas que él establece, incluso, se identifican poemas que expresan creencias, dudas y problemas que pueden compararse a las de los presocráticos griegos.
Sorprendentemente, la similitud de conceptos y visiones es grande. Por ejemplo, con la cultura Nahuatl pueden citarse los siguientes: Los mismos cuatro elementos de su pluralidad de esencias; una división del mundo en sectores masculino y femenino; un mundo y un universo estructurados jerárquicamente; la noción clara y fundamental del movimiento, y con ello,
de la tensión y la lucha, elementos estos claramente dialécticos; las nociones de mundos diferentes estructurados sobre la base de los conceptos de imperfección (corrupción) y perfección; la necesidad de fundamentar el mundo sobre la base de una explicación racional del mismo; una estructura de pensamiento que problematiza fundamentalmente a Dios, al Mundo y al Hombre.
León Portilla establece otras categorías cosmológicas en los nahuatl, que considero son compartidas con la visión de los antiguos griegos, al margen de algunas diferencias:
La necesidad lógica de una fundamentación universal. A la pregunta ¿Qué es lo que hace estar las cosas en pie?, que equivale a la pregunta aristotélica por la raíz, por la esencia de las cosas, los nahuatl responden diciendo que es Ometeotl, que está en los cielos y está en la tierra. Ometeotl es la raíz, la esencia de las cosas. Increíblemente se muestra aquí una enorme similitud con la explicación dada por la tradición cristiana.
La temporalización del espacio en edades, ciclos y elementos. La Tierra no es estática. Sometida al influjo de las fuerzas cósmicas, viene a ser el campo donde estas actúan. Cuando se equilibran, deviene una edad, un Sol, y viven los macehuales, esto es, viven los hombres. Con el tiempo desaparece el equilibrio y sobreviene un cataclismo, que es lo que precisamente esperaban cuando llegaron los españoles. Los soles que han existido corresponden a los cuatro hijos de Ometeotl, los cuatro elementos, tierra, agua, aire y fuego, que son fuerzas cósmicas que irrumpen desde los cuatro rumbos del mundo. Aquí la similitud entre los estados de tensión y equilibrio existentes entre los cuatro elementos del mundo sublunar aristotélico.
Los rumbos del universo, es decir, las direcciones espaciales. Estos, como se ha visto, son cuatro, y sorprendentemente coinciden con nuestros cuatro puntos cardinales. Estos rumbos son aquellos por los cuales, el Sol, en su movimiento, nace, combate y muere todos los días.
La lucha. Las cuatro fuerzas cósmicas luchan, y cada elemento trata de prevalecer. La historia del cosmos avanza por ciclos producto de las luchas entre las fuerzas cósmicas. Se alternan entonces la lucha y la armonía.
El movimiento. El quinto Sol, el Sol actual, en los nahuatl, equivalente al 4 ahau 8 cumku en los mayas, que significan el inicio del tiempo, al este espacializarse y entonces orientarse los años y los días hacia los cuatro rumbos del universo. En ese preciso día se pone en marcha la vida, se ordena todo, y el cosmos comienza a actuar de manera regular: el día y la noche se suceden, las estaciones se suceden, los dioses rigen el mundo, los hombres cumplen con su misión en la Tierra, ,….. El Sol, pues, no sólo ha creado la vida y el movimiento, sino que ha impuesto un orden fundamental en el devenir cósmico y humano. El siglo nahuatl es de 52 años, y a cada rumbo le corresponden 13 años. A cada año, a su vez, corresponde la influencia de uno de los rumbos, y él predomina. Así, al unirse el espacio y el tiempo, se compenetran y hacen posible la armonía de los dioses, las cuatro fuerzas cósmicas, y con esto se originan el movimiento del Sol y de la vida. Esta entonces no es concebible sin el movimiento, y el movimiento a su vez no es concebible sin el espacio y el tiempo. Cada cuatro soles (cuatro grupos de trece años dominados por el influjo de cada uno de los rumbos), aparecerá un quinto Sol. Pero habrá, al final, un movimiento tan fuerte en la Tierra, un cataclismo, en el que todo perecerá. Esto sucederá en un quinto Sol, esto es, en el actual.
Una semejanza importante entre nahuatl y mayas es su concepción de los tiempos, fundamental, cíclico y lineal, concepto que aunque se da en la realidad concreta de las antiguas culturas occidentales, no se expresa en ellas en esa forma. Estos prehispánicos concebían tres diferentes tiempos y en función de los mismos ordenaban sus vidas:
El tiempo fundamental, o tiempo perfecto, que es el tiempo de los orígenes, de la creación del cosmos y de la vida, esto es, el quinto sol de los nahuatl, o el 4 ahau 8 cumku de los mayas;
El tiempo cíclico, o tiempo sagrado, cuya expresión es el calendario, y que se vierte en sus sistemas astronómicos y adivinatorios. El ciclo nahuatl de 52 años, por ejemplo. En este, cuando se cumple cada ciclo, hay un desgaste de la energía vital por el paso del transcurrir temporal, y una sucesiva revitalización de las fuerzas que dan energía al cosmos; y
El tiempo lineal, o tiempo de los hombres, en el cual se sitúan las acciones profanas de los hombres, haciendo uso del calendario, de la escritura, y del ordenamiento de las instituciones políticas estables.
¿No es acaso sorprendente la similitud de la concepción de los cuatro elementos y de la quinta esencia aristotélica, con esta concepción nahuatl de las cuatro fuerzas cósmicas y del quinto Sol en movimiento? ¿No es similar el enfoque dialéctico entre ambas? ¿No es sorprendentemente similar la concepción de los dos espacios en ambos, y de la idea de imperfección existente en el espacio horizontal nahuatl y el mundo sublunar aristotélico, así como la idea de perfección existente en el espacio vertical nahuatl y en el mundo supralunar aristotélico? ¿Y esa estratificación de las categorías espaciales, producto de una estratificación de las categorías cosmológicas mismas, que se presenta en ambas visiones?
E incluso, ¿No es sorprendente esta similitud en el hecho de compartir las concepciones del diluvio universal, de la confusión de las lenguas y de la dispersión de los pueblos sostenida por ellos e igualmente por la religión y la cultura judío–cristiana, al margen, por supuesto, del cómo, del quién y del cuándo tales conceptos o hechos se originaron o se dieron?
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