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Pasión Por El Beisbol Y Los “Snacks”

Carlos Girón S.

Arlington, Dallas. No, no es crítica sino sólo comentarios de lo que uno ha de compartir con los demás cuando va a otro país con sus propias costumbres y aficiones, pues, a donde fueres, haz lo que vieres.

Familiares que residen aquí en este condado han terminado por aficionarse al béisbol, por lo cual, cuando no van al estadio a ver los juegos (a menudo en familia), lo ven en casa, a diferentes horas, alternándolo con algunos de los programas más difundidos –como ya mencionaba antes–, “Big Fat, Life Fabolouse”, donde se hace el elogio de la gordura.

Siendo así, no puedo sustraerme de acudir al estadio cuando está en su apogeo toda una serie nacional y americana del béisbol, que dura seis meses. Inicia en abril y termina en octubre. En ese período, unos 30 equipos buscan ganar el primer lugar para su liga, luego de lo cual, los equipos ganadores juegan para lograr el campeonato.

A mí me gusta más el futbol soccer de nuestros países. Pero fútbol del bueno, por ejemplo, el de las grandes ligas europeas. Sólo así desperdicio un poco de tiempo en entretenimiento de esta naturaleza, más cuando hay campeonatos mundiales. Y a este respecto hacía el comentario de que en este juego de la pelota chica –que yo sepa—no hay grandes nombres que se conozcan a nivel mundial, como un Johan Cruyff, un Maradona, un Pelé, un Müller, un Zidan Zidané, un Messi o un Cristiano Ronaldo y varios otros, que reciben cada año el balón o la bota de oro, o cada cuatro años la copa Jules Rimet.

En el béisbol puede que suceda eso, no así seguramente en el terreno de la ciencia, y lo mejor, de la ciencia aplicada al bienestar de los humanos, donde es indecible la cantidad de inventos maravillosos, que simplifican en gran manera el trabajo de las personas, particularmente de las amas de casa. También en la exploración espacial –con proyectos de llegar con satélites observadores y fotográficos y naves no tripuladas– hasta Neptuno Plutón y más allá. También en el área de la investigación nuclear, inventando novedosos y revolucionarios equipos para hacer más eficiente la medicina curativa.

Pues si, siguiendo con el béisbol. Me traen aquí a uno de los buenos juegos, según me dicen, y, claro, hay que compartir lo que es parte de todo un festejo: comprar “biers” para los grandes, y cocas para los niños, con sus respectivos “snacks”, hot dogs, tacos, hamburguesas, pizza, tortas mexicanas y más. En las graderías, como en mi país, puede usted reabastecerse de todo eso con los vendedores. Adentro, las graderías repletas; afuera, los estacionamientos de autos llenos también, donde el pago es apenas de $30. Para ahorrárselos, muchos eligen caminar de ocho a diez cuadras. En cada partido concurren unas 30 mil almas, más o menos.

Afuera alegra sentirse en aquel ambiente de fiesta, la gente yendo y viniendo con su ropa deportiva: gorra en la cabeza, bermudas en los hombres, “shorts” en las féminas, llenas sus canillas de tatuajes al escoger, algunos no sólo en esas extremidades, sino en todo el cuerpo, y ¡hasta en la cara! Un latino lucía muy orondo el suyo en la frente: “Soy infiel”.  Descarada confesión ante el público.    

Adentro, en el desarrollo de los partidos, la gente aplaude o vocifera según el “home run” o la pifia del bateador, o según el “strike” o tiro de “bola” del pitcher. Las graderías bufan cuando uno o dos jugadores que aguardan en bases aprovechan un recio batazo para correr  a la siguiente, y más si logran cerrar una carrera.

En temporada, los partidos se efectúan no sólo en fin de semana, sino también en días laborales. Y las graderías llenas. Uno no fácilmente comprende por qué esa gran concurrencia al estadio cuando tranquilamente se pueden ver los partidos en la televisión, sin necesidad de pagar parqueo o caminar las diez cuadras, amén de pagar la entrada al estadio que no baja de los $10 o $15. Pero gustos son gustos, como dice la gente.

Después de todo, el gran público que asiste el estadio es lo mejor que puede hacer, despreocupándose de la política y los políticos mentirosos, que ofrecen cielo y tierra a la población votante para atraer su voto. Ahora aquí, en los Estados Unidos, es probable que muchas personas acudan a los mitines de los candidatos para divertirse, como en el caso de Trump, con su cara de albino y enojado, con gestos iracundos, amenazando a los ilegales, particularmente los latinoamericanos, aunque estén aquí legalmente. También proclamando que de ganar él, hará de los Estados Unidos “un gran país”, a lo que algunos le responden que no diga boberías, que ya esta nación lo es en todo el mundo.

Dato curioso es que, a pesar de su odio y amenazas contra los latinoamericanos, muchos de ellos, según noticias y encuestas, le muestran su simpatía y dan su apoyo… Y hay que tener cuidado, el voto latinoamericano es susceptible de inclinar la balanza a uno o el otro lado, no sea que se diera la sorpresa del siglo. Habría que orar para que esa balanza favorezca el hito histórico de que sea una mujer la que tome las riendas en la Casa Blanca. Sería agradable ver a Hillary Clinton sentada en el escritorio oval conduciendo la nave a puerto seguro. Al cabo que ella tiene buena experiencia en manejar asuntos de Estado, por cuenta propia, como Secretaria de Estado que ya fue, y como Primera Dama, a la par de Bill Clinton.

Pero estaba comentando del béisbol y mejor termino refiriéndome a lo que es el cierre del último partido del día, cuando es viernes. Lo hacen ofreciendo un gran espectáculo de fuegos artificiales multicolores que dura media hora, con un fondo de música marcial. Las bengalas estallando arriba en multitud de pompas que se esparcen por todos lados. Este espectáculo me hace pensar en el Big Bang que se dice  dio origen al Universo. Y me cuestiono: ¿y en qué escenario se produjo tal estallido cósmico?; ¿qué había detrás del telón?; ¿es que no tardó “siete días” o eras, o eones? Y, ¿en qué momento irrumpimos los seres humano, o  Adán y Eva?

Salgo del estadio con estas reflexiones girando en mi cabeza como las pompas de los fuegos artificiales…

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