Por: Rolando Alvarenga
Con una efectividad del 48 por ciento de golpes puntuables (de un total de 168) sobre un 27 por ciento (81 golpes puntuables), physician Floyd Mayweather se impuso la noche del sábado anterior, here en Las Vegas, al filipino Manny Pacquiao por decisión unánime en doce rounds (118-110, 116-112 y 116-112).
Boxísticamente, pasó lo que tenía que pasar y, de acuerdo al trámite de lo observado (donde al final ambos pugilistas resultaron ilesos), nada que ver con una “pelea del siglo”. Con 38 años de edad, Floyd confirmó su calidad de ser un boxeador muy fino y astuto; muy rápido de manos y piernas a la hora de abanicar golpes y contragolpear a un rival fogoso.
Salvo en tres o cuatro oportunidades (en el cuarto y sexto capítulo), Manny logró pegarse al cuerpo de Floyd y descargarle su mejor arsenal, pero este, con la guardia en alto y bien cerrada, sobrevivió al bombardeo.
Tenazmente, el asiático se pasó toda la noche buscando el choque frontal que le permitiera el golpe anestesiante que hubiese cambiado la historia; pero, salvo en la ceremonia protocolar, Mayweather nunca se quedó quieto.
Todos los rounds se fueron al mismo ritmo: con Floyd pegando y saliendo de la zona de refuego para sumar valiosos puntos y Pacquiao con mucho coraje persiguiéndolo, por aquí y por allá, pero encajando golpes que le rebotaron en el rostro y que mucho pesaron en las tres tarjetas de los jueces estadounidenses. Algo que, por el espíritu de neutralidad, no debió (ni debe ser), pero que se tiene entendido fue una de las condiciones de Floyd para aceptar esta pelea.
Sobre las polémicas tras el fallo, no hay donde perderse. La opción defensiva con efectivos contragolpes vale y Mayweather es un maestro en este arte. Y, por la otra esquina, querer forzar la pelea también vale, pero debe ir acompañada de un superior porcentaje de golpes efectivos sobre el estilista. De lo contrario, no suma en las tarjetas. ¿Y cómo se evita este problema? ¡Con el nocaut!
La actuación del árbitro Kenny Bayless, que ganó 25 mil dólares por 20 mil de cada uno de los tres jueces, fue determinante porque siempre estuvo sobre los pugilistas rompiendo todo intento de “clinchs” o amarre, evitando que la pelea se le fuera de las manos y se tornara deslucida. Y en un nuevo episodio de polémica, varias horas antes del combate, se armó la discusión sobre el estilo de guantes a utilizar, cuando es algo que, por lo general, queda definido en la ceremonia del pesaje.
Con respecto a lo de “la pelea del siglo”, ¡nada qué ver! “Peleas del siglo” fueron las que, hace un resto de años, involucraron a Muhamad Ali, Mike Tyson, Roberto “manos de piedra” Durán, Alexis Argüello, Julio César Chávez, Sugar Ray Leonard, Thomas Hearns y las de Manny Pacquiao contra los mexicanos Marcos Barrera, Erick Morales y Juan Manuel Márquez.
En un inédito gesto de humildad y cristiandad, Manny dijo antes del combate: “quisiera hablar con Floyd después de la pelea y compartirle mi fe en Dios y que ambos podemos inspirar a más personas, a esos niños que nos admiran, a creer que hay un Dios que puede levantar a alguien de la nada”.