El Portal de la Academia Salvadoreña de la Lengua
PATRIA, TIERRA DE MESTIZOS Y DE MAZORCAS.
Por: Eduardo Badía Serra,
Miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua.
Patria esta mía, tierra de mestizos y de mazorcas,
donde se abre la sal llenando de sudor la frente,
donde corre el mandril vestido de caballo
rozando las veredas con sus cascos robados al venado.
Aquí dicen que tuvo que morir el bosque
porque el aire se hubo de ocultar un rato,
para, después, ya puro, que volvieran los esdrújulos montando nunca vistos
cuadrúpedos mayores.
Se hicieron con sus lanzas venciendo las esquinas dormidas,
atravesando los penachos y las flores,
y con sus dos espuelas aguijoneando las carnes
del centauro que les iba cargando.
Al final, cuando hubieron acabado con todo
se fueron como huyendo del hambre amenazante.
Y de nuevo volvieron a florecer los bosques,
y volvieron también mestizos y mazorcas,
y el aire se hizo otra vez cálido
de tanto que rozaban los hombres sus esquinas.
Llovió de nuevo a cántaros
y sobraban los peces….
y este pueblo, antes triste,
a cuyos cacicazcos vencieron los cascos y corazas,
volvió a la caza del cunicuil y del pezote,
y volvió a ser el reino de mestizos y mazorcas,
Y eso somos ahora:
Patria, pueblo de mestizos y mazorcas
a quien el sol curtió sus pieles
volviéndolos adoradores de cipactlis y pacunes.
avanza, pero avanza en retroceso.
Pareciera que llega una nueva conquista,
¡El eterno retorno!
porque andan unos gavilanes haciendo sus piruetas
cruzando el cielo y viendo hacia los montes
donde, futuras y atontadas presas
medran sin darse cuenta de su fatal futuro.
Eso se lo contaron a un Atlacatl desnudo
que ni él se daba cuenta de si había existido
o había sido sólo más bien un espejismo.
Y dijo, despertándose en su tumba, que eso ya lo sabía,
que era la misma historia que siempre le contaban
los chalanes, los brujos y hasta los charlatanes
mientras iban recorriendo los lodos de sus porquerizas
y trepando en los árboles buscando copinoles.
Patria, pueblo de mestizos y mazorcas….
el indio lleno de penachos de quetzal y de cadenas de oro,
y aquel centauro esdrújulo que apenas conoció tus selvas,
juntaron sus pijamas de cuero, y dieron luz
a un pueblo confundido que no entiende su historia.
Hoy, como siempre, nuevos gavilanes,
van surcando los cielos con sus nubes aladas,
y esperan con paciencia que exhalen el último suspiro
para volver a devorar el bosque enrareciendo el aire.
Vamos, pues, a ser siervos de nuevos señoríos,
abramos nuestros pechos a las lanzas mortales,
que si de algo la historia nos llama y se repite
es para ser los súbditos del poder que se repta
escondido en caminos nebulosos y oscuros,
para después surgir, ya la victoria en mano,
y nosotros, sumisos, de nuevo al aire enrarecido
y al bosque inútil que ni siquiera oculta.
LA PATRIA CELEBRA
I
¡La Patria celebra! ¿Qué es eso?
¿Qué es eso que tanto la gente idolatra,
y que llaman Patria?
¿Es algo que dicta una ley?
¿Una letra muerta, hoja de papel?
¿O acaso esos ríos que corren furiosos
abriéndose cauces entre las montañas,
ríos caudalosos…..
volcanes gigantes guardando sus fuegos entre sus entrañas…..
El aire que encierra los tantos mensajes
que escriben historias
de héroes fantásticos….. grandiosos pasajes
de cantos y glorias.
Y aquel alimento que surge venciendo la tierra
que guarda sus fuertes raíces,
que nos dan la vida cuando se nos llegan
los días oscuros con sus noches grises….
El árbol que ofrece sus frutos de tantos sabores,
que nos da una sombra
que se extiende al suelo
como suave alfombra.
Si es esa la Patria, ¡Bendita ella sea!
¡Brillen sus honores!
II
O acaso es esa otra con todas sus gentes
y todos sus sueños, y todas sus ansias,
y todas sus dudas, brazos impotentes
que una vez supieron ser brazos valientes.
Que se postra ahora, tan llena de vicios
y falsos prohombres
que gritan sus nombres
como redentores, héroes ficticios.
Sus niños descalzos, sencillos y buenos
a quienes el hambre va matando a pasos.
Las madres sin leche en los senos
cargando a los críos en sus pobres brazos.
Y sus meretrices,
vendiendo sus cuerpos por unas monedas,
con sus días buenos, sus días de penas,
y la vida yéndose ante sus narices.
Con sus circos tristes lanzando alegrías,
risas que no llenan el hambre que muerde…..
…..El hombre se pierde
en el crudo enredo de sus fantasías…..
Y unos que caminan, de saco y corbata,
que se dicen sabios,
pobladores de las academias,
cerebros-anemia
que su falso orgullo la moral les mata,
que gastan la vida haciendo unos libros que nadie discute
porque no se quedan mas que entre los labios.
III
…..Hay noches serenas,
noches en que el viento se lleva la breña.
¡Sí que hay noches buenas!
Y en ellas el hombre se levanta y sueña.
Pero pasan rápido y vuelven los truenos
que anuncian tormentas cargadas de espanto,
y regresa el llanto
de los hombres buenos…..
IV
¿Cuál es, pues, la patria? ¿La de los contentos?
¿Es esa figura que guardan las leyes?
Letras que repiten los niños que van a la escuela
para que les cuenten cuentos,
y gritan aquellos que viven en los parlamentos.
Patria triquiñuela que emboba al humilde,
que mata al honrado,
que ha sacrificado
tantos de sus hombres que han luchado en vano
por un ideal que al final no existe.
Patria que ha soñado ser libre sin serlo.
Y cuesta creerlo,
pero ha sido esclava de sus propios hijos
llenos de prejuicios.
¿Es esa la patria? La que es un lamento,
la patria de niños famélicos, de madres de rostro agachado,
del padre que implora cuando el niño llora, y se queda callado
pues no tiene el medio que le dé el sustento.
La patria del cuento,
de la letra muerta,
es la patria muda
con sus realidades tocando la puerta.
V
Un día la puerta quitó aquél candado
que la resguardaba del ataque infame,
de aquél opresor que buscaba sus oros,
y todos sus otros tesoros,
y el indio que asoma, tras quinientos años,
se da cuenta entonces que nada ha pasado.
Que el tiempo se le ha detenido
mientras él estaba dormido, dormido,
dejando que avance aquel yugo que muerde.
Y el indio se pierde……
Por eso, por estos lugares, todavía hermano, camina el Quijote
con sus Sanchos Panzas cubriendo la espalda,
y pelea el indio su hermoso cenote
que el agua de vida le guarda…..
Mas también por ella caminan unos caballeros
blandiendo sus lanzas sobre los penachos
del indio soberbio que aún se resiste…
El indio está triste,
mira a los gigantes montando sus machos
rudos y ligeros.
Le engañan espejos
que surten misterios con tantos reflejos
cuando la luz llega y les cambia los ojos,
que se vuelven rojos
de tanto mirarlos.
VI
Díganme cuál patria para así cantarle,
con el tono grave del alma que implora,
o con el acento del que se la roba.
Díganme cuál patria, que quiero abrazarle.
VI
¡Cantemos, hermanos, un himno a la patria
que es la patria nuestra!
¡Estamos de fiesta!