Por Alina Dieste
Cartagena/AFP
En una ceremonia solemne en Cartagena, el presidente Juan Manuel Santos y el líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño (‘Timochenko’), rubricaron con una bala convertida en bolígrafo el histórico acuerdo, que sólo entrará en vigor si es ratificado en las urnas el próximo domingo.
«En nombre de las FARC ofrezco sinceramente perdón (…) por todo el dolor que hayamos podido causar», dijo Londoño entre los vítores, aplausos y gritos de los 2.500 asistentes, todos vestidos de blanco según el protocolo, entre ellos 250 víctimas de la violencia.
Los otrora enemigos lograron lo que parecía imposible: un gran paso hacia el final de la conflagración interna más antigua de América, en la que participaron otras guerrillas, paramilitares y agentes del Estado, con saldo de 260.000 muertos, 45.000 desaparecidos y 6,9 millones de desplazados.
«Les doy la bienvenida a la democracia», dijo por su parte Santos a los miembros de las FARC, saludando su transición hacia la vida política sin armas, «siguiendo las reglas de justicia, verdad y reparación contenidas en el acuerdo».
«¡No más guerra, no más guerra!»
Una escuadra de aviones sobrevoló el cielo durante el atardecer en Cartagena, en una demostración de poderío militar sobre la que el jefe de las FARC bromeó diciendo que habían venido «a saludar la paz y no (a lanzar) bombas de guerra».
Profuso en sus alusiones a la reconciliación, ‘Timochenko’ también agradeció a Santos su firme voluntad de paz.
«Prefiero un acuerdo imperfecto que salve vidas a una guerra perfecta que siga sembrando muerte y dolor», afirmó a su turno el mandatario, que concluyó sus palabras con lágrimas en los ojos celebrando el fin de lo que llamó «una guerra absurda».
Quince jefes de Estado, entre ellos el cubano Raúl Castro, anfitrión de los diálogos concluidos el 24 de agosto con el auspicio de Noruega, Venezuela y Chile, asistieron al acto, jalonado por el ondear de pañuelos blancos, gritos de «¡No más guerra, no más guerra!» y una conmovedora interpretación del Himno a la Alegría.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, felicitó el acuerdo que crea «las condiciones para una paz duradera», en tanto el jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry, destacó el «paso de gigante» de Colombia.
La Unión Europea decidió suspender a las FARC de su lista de grupos terroristas, una medida que estará en vigor durante seis meses desde la firma del acuerdo y se revisará terminado ese plazo.
Es un «acuerdo muy completo» e implementar lo negociado en reforma agraria, lucha contra el narcotráfico, inclusión de los exguerrilleros en procesos políticos, y aplicación de la justicia transicional, requerirá «mucho liderazgo», estimó el canciller noruego, Borge Brende, en entrevista con AFP.
El pacto, un texto de 297 páginas, fue ratificado por las FARC, nacidas de una sublevación campesina en 1964 y actualmente con unos 7.000 combatientes, al cabo de una inédita conferencia en El Diamante, un remoto paraje del sur del país.
Allí, cientos de guerrilleros siguieron la ceremonia en el mismo lugar donde Timochenko exclamó el viernes pasado: «¡Por fin tenemos una segunda oportunidad sobre la tierra!», evocando a Gabriel García Márquez.
«Que no nos matemos por las ideas»
«La base de esto es que no nos matemos por las ideas. De eso se trata», enfatizó Humberto de la Calle, jefe negociador del gobierno con las FARC, en entrevista con AFP.
La paz en Colombia no estará completa mientras siga activo el Ejército de Liberación Nacional (ELN), también alzado en armas desde 1964.
Esta guerrilla y el gobierno anunciaron en marzo su intención de instalar una mesa formal de diálogos similar a la de las FARC, que aún no se ha concretado ante la reticencia del grupo armado a abandonar el secuestro, una condición impuesta por Santos.
El ELN anunció una tregua unilateral, vigente del 30 de septiembre al 5 de octubre, para «facilitar la participación» ciudadana en el plebiscito, «un gesto positivo», según el gobierno.
Vía telefónica, Ingrid Betancourt, emblemática exrehén de la guerrilla de las FARC, pareció resumir el sentir de muchas víctimas: «Siento un alivio muy grande, como el final de una pesadilla. ¡Afortunadamente terminó!», dijo a la AFP.