Isaac Bigio
Analista internacional
Cuando se cumple la primera quincena de la guerra en Ucrania, todos los 6 diarios serios de Inglaterra han compartido en sus portadas la misma foto a color de una mujer a punto de dar a luz que es transportada en camilla en medio de las ruinas de un hospital en Mariúpol. Esta es la principal ciudad costera del Mar de Azov y de Duhansk, una región del sudeste ucraniano que junto con la adyacente de Luhansk se autoproclamaron como repúblicas independientes en 2014.
Según el Presidente ucraniano Zelenski, esta es una muestra del genocidio ruso contra su pueblo. Empero, el presidente ruso Putin ingresó a Ucrania reclamando que durante los últimos 8 años la mayoría de la población ruso-parlante de Mariúpul y del resto del Donbás eran víctimas de un genocidio, pues unos 14 mil de sus habitantes eran constantemente bombardeados y sometidos a matanzas con decapitaciones y fosas comunes.
Nazis ucranianos
La principal milicia que actúa en Mariúpul es el Regimiento Azov, compuesto por nazis que utilizan como sus símbolos al Wolfsangel de los escuadrones de la muerte de Hitler (las SS) durante la II Guerra Mundial. Según Moscú, ellos no atacaron a civiles, sino que los ultranacionalistas ucranianos desalojaron ese hospital para transformarlo en una trinchera, mientras que ellos se niegan a evacuar a la gente para usarlas como escudos humanos.
El héroe del regimiento Azov y de otros paramilitares ucranianos que buscan eliminar al ruso como idioma cooficial y los derechos de un sexto de la población ucraniana que sigue hablando ese idioma en casa, es Stépan Bandera, el líder de miles de combatientes ucranianos que se unieron a Hitler en su invasión contra los soviéticos asesinando a millares de polacos, judíos y rusos bajo el argumento de que el Fuhrer les abriría el camino hacia un Estado fascista independiente.
La prensa occidental no habla de dicho regimiento ni muestra su indumentaria hitleriana, como tampoco informa que tras el levantamiento de febrero 2014 que proscribió a la izquierda Ucrania se convirtió en el único país del mundo con ministros y un viceprimer ministro que abiertamente reivindicaban su pasado nazi. Tampoco mencionan que Bandera fue oficialmente condecorado por la Presidencia de Ucrania como héroe nacional, mientras sus estatuas y retratos aparecen por doquier. En cambio, el Estado proscribe a los comunistas (que llegaron a ser la principal fuerza electoral de Ucrania) y homenajes a líderes ucranianos como Néstor Makno que creó el mayor Estado anarquista del mundo en dicho país o León Trotzky, el fundador del Ejército Rojo quien demandaba una Ucrania unida, independiente y socialista.
Cuando coloqué en mi Facebook una foto de los nazis ucranianos para denunciarlos, fui suspendido de esta red. Esto, pese a que tengo más seguidores que la Presidenta del Congreso peruano y a que al Batallón Azov Facebook le permite tener su propia página (cosa que ha vetado a cualquier canal ruso).
Versiones contrapuestas
Es difícil saber a ciencia cierta lo que pasa en Ucrania pues no hay fuentes de información independientes. En Inglaterra y Europa solo se nos permiten canales que buscan demostrar que en Rusia hay una tiranía que invade a una inocente democracia que defiende su autodeterminación nacional. Mientras Occidente veta a los canales rusos, en Rusia ocurre lo inverso. Allí la versión oficial es que no hay una invasión sino una “operación militar especial” que tiene como objetivo evitar que Kiev entre a la OTAN y se pueda garantizar la autodeterminación nacional de Crimea, Dohansk y Luhansk, las cuales en 2014 votaron por separarse de Ucrania.
Las versiones de ambos campos son altamente contradictorias. En algún momento Kiev hablaba de que habían matado a 10 mil soldados rusos, pero que menos de sus 500 civiles estaban muertos. Sin darse cuenta con ello, presentaban a los “invasores” como muy preocupados por la suerte de los inocentes que conquistaban, pues preferían tener 20 veces más militares muertos que los civiles, algo inusual en la historia de las guerras.
Si para Zelenski sus huestes matan a entre 900 y 1000 uniformados rusos por día, Putin solo admite un 10% de esa cifra. De repente, Kiev habla de que en Mariúpol solamente hay 1,200 civiles muertos, cuando poco atrás no reconocía ni la mitad de dichos fallecidos en toda Ucrania.
Zelenski ha denunciado que los rusos casi hacen explotar a la mayor planta nuclear de Europa, pero Putin dice que la tomaron intacta, pese al sabotaje de infiltrados ucranianos. Ahora Moscú denuncia que está descubriendo laboratorios donde Ucrania y EEUU estaban fabricando armas bioquímicas para generar pandemias dentro del ganado, las aves o la población de Rusia. ¿Si eso es cierto, ello sería una violación muy grave a convenios internacionales, o, tal vez, será otra falsa alarma, así como antes Bush y Blair justificaron la invasión a Irak con el argumento que debían evitar que Saddam Hussein se dote de armas de destrucción masivas?
Solución
Mientras tanto, más de 2 millones de ucranianos vienen protagonizando el éxodo más masivo que ha conocido la Europa de la postguerra mundial. Y, todo ello, mientras el mundo está al hilo, pues un disparo mal dirigido a una planta atómica en Ucrania pudiese generar un desastre mayor al que este país tuvo en Chernóbil 1986.
Ahora que Reino Unido autoriza envío de armas a Ucrania, que hay más de 20 mil “voluntarios” extranjeros antirrusos, que Kiev distribuye armas a todos (incluyendo a presos y nazis) y a que se amplían las sanciones financieras y petroleras contra Moscú, no puede excluirse el peligro de que el conflicto siga creciendo e internacionalizándose, o devenga en la primera hecatombe nuclear de la humanidad.
Esta es la primera vez que la OTAN financia y arma a un país ex soviético que se enfrenta a Rusia, quien ha recibido las peores sanciones financieras y deportivas que haya conocido el mundo de la posguerra. Por ello, por sus efectos en la economía global y por una posible escalada atómica, este se ha convertido en el conflicto más peligroso para el planeta en los últimos 77 años.
A Rusia no le favorece una ocupación de Ucrania (por la incapacidad de mantenerla y por los altos costos humanos y financieros involucrados) y debiera replegar sus tropas de dicha nación, la cual tiene derecho a la autodeterminación. Sin embargo, a la inmensa mayoría de la humanidad tampoco le conviene la expansión de la OTAN, la misma que ha generado cruentas guerras recientes en Yugoslavia, Afganistán, Irak, Siria, y otras partes del planeta. La única frontera terrestre que tiene el Reino Unido es con su vecino occidental: la República de Irlanda. Esta última no quiere ser parte de la OTAN y si Dublín pusiese bases rusas o chinas con misiles atómicos que apuntasen a Londres o París, la OTAN se lanzaría en contra suya. A la paz mundial no le conviene que la OTAN siga avanzando hacia el Oriente o hacia las Américas. A pesar de que Sudamérica es el único continente donde nunca ha habido un arma atómica, hace un quinquenio su país hispano más poblado (Colombia) se ha asociado a la OTAN, lo que eventualmente puede generar un grave problema para todo su vecindario.
De otra parte, en 2014 Reino Unido evitó un conflicto separatista violento al aceptar otorgar a Escocia (que ocupa un tercio del territorio de la isla gran británica) un referéndum para decidir sobre si el pueblo apoyaba su independencia, el mismo que se dio de manera tan pacífica como el que antes lo tuvo Quebeq en Canadá. Ese mismo año, 3 regiones de Ucrania con mayoría de ruso-hablantes convocaron a sus respectivos referéndums, pero Kiev les desconoció, les declaró terroristas y/o les sigue haciendo la guerra.
Así como Moscú debe reconocer la autodeterminación nacional de Ucrania y replegar sus tropas desde este país, Kiev debiera hacer lo mismo con toda región donde la población habla mayoritariamente ruso o rumano y aceptar referéndums pacíficos para que ellos decidan si quieren separarse o no de Ucrania, si quieren ser independientes o si desean reunificarse con Rusia, Rumanía o Moldavia.
*PS- Dedico esta nota a mi abuelo materno José Lerner, uno de los brazos derechos de José Carlos Mariátegui, quien el 14 de marzo de 1900 nació en Hotín (Ucrania), así como a su madre Neha, a su hermana mayor Liuba y a sus sobrinas Rebeca y Brana, quienes fueron asesinadas 8 décadas atrás por los nazis y sus aliados locales en la frontera entre Ucrania y Moldavia.