@arpassv
Aunque los principales medios de comunicación lo oculten, buy es evidente que ARENA pasa por una crisis interna. Muestra de esto es la “descoordinación” entre la dirigencia y el grupo parlamentario, sales y la disputa entre Jorge Velado y Norman Quijano por presidir el COENA.
Las diferencias entre la dirigencia arenera y su fracción legislativa se reflejaron claramente con la declaración interpartidaria firmada recientemente: los dirigentes asumieron compromisos que los diputados se negaron a cumplir alegando que no fueron consultados.
Y la disputa de Velado con Quijano arrecia al acercarse la elección del nuevo COENA. El actual presidente arenero se aferra a seguir en el puesto y el ex candidato presidencial quiere asumir la conducción del partido oligárquico.
Lástima que la discusión en el partido opositor sea por cargos, hospital y no sobre la perspectiva ideológica y proyecto político. Así, no existe ninguna posibilidad de renovación y actualización de su ideario democrático: ARENA seguirá atrapado en el anticomunismo visceral y el fracasado modelo neoliberal.
El país seguirá, por tanto, padeciendo una oposición mezquina y poco colaborativa en la solución de los problemas nacionales: decidida únicamente a sabotear y generar desestabilización política.
Recientemente el alcalde tecleño Roberto D’Aubuisson, hijo del fundador de ARENA y de los escuadrones de la muerte, propuso modificar la letra del himno del partido; sin embargo, fue rechazado por la dirigencia.
D’Aubuisson no es impulsor de la renovación en ARENA, pero pidió dejar de cantar “El Salvador será la tumba donde los rojos terminarán” y mejor decir “El Salvador será la tierra donde su pueblo prosperará”. Como respuesta obtuvo insultos de los personajes más anquilosados, trogloditas y reaccionarios del partido.
Una conocida dirigenta arenera, incluso, le sugirió quitarse el apellido de su padre por inmerecerlo. Si ARENA no cede en lo simbólico, menos lo hará con el fondo de su ideología y proyecto político: si retoma el gobierno restablecerá el estado corporativo, patrimonialista y corrupto de las élites oligárquicas.
El país merece una oposición constructiva, de una derecha civilizada: que fiscalice al gobierno pero acate las reglas democráticas, sin juego sucio ni conspiraciones desestabilizadoras. Pero pedirle eso a ARENA es “pedirle peras al olmo”.
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