Por Patrick Maert
Pekín/AFP
China advirtió el lunes a Donald Trump sobre las graves consecuencias que tendría la restauración de relaciones oficiales entre Estados Unidos y Taiwán, un día después de que el nuevo presidente electo estadounidense evocara esa posibilidad, dejando de lado casi 40 años de compromiso de Washington con Pekín.
«Hemos tomado nota de esas informaciones y estamos gravemente preocupados», advirtió en rueda de prensa el portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores Geng Shuang, en alusión a las declaraciones de Donald Trump la víspera a la cadena de televisión Fox.
Desde principios de mes Trump ha multiplicado las declaraciones que comprometen las relaciones de Washington con Pekín.
El gigante asiático pareció acoger con benevolencia su elección el pasado 8 de noviembre y, de hecho, en un primer momento centró sus dardos en Taiwán excusando al millonario por su «inexperiencia» diplomática… Hasta este lunes.
«La cuestión de Taiwán afecta a la soberanía y la integridad territorial de China. Está ligada a los intereses fundamentales de China. El respeto del principio de una sola China es el zócalo del desarrollo de las relaciones sinoestadounidenses», recordó Geng.
Pekín impone el reconocimiento de este principio a todo país con el que mantiene relaciones diplomáticas. Esa fórmula impide cualquier independencia formal de la isla de Taiwán, separada políticamente del continente desde 1949 y que Pekín desea unificar con el resto de China. El nombre oficial de Taiwán sigue siendo «República de China».
«No entiendo por qué debemos estar ligados a la política de una sola China, salvo que lleguemos a un acuerdo para obtener otras cosas, incluso en el comercio», había Trump el domingo.
El presidente electo ya había omitido el principio de «una sola China» a inicios de diciembre al responder a una llamada telefónica de la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, para disgusto del gobierno chino.
¿Una ‘técnica de negociación’?
Con estas declaraciones, Trump rompe con la línea de conducta seguida por los presidentes estadounidenses desde el establecimiento de relaciones diplomáticas con Pekín en 1979, consistente en no mantener relaciones oficiales con la isla, lo cual nunca ha impedido a Washington venderle armas.
Si Estados Unidos rompe ese compromiso, «no habrá más crecimiento sano y regular de las relaciones sinoestadounidenses ni de la cooperación bilateral en ámbitos importantes», advirtió el portavoz del ministerio chino de Exteriores.
Como haciéndose eco, la prensa china amenazaba al futuro anfitrión de la Casa Blanca. Si el próximo presidente apoya abiertamente la independencia de Taiwán y aumenta la venta de armas a la isla, Pekín podría empezar a «vender secretamente armas» a «fuerzas hostiles a Estados Unidos», advertía el diario nacionalista Global Times.
Mientras, otras voces siguen abogando por la prudencia, como Wu Xinbo, especialista en relaciones sinoestadounidenses en la universidad de Fudan en Shanghái, que ve en las declaraciones de Donald Trump una «técnica de negociación».
«Él sabe que la cuestión de Taiwán es extremadamente delicada» para China, recuerda el experto. Por eso «juega esa carta, esperando obtener concesiones de China en las cuestiones comerciales que le preocupan».
A su juicio, Pekín no debería alarmarse ni reaccionar con demasiada virulencia. «Hay que esperar a que tome posesión del cargo (el 20 de enero) y ver qué hace concretamente», señala el especialista.
Aun así, la cuestión taiwanesa no es la única que enfrenta al nuevo presidente estadounidense con el gigante asiático. El domingo, Trump se despachó contra Pekín, acusándola de devaluar su moneda para favorecer sus exportaciones, de construir una «enorme fortaleza» en el mar de China meridional e incluso de no hacer lo suficiente para frenar las ambiciones nucleares de Corea del Norte.