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Peligro de guerra regional en Medio Oriente

Isaac Bigio.

Politólogo, economista e historiador

Al asesinar al principal negociador del Hamás, Netanyahu ha asesinado un posible cese al fuego y condena a más privaciones o a la muerte a sus propios compatriotas rehenes en Gaza. En contra de lo que quiere la mayoría de los israelíes y de los judíos del mundo, él juega con la posibilidad de una guerra regional como la mejor manera de sobrevivir y evitar perder el poder y acabar preso.

En la madrugada del miércoles 31 de julio, Hismail Haniya (jefe del ala política del Hamás, quien antes fue electo primer ministro de Palestina) fue asesinado en Teherán. En abril, 3 hijos y 3 nietos suyos fueron matados en Gaza.

Haniya representaba al ala «moderada» del Hamás dispuesta a aceptar un Estado palestino que conviva transitoriamente con Israel, mientras que el ala «dura» comandada desde Gaza por Yahya Sinwar y Mohammed Deif (a quien Israel reclama haber liquidado, cosa sin comprobar) propicia una salida militar para destruir Israel.

Haniya estuvo poco antes en la juramentación del nuevo presidente persa Masoud Pezeshkian. Irán sostiene que el misil que le quitó la vida vino desde otro país. Horas antes otra incursión israelí asesinó en Beirut a Fuad Shukr, uno de los comandantes del Hezbollah a quien Tel-Aviv acusa de ser responsable de la masacre del el 27 de julio de 12 adolescentes en una cancha de fulbito en Majdal Shams (la mayor urbe drusa del Golán sirio anexado por Israel).

Entonces, el premier hebreo Benjamin Netanyahu llegaba de un viaje a Washington donde se convirtió en el primer mandatario extranjero en haber discurseado ante el Congreso norteamericano 4 veces. Yair Lapid, líder de la oposición israelí, le cuestionó porque en ningún momento propuso un acuerdo de paz intercambiando rehenes hebreos por presos palestinos. Allí, Netanyahu volvió a promover una coalición militar anti-Irán.

La masacre de Majdal Shams es utilizada para buscar una guerra regional contra Irán. Tel-Aviv aduce que este es el peor ataque contra civiles israelíes producido después del 7-10-2023. Empero, todos los muertos son árabes de credo druso que se quejan de ser discriminados y que persisten en sentirse sirios. Netanyahu acusa al Hezbollah de haber producido esa horrible masacre con un cohete iraní, mientras que varios dirigentes drusos le echan la culpa a un cohete parte de la «Cúpula de hierro» israelí.

Hezbollah centra sus ataques contra blancos militares israelíes. No les conviene masacrar civiles árabes que se oponen a la ocupación hebrea. Esta carnicería viene siendo utilizada como una causa bélica incitada por la ultraderecha sionista. Según el diario hebreo «Ha’Aretz» hipócritamente todo ese sector, que desprecia a las minorías en Israel, quiere valerse de ello para invadir Líbano.

Antes de que se asesine a Haniya en Teherán, Noruega alertaba del peligro de que la guerra se torne una regional. Durante los primeros 300 días de la guerra de Gaza han sido atacados 5 países musulmanes vecinos a Israel: Líbano, Siria, Irak, Irán y Yemen.

Según todas las encuestas la gran mayoría de los civiles y militares israelíes quieren parar esta guerra, pero Netanyahu y sus halcones buscan seguir escalonando el conflicto. Previamente a que Netanyahu viaje a EEUU, el congreso israelí votó ultra-mayoritariamente contra el establecimiento de cualquier clase de Estado palestino en los territorios ocupados desde 1967.

Esto debiera implicar que se busca anexarlos formalmente. Un Estado democrático, cuando incorpora territorios externos, les da a sus habitantes la ciudadanía. Sin embargo, los palestinos de Gaza y Cisjordania desde hace 57 años carecen de ello. Si Tel-Aviv anexase sus territorios la ultraderecha pretende remover la mayor cantidad posible de palestinos. La frase que emplea Itamar Ben-Gvir, ministro de seguridad, es instarlos a una «inmigración voluntaria». Esta se basa en haber hecho totalmente inhabitable a Gaza, donde todos hospitales, universidades y barrios han sido bombardeados y donde todos sus 2,300,000 habitantes originales están muertos, heridos, hambrientos, enfermos o desplazados.

Los halcones quisieran que Washington lanzase una guerra contra Teherán. No obstante, los norteamericanos se dan cuenta de que todas las guerras que Netanyahu les ha pedido que hagan (contra Afganistán, Irak, Libia y Siria) han conducido a desastres. La destrucción de esos países llevó a que los enemigos de EEUU acaben en el poder en la mayoría de estas naciones y a que se desgaste y desacredite la imagen internacional de la «democracia americana».

La razón por la cual EEUU ha transformado a Israel en el país que más arma y financia, no es por un hecho generoso. Mientras que los halcones sionistas buscan que EEUU mande tropas contra Irán para aprovechar esa guerra e ir limpiando étnicamente a la mayor cantidad de árabes de Gaza, Cisjordania y Sud-Líbano para anexar sus territorios, Washington persiste en querer que Tel-Aviv cumpla con la misión que siempre le quiere dar: emplearlo como su mayor defensor en el Medio Oriente, aquel que se dedica a hacer trabajos militares que no quiere hacer directamente.

Cuando la OTAN viene siendo contenida por Rusia en Ucrania, a esta le resulta muy difícil empujar a otra guerra regional. Irán, además, es la principal potencia militar musulmana del medio oriente. Tiene mucha más población, armas y tropas que todos los países islámicos que EEUU ha invadido previamente. También cuenta con una red de aliados armados locales en Yemen, Irak, Siria, Líbano, Baréin y Palestina, y un nivel de alianzas con Rusia y China, que una guerra contra este podría desencadenar una de tipo mundial.

Dentro del trumpismo (que espera volver a la Casa Blanca) podría contemplarse llegar a un acuerdo con Putin para luego lanzarse contra los ayatolas, pero ello conduciría a una guerra más impopular que la de Gaza, la cual ha generado masivas manifestaciones en ciudades y campus universitarios norteamericanos. Europa, si bien podría apoyar a Israel, no entraría en dicha guerra.

La muerte de Haniya fue respondida por una huelga total en los territorios palestinos ocupados. Mientras Hamás levanta su autoridad ante ello, esta guerra agudiza grandes divisiones dentro de los judíos. Los ultraortodoxos repudian los intentos de alistarlos militarmente. Los rabinos supremos de varias comunidades han llamado a desacatar esas órdenes e incluso a salirse de Israel si ello persiste. En Stamford Hill, el mayor barrio yiddish de Europa, hay más de 100 establecimientos religiosos judíos, pero no se ve ninguna bandera israelí. Algunos de sus rabinos estilan pisotear o quemar estas, pues dice que ellos son una religión y no una nación.

La mayoría de los judíos norteamericanos piden un alto al fuego. Cuando Netanyahu vino a Washington cientos de ellos tomaron el Congreso demandando que se le aprese como criminal de guerra o que se deje de armar a Israel.

En Israel la corte insiste en que se aprese y juzgue a 8 soldados que violaron en masa a un palestino detenido. Bezalel Smotrich y otros ministros instan a colonos hebreos a defenderlos. Cuando en el parlamento hebreo le preguntaron a Hanoch Milwidsky, un congresista del Likud (partido de Netanyahu), si es «legítimo insertar un palo en el ano de una persona», él respondió «¡sí!, si es del Nukhba (Hamás) todo es posible de hacer contra él.».

Esto es confesar que toda clase torturas son válidas. La nota más leída de la revista hebrea «+972» (por el código telefónico israelí) es un informe sobre la base militar sud-israelí de Sde Teiman descrita como «más horrorosa que Abu Ghraib» (centro de torturas de la CIA en Irak).

El abierto maltrato a los derechos humanos y a quienes no profesan la religión oficial israelí mina a la que se proclama como la «única democracia del medio oriente». Netanyahu está destruyendo cualquier posibilidad de convivencia pacífica con los árabes cristianos y musulmanes que habitan en su país y región.

Mientras tanto, 41 de los 115 rehenes israelíes en Gaza han sido declarados muertos (como la peruana Margit Schneider, su esposo, hija y nietos). No hay solución militar posible para liberar a los secuestrados que faltan o para destruir al Hamás. La única salida humanitaria es llegar a un acuerdo de paz inmediato que pase por reconocer a un Estado palestino o crear una federación democrática de Tierra Santa donde todas sus etnias convivan en armonía como pasaba hace un siglo.

El que Israel haya ejecutado a dos dirigentes árabes antisionistas esa misma noche en dos capitales diferentes del Medio Oriente (Beirut y Teherán) ha sido considerado como un cruce de líneas rojas por parte de Sayyed Hassan Nasrallah (jefe de Hizbullah), mientras que el Gran Ayatola Sayyid Ali Khameneilider, líder de Irán, demanda preparar una respuesta militar contundente.

Mientras Israel es el Estado del mundo que organiza más asesinatos de enemigos suyos en proporción al tamaño de su territorio y población, el llamado «eje de la resistencia» no tiene ese método. En vez de haber buscado eliminar ministros hebreos, siempre han querido ir dañando la estructura militar y económica de Israel, aunque antes Hamás haya lanzado ataques indiscriminados contra civiles hebreos.

Joe Biden ha mostrado que no está muy satisfecho con los ataques de Tel-Aviv pues, según él, empeoran las condiciones de un alto al fuego, algo que él necesita para lograr ganar las elecciones de noviembre. Ahora que Netanyahu busca ganar popularidad con esos asesinatos, es posible que EEUU le presione para que le diga que, en estas condiciones, es bueno ya de hacer un alto a la guerra para poder salir airosa de esta. Continuarla va a seguir minando a la economía y sociedad israelíes. Sin embargo, va a ser muy difícil encontrar un clima abierto a la negociación tras la ejecución del principal diplomático del Hamás. Lo más probable es que el «Eje de la Resistencia» lance una serie de ataques contra Israel (ya sea dentro de dicho Estado o contra empresas, bases o embajadas suyas en el exterior).

Si Irán contesta con un ataque masivo con cientos de aviones y multitudes de soldados, ello implicaría una guerra regional prolongada. Teherán debe estar calculando una respuesta fuerte, pero no lo suficientemente capaz de ayudar a Netanyahu a que pida que EEUU se ponga de su lado para desencadenar una intervención militar directa en contra suya.

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