UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR FACULTAD DE CIENCIAS Y HUMANIDADES
ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES
“Licenciado Gerardo Iraheta Rosales”
2013: Año del Compromiso Social
Israel: masacrando niños indefensos en el nombre de Dios, and la paz y el capital
La Dirección de la Escuela de Ciencias Sociales de la UES y el Colectivo de Estudiantes de Ciencias Sociales “Memorias”, viagra sale ante la comunidad universitaria, el pueblo salvadoreño y los pueblos del mundo, denuncian públicamente y condenan enérgicamente los cobardes, viles, alevosos e inhumanos ataques militares que (en nombre de Dios, la paz y el capital) está realizando Israel contra la población civil de Palestina, dejando un tétrico e indignante saldo de muchos niños masacrados. Sobre ello, tanto la Dirección de la Escuela de CC.SS. como el Colectivo de Estudiantes de CC.SS. “Memorias” plantean lo siguiente:
Para justificar, cínicamente, las guerras y el neocolonialismo como principal rubro de reproducción ampliada del capital, el voraz terrorismo de la plusvalía fabrica culturas de paz y se inventa fondos del milenio que bombardean y matan a niños indefensos: revienta piñatas cargadas de dulces, bombas, misiles y coartadas tan cínicas como indignantes. Todo parece indicar que la nueva carnicería en Gaza impulsada por Israel, supuestamente para acabar con los terroristas, más bien está acabando con los niños y con las falacias de la cultura de paz y la ayuda a los países con fondos del milenio.
Desde 1948, la población palestina ha sido objeto de ignominias continuas y continuadas ante la pasividad de la comunidad internacional que se somete a los deseos de EE.UU. en ese tortuoso proceso han perdido su patria y su patrimonio, sus tierras y sus cosechas, su agua y su libertad, sus casas y sus cuerpos, su democracia y su autonomía… lo han perdido todo, incluida la posibilidad de elegir su propio destino y sus propios caminos, sufriendo la amenaza de castigo si se salen de esos preceptos colonialistas. Gaza está siendo masacrada impunemente y con la complicidad de todas aquellas naciones que no le detienen la mano al agresor, al menos con medidas diplomáticas. Gaza –y buena parte del Medio Oriente- ha sido convertida en un campo de tiro al blanco, en un campo de experimentos siniestros (al mejor estilo nazi) desde que Hamas ganó lícitamente las elecciones en 2006. Cubiertos de sangre y escombros; huyendo y llorando; con los niños bajo el brazo que no es capaz de detener un misil, los palestinos –como muchos otros pueblos- están purgando dolorosamente el pecado mortal de desobedecer al Imperio y sus testaferros. Y es que la democracia es un artículo suntuario que muy pocos pueden comprar y disfrutar.
Son emigrantes de la agonía impotente los gritos vocingleros de los niños palestinos que viven en la trampa mortal de Gaza, unas tierras que el sacrificio consuetudinario hace sagradas y que habían sido palestinas hasta que la ocupación israelí las usurpó con dolo, alevosía y ventaja. Es una invitación al suicidio ritual del planeta la desesperación de las madres que cubren con la espalda a sus hijos, para que no sean un número más en la guerra de exterminio total que, impunemente, impulsa Israel para negar el derecho universal de la existencia con territorialidad y cultura propia a Palestina. Como la depredación de los bosques, cada día van dejando menos Palestina y ante ello los gobiernos progresistas tienen la obligación moral de tomar medidas fuertes si no quieren ser cómplices gratuitos de ese reiterado crimen de lesa humanidad.
Los soldados israelitas, como cartógrafos acreditados, usan los fusiles, bombas y misiles para corregir y luego dibujar el nuevo mapa producto de la ocupación. Los bombardeos indiscriminados contra la población palestina deifican la expropiación de los recursos naturales ajenos tal como se hacía en el tiempo de los filibusteros. La guerra genocida contra Palestina es defendida por los victimarios como una guerra para conseguir la paz, que es la misma coartada que fue usada por Hitler, Bush y el Capitán América para salvar al mundo de los terroristas quitándoles la tierra y la cultura. En el caso particular de la inhumana agresión contra Palestina, la orden de “fuego” está dada en el onceavo e inédito mandamiento de Moisés, cuyo texto implícito le da a Israel el derecho divino a la impunidad y a la expropiación planetaria de las tierras, usando el genocidio contra niños si es necesario.
Esa herencia bíblica –y el respaldo incondicional de su poderoso y omnipresente protector privado que lo tiene como su vasallo- es la que explica por qué Israel: se ríe de lo ordenado o sugerido por las Naciones Unidas, sobre todo en materia de derechos humanos; el que jamás cumple las sentencias de los tribunales internacionales, sobre todo en materia de resguardo de la paz; el que, dinero de por medio se burla de las leyes internacionales. De ahí que –aunque es un absurdo de la modernidad- Israel es el único país que ha legalizado la tortura de prisioneros y, seguramente, se cree con el derecho divino e imperial de masacrar a todos aquellos pueblos que vea como enemigos. El silencio cómplice y cobarde de muchos gobiernos llamados democráticos no puede permitirse ni debe tolerarse, al menos eso nos indican los preceptos más básicos de las ciencias sociales. Sólo para ponderar el tamaño de la infamia del silencio y el tamaño de la ingenuidad (sumisión) de los gobiernos que callan, respondamos estas preguntas: ¿cuál sería la reacción de la comunidad internacional si el presidente Maduro le lanzara una tan sola bomba a la oposición venezolana? ¿Cuál sería la reacción y los calificativos usados por la comunidad internacional si el presidente Raúl Castro invadiera Francia por considerarlo su enemigo? ¿Cuál la reacción internacional si Nicaragua bombardeara Estados Unidos por considerarlo su enemigo?
Evidentemente, las acciones violentas no se miden igual, todo depende de quién es el autor. Por ejemplo: El Gobierno estadounidense condenó las prácticas “intimidatorias” de Cuba para silenciar a sus críticos, tras la detención el domingo de un centenar de integrantes del grupo disidente cubano “Damas de Blanco”. La subsecretaria de Estado adjunta para América Latina, Roberta Jacobson, lamentó el incidente a través de su Twitter en el que señaló que las “detenciones arbitrarias son violaciones de derechos humanos”.
De todos es sabido que el ejército israelí –orgullo de la letalidad y efectividad de las armas modernas ideadas por el capitalismo como cualquiera otra mercancía que necesita su mercado (la guerra)- es el más quirúrgico y, al mismo tiempo, el más indiscriminado del mundo, por lo que ninguna bomba que cae en Gaza cae al azar en determinada cuadrícula geográfica ni mata a nadie por accidente. Las bombas y misiles caen donde ellos quieren que caigan. Las víctimas civiles (niños, principalmente) no son seres humanos, son material no reciclable, son daños necesarios, son los costos que paga el agredido para que se le imponga la paz. ¿Los niños que quedan mutilados y descuartizados? Esos son la mejor muestra de que la raza capitalista es la raza superior.
En este mundial de fútbol que son las guerras imperialistas, los equipos que ganan (y que ganan por goleada con la ayuda del árbitro, la afición y los patrocinadores) siempre son los mismos: Estados Unidos e Israel (100 a 1 en el primer tiempo: por cada 100 muertos del país invadido un muerto de ellos, al igual que cuando se enfrentaba el General George A. Custer contra los indios salvajes o Rambo contra los vietnamitas). Esa goleada vale la pena y es justa –argumenta el racismo y el neocolonialismo- porque la gente pobre o de hablar diferente es terrorista, según lo expresan los medios de comunicación burgueses que realizan sus bombardeos ideológicos particulares. Esos medios nos invitan a creer que son humanitarias las bombas imperialistas y que fueron Cuba y Venezuela las potencias nucleares que masacraron Hiroshima y Nagasaki. Valorando lo anterior: ¿Se puede afirmar que existe una opinión pública internacional igualitaria e imparcial?
Ante la tragedia de Gaza, la hipocresía mundial se maquilla de nuevo (el gobierno israelí admite que “la muerte de civiles en Gaza es un dilema moral, pero aseveró que no hay otra alternativa…Tenemos un dilema moral, pero no tenemos una respuesta moral”, declararon. Como siempre, la indiferencia, el discurso vacío, las declaraciones huecas, la declamación falaz de los derechos humanos, la postura ambigua, rinden tributo perverso a la santa impunidad. Ante la carnicería de Gaza, los países timoratos son Pilatos, como siempre, y como siempre Europa derrama lágrimas de cocodrilo y en secreto hace cuentas de los recursos naturales ajenos y hacen cálculos de las ganancias de las próximas guerritas.
Por todo lo anterior, la Dirección de la Escuela de Ciencias Sociales y el Colectivo de Estudiantes de Ciencias Sociales “Memorias” denuncian enérgicamente la agresión genocida de Israel a Palestina y le exigen al gobierno que tome medidas diplomáticas al respecto, porque esa es una acción que ningún gobierno democrático puede eludir ni postergar.
Hacia la libertad por la cultura