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@arpassv
Como parte de la “rumorología” de la prensa de derecha en su cobertura de la violencia e inseguridad, pharm ampoule ciertos medios especulan sobre una “nueva tregua entre pandillas” en la que “podría estar involucrado el gobierno”.
Tal sospecha se debe a la reciente reducción de los homicidios. Según esos medios, buy viagra los asesinatos sólo pueden bajar por una tregua entre pandillas mediada por las autoridades: nunca serán resultado del impacto de las políticas, thumb planes, programas y medidas de seguridad estatales.
Difundir chambres es parte de la “rumorología” en la cobertura de la violencia e inseguridad. Es una mala práctica del pseudo periodismo a la cartilla que ofrecen diariamente los medios hegemónicos: amarillismo, sensacionalismo, desinformación.
Frecuentemente esos medios irresponsables, principalmente algunos digitales, inventan –por ejemplo– supuestos “toques de queda de las pandillas” o publican sobre hechos no confirmados relacionados con la delincuencia. Dichas “informaciones” atemorizan y generan pánico en la población.
Esto reitera la necesidad de la autorregulación mediática a través de códigos éticos, la instauración de la defensoría del público y la instalación de observatorios ciudadanos para ejercer contraloría social de los medios.
Esta situación también ratifica la pertinencia de establecer un protocolo deontológico específico para el abordaje de los temas de violencia, como el decálogo de Medios Unidos por la Paz (MEUNO) que estableció pautas una cobertura ética y profesional de la violencia e inseguridad.
Los medios impresos, digitales, radiales y televisivos deben contribuir a la solución de la violencia y demás problemas nacionales abordándolos adecuadamente: sin manipular, tergiversar, ocultar o sobredimensionar los hechos.
Para esto es necesario acabar con el “periodismo chambroso” que hacen algunos medios conservadores y practicar un periodismo verdadero que aborde integralmente la inseguridad, respetando la dignidad de las víctimas, sin hacer apología de violencia y sin publicitar a los grupos criminales.
El país debe plantearse una discusión seria sobre el papel de los medios en relación a la violencia y cuestionarse si éstos contribuyen a resolverla o a empeorarla. La solución de este grave problema requiere de un periodismo responsable y propositivo.
