Mauricio Vallejo Márquez
Escritor y Editor suplemento Tres mil
Ninguna profesión tiene tanta responsabilidad histórica como el periodismo. Una palabra puede distorsionarlo todo, una frase puede llevar a la guerra, una mentira es capaz de destruir sueños. Se puede recordar por mucho tiempo una noticia. Quizá en el momento de presentarse la fuente no fue consultada lo suficiente, o los testimonios recogidos podrían tener variantes.
El objetivo es informar, es lo que se pretende. Pero, ¿ qué informar?
En la Alemania nazi surgió un individuo llamado Joseph Goebbels, quien desarrollaba la propaganda de Hitler, donde una mentira repetida mil veces era pasada como cierta, y eso generó odio en judíos y masones, así como hacer ver el gobierno Nazi como un Mesías.
Los distintos regímenes militares de América Latina procuraron hacer lo mismo, distorsionaban cifras de muertos en los enfrentamientos de militares y guerrilleros.
La mentira y la distorsión de la verdad era lo usual y la gente lo creía cuando no había un medio que expusiera la otra parte de la realidad. El periodismo entonces se convirtió en un instrumento político. La comunicación genera simpatía y apoyo a cualquiera de los bandos en contienda, así como a los empresarios para defender o atacar los productos de la competencia y dominar los mercados.
Los periódicos, la prensa escrita, tienen la característica de convertirse en documentos primarios para la investigación académica que llegan a resguardarse en las hemerotecas para ser consultados por investigadores sin importar cuánto pase el tiempo, porque son un reflejo del acontecer.
El rostro de un presentador de noticias de la televisión llega a quedar tatuado en la mente de los espectadores, algunos incluso se convirtieron en presidentes: Antonio Saca y Mauricio Funes. Los presentadores de noticias se vuelven parte de las familias, las personas los conocen y admiran, y llegan a creer en ellos.
Los periodistas son importantes para la historia. Todo depende del profesionalismo y la moral de aquellos que los ejercen o de quienes poseen los medios de comunicación. La mayoría de medios tienen propietarios que dictan el destino de estos, algunos mantienen la imparcialidad.
Los medios de comunicación son un poder, son ese ministerio del silencio que rige el rumbo de una nación. Los medios de comunicación han logrado botar gobiernos y también cimentarlos, han conseguido cambiar la forma de ver el mundo, incluso imponer culturas. Sin embargo, los periodistas, los verdaderos artífices de la información se ven sujetos muchas veces a los designios de la jefatura de redacción y se ven en la terrible disyuntiva de obedecer al editor o escuchar su ética. Así es el periodismo, y algunos profesionales deben de someterse para no perder sus empleos. Por eso, los periodistas son individuos realmente valientes y comprometidos.
Ser periodista en nuestro país parcializado ha sido duro para las personas de izquierda o con familiares de izquierda. A pesar de esto, hay valientes que deciden navegar en esos bravos campos, son profesionales y coherentes.
El verdadero periodista se encarga de investigar y conocer la realidad para exponer los distintos sucesos que transcurren en nuestra país y el mundo; luchan contra la mentira y contra oscuros intereses. En verdad el oficio del periodista es incomprendido y de valientes.