En el manual para periodistas de investigación (2009) de Mark Lee Hunter y otros, validado por la UNESCO, dice en el prefacio esta frase que debe ser inspiradora y reveladora: “Se trata de un enfoque de investigación basado en la hipótesis, la cual deberá ser VERIFICADA o REFUTADA”. Las mayúsculas son nuestras.
Es decir, no se trata de tener una hipótesis o sospechas de que algo está ocurriendo, sino, llegar al final, y develar, con pruebas documentales y/o declaraciones de fuentes conocedoras de parte del hecho investigado. Llegar al final significa que se concluirá con la hipótesis verificada, y por ende publicarla, o rechazarla, y por ende, tirarla al cesto de la basura, o simplemente darle “delete” a esos meses de investigación.
En El Salvador, creemos que algunos medios tradicionales o digitales utilizan las novedosas técnicas de la investigación, no para llegar a la verdad, ni mucho menos para refutar una hipótesis periodística, sino que, a partir de sus hipótesis destruir mediáticamente a un personaje, partido o institución. A esto le llamamos en este rotativo la “inquisición periodística”, es decir, tribunales periodísticos que deciden la vida política y privada de un personaje o entidad.
Para esa labor inquisidora, estos medios, o sus periodistas, utilizan una herramienta importante del periodismo de investigación: la hipótesis, pero solo se quedan con ella, pues, la comprueban, pero al final, la difunden, sin llegar a la etapa de verificación o refutación. El martes pasado, un periódico matutino public una enredada historia, para lo cual utilizó las primeras diez páginas, incluida la portada, para lanzar la hipótesis de que el dirigente histórico del FMLN y funcionario de Gobierno José Luis Merino “utilizó testaferros” en la creación de empresas que no verifica, ni con las fuentes de Estados Unidos, que las mismas son ilegales, o que se dediquen a actividades ilícitas como el lavado de dinero o el transporte de estupefacientes.
Dice parte de la narración que José Luis Merino utilizó a José Mauricio Cortez Avelar, quien abrió cuentas personales en bancos de Suiza y Brasil, pero a continuación confiesa, sin embargo, “No fue posible verificar de forma independiente la existencia de estas cuentas”.
Dice el amplio escrito del periódico en mención, que la DEA, el FBI y el Departamento del Tesoro, los tres, de los Estados Unidos, participaron en una “investigación preliminar” en contra de la supuesta red, pero el periódico no dice por qué, solo se ha quedado en la parte preliminar, y no explica cómo, siendo supuestamente rigurosos en las técnicas y métodos de la investigación periodística, se queda con la fase preliminar, pues es claro que no es concluyente, y por lo tanto, desde el rigor científico del periodismo investigativo, esta no tendría ninguna validez documental, pues, además, ninguno de los supuestamente investigados han sido acusados formalmente, pese a que dos de los mencionados residen en los Estados Unidos de América.
Luego, la famosa red de empresas utilizando supuestamente “testaferros”, terminan o comienzan en Alba Petróleos, una empresa creada con dinero de PDVESA, empresa pública venezolana, y ENEPAS, creada con fondos municipalidades, a la luz del día, por ende, no es ninguna empresa sospechosa ni mucho menos ilegal.
Desde el periodismo convencional podemos lanzar la siguientes hipótesis: el reportaje, con la cobija de periodismo investigativo, tiene una sola finalidad, destruir la imagen del dirigente del FMLN, José Luis Merino, e incidir en el ánimo de la militancia del FMLN en el marco del proceso electoral que tenemos por delante. Por tanto, es un ejemplo más del periodismo inquisidor que se practica en El Salvador por los medios y periodistas de la derecha.